Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- No veo de dónde surge que al crucero Ecstasy le dieron ganas de llegar al puerto de Veracruz.
En Twitter comentan algo que tiene más lógica: que más que llegar para ver al bello puerto, llegaron desviados por la peligrosidad del huracán Paula. El crucero hizo --más que otra cosa-- una parada técnica en el puerto para retrasar su paso hacia el Caribe, allá donde verdaderamente es un paraíso.
Pero como acá en tierra jarocha somos buenos pa’l chisme, los genios del Turismo jarocho andan diciendo que el crucero arribó al puerto para ver las bancas destrozadas y oxidadas del puerto. A oler las playas que niegan hasta la vergüenza su olor a caca.
Ojo, es cierto, el puerto y Boca son muy bellos, pero debemos enfrentar una realidad: Veracruz no está destinado todavía como destino de cruceros, por el turismo de alto nivel que transportan.
¿Y qué solicitan estos turistas? Servicios de altura, seguridad, facilidad de lenguaje, limpieza; en resumen, una cultura diferente de atención al turismo internacional.
Pese a esto se logran ver algunos gringos por ahí paseando, aunque podemos asegurar que gran parte son extranjeros que bajan de los barcos mercantiles y se estacionan por algunas horas en el puerto. En Guanajuato se ven más, y eso que no es puerto.
Veracruz es quizás junto a Chiapas y Oaxaca, los estados con mayor potencial turístico a explotar: las tierras jarochas son las únicas en contar con un litoral marino envidiable en el mundo, con verdaderos paraísos escondidos, que se mantienen ocultos, rezagados del mundo moderno. Es mejor así.
Eso de empatar a la de a blanquillos a Veracruz en estatus de “turismo de primer mundo” es una succionada. Por favor, no es lo mismo el puerto que Londres o New York; no es lo mismo Xalapa que París. Tienen su encanto, y quizás hasta no se ha explotado como debieran ambas ciudades, pero es culpa precisamente de los encargados de Turismo, más cómodos en su papel de burócratas difundiendo una y otra vez lo que en Veracruz, México y el mundo ya se conoce.
Ahora resulta que al turismo de primera clase le gusta ver la desgracia, camiones de volteo patrocinados por la CNOP, alcaldes mandilones. Que a muchos turistas van a casinos que aquí están semi-prohibidos.
Los artistas difícilmente cooperan ya sea porque o les deben el dinero de la beca en el Gobierno de Veracruz o porque no comulgan con el partido gobernante. Otra razón, es que los ayuntamientos padecen de una rapiña por cobrar todo lo que huela a derecho de piso, como sucedió en el caso del ayuntamiento de Xalapa, corriendo a los monumentos vivientes.
Hacer creer a la gente que debemos estar preparados para las camadas de turistas es hacerle como el cuento de Pedrito y El Lobo: las cámaras de hoteleros y restauranteros han dado cifras negativas en las últimas fechas. Factores: aumento en los insumos, la gasolina, el poder adquisitivo que cada vez se aleja más y más de las familias.
Es más, extraña que en lugar de estarle dedicando loas a un crucero que está de paso en Veracruz (ver “Cars”, la caricatura de Disney, haga de cuenta que es igualita la situación), no se les ha ocurrido tener una campaña permanente a zonas de exploración y playa como en Costa Esmeralda, que sorprende por la gran cantidad de hoteles y villas que se han establecido ahí, sin tanto ruido y alboroto por parte del Gobierno de Veracruz.
Vaya, el festival San Jerónimo en Coatepec también fue blanco de críticas por el gasto exorbitante en medio de la desgracia causada por el paso de los huracanes, pero de igual manera ha sido una fiesta que ha sobrevivido más por la devoción de los creyentes. Este año, pese a la exageración de los gastos, hay que reconocer que no perdió su toque mágico.
Xico, otro de los pueblos tradicionalmente visitado por miles de turistas cada año, esta edición se vio en la podredumbre: calles destrozadas, lluvias, poca asistencia, carretera que a todos inhibía viajar. Esta vez la llamada “Entrada a las montañas de Veracruz” se quedó como novia de rancho.
El sector turístico en Veracruz ha servido sólo como oficina de paso y acomodar a recomendados de la clase política y empresarial. No es operante, y por lo tanto sólo gasta dinero a lo bruto.
En estos seis años, se puede comprobar que en la entidad estuvimos viviendo la fantasía de que éramos algo así como el destino favorito del país y el mundo. La misma soberbia y lógica nos hace ver que no es cierto, que nos falta mucho que conocer de Veracruz.
En Turismo más bien el “Ecstasy” lo tuvieron ellos, con sus jaladas.
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