Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El jueves 4 de agosto, el bar “La Caña” daba a conocer: “Cerraron anoche La Caña Los Lagos, por hacer uso de la terraza en un espacio supuestamente público. Hemos mostrado a la autoridad que está escriturado al propietario de mucho tiempo atrás. Ahora, sin aviso de por medio para seguir nuestra defensa, clausuraron. Seguiremos haciendo nuestro mayor esfuerzo para reabrir en breve. Por lo pronto, los esperamos en Araucarias 56 (Plaza del Sol). Sentimos mucho el inconveniente que esto causa. Saludos a todos”.
Se trata de un lugar en Xalapa donde tocan jazz en vivo y hacen cerveza artesanal: muy recomendables la Porter y la Stout. Tiene una terraza frente al local, como un pequeño estacionamiento, pero que se usa para colocar la mayor parte de las mesas, así como en la banqueta. El menú se puede leer en alemán y español.
El concepto, opina una amiga trotamundos, es “netamente europeo”. Se entiende así porque en temporadas de verano, los pubs, bares, restaurantes, sacan las mesas a la calle, aprovechando el poco calor que les cae a ciertas regiones, donde el frío impide estar conviviendo en la calle. Ese concepto lo tiene La Caña, así como algunos comercios en el Callejón del Diamante y el Callejón González Aparicio.
La zona donde se ubica La Caña es una zona estudiantil: se pueden ver desde “pachecos”, hasta “fresas” y gente común, casi todos jóvenes. Está precisamente frente a la entrada a Los Lagos, por la Casa de Artesanías.
Ese jueves a las autoridades del Ayuntamiento Xalapeño encabezado por Elizabeth Morales, actuaron contradiciendo el discurso de la espera de miles de europeos que visitarían la Atenas Veracruzana, cerrando el lugar con el argumento de invadir propiedad pública, lo que se desmintió casi 24 horas después por parte de los afectados.
Se realizó una campaña abierta en redes sociales contra el cierre de uno de los pocos lugares que se mantiene sano, con todo lo que conlleva tener un bar en estos tiempos. No es pecado beber una cerveza. Es hasta turístico, como sucede con el Oktoberfest.
El viernes por la tarde, se informaría: “La Caña Los Lagos está abierta nuevamente. Los que no hayan desertado hacia La Caña Araucarias, los esperamos de vuelta. Por supuesto con Rubén, Ángel y Jesús Jazz Trio. Arriba los Pumas”.
Y es que no sólo era contradictorio al discurso de las hordas europeas que, según Elizabeth Morales con sus contantes viajes al extranjero, vendrían gustosamente a conocer la capital veracruzana. El ayuntamiento aplicó la ley con desconocimiento de la misma y de manera parcial.
Existe el caso del edificio “Burj Halu” que supuestamente sería una torre lujosa como las que existen en Dubai, allá en Arabia Saudita. Los Hakim, familia que se encargaría de su construcción, no han sido llamados en su atención pese a que parte de la calle Pico de Orizaba ha sido afectada por la abandonada construcción del mentado rascacielos, cuyo hoyo para los cimientos sólo se está deslavando y rompiendo dicha calle.
Ahí el “hache” ayuntamiento no dice ni pío, no reclama, ni clausura.
A La Caña, hoy afortunadamente abierta, sólo le bastó demostrar que su espacio está dentro de los reglamentos, que no invadía ningún propiedad pública. Aclarado el punto, las autoridades quedaron como mentirosos y gandallas, con la actitud de sólo clausurar por clausurar, así nomás porque es la “autorida”.
El cierre de dicho lugar no sólo es por afectación al turismo, sino que pareciera que no se dan cuenta que es uno de los pocos lugares donde se hace cerveza artesanal en todo el país, digno de presumirse, que es cien por ciento más apreciada que las marcas industriales conocidas.
Así se les cierra al mundo en el ayuntamiento, donde no todos son deportistas ni carne de cañón electorera que no está sola.
COATZACOALCOS: Casos de taxistas que extrañamente se “distraen” de su ruta. No son pocos los casos comentados entre compañeras de oficio, a quienes se les tiene plena confianza. El modus operandi es llevarlas a otro lugar lejano al solicitado, con el argumento de que andan distraídos y no se habían dado cuenta de su ruta. Hay por lo menos un caso donde se identifica al chofer y éste pide disculpas porque andaba “perdido”. No todos los trabajadores del volante son malos, pero por unos cuantos se están ganando otra fama peor con consecuencias, esperamos, legales. No hay denuncia oficial por el miedo, pero los casos se conocen hasta por las autoridades.
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