Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- En Coatzacoalcos hay un semillero de periodistas que son harto conocidos en todo el país. Hay toda una generación de nuevos comunicadores que ahorita encabezan proyectos nuevos y con el Internet están más que preparados para el uso de nuevas tecnologías para estar comunicados.
Aunado a los grandes periodistas de Coatzacoalcos, este pueblo sigue siendo muy comunicativo, como sucede con los demás del sur. En resumen: son rete harto chismosos; son ciudades, pero siguen siendo pueblos donde inmediatamente corre el chisme, la denuncia, la historia.
Como ejemplo, los reporteros saben que si no es la gente, vecinos, habitantes de un barrio los que avisan, están los taxistas, los policías, los llamados “orejas”, todo un ejército que puede avisar sobre la presencia de operativos en determinada zona.
Cuando los llamados “verdes” (argot ya usado por muchos periodistas, para referirse al Ejército) andan realizando un operativo, cualquiera de los de arriba mencionados puede inmediatamente llamar a una redacción y avisar que hay movimiento; el pánico, el miedo a una balacera, los obliga a avisar para no quedarse solos: la presencia de la prensa, según los vecinos, obliga a que todo se realice frente a testigos confiables. Que no se quede ahí como algo secreto. ¡Vaya! Hasta los malosos saben usar a la prensa, que en determinado momento pueden llamar para evitar abusos en su contra.
Equipos de reporteros de la fuente policiaca, por la competencia entre diarios como NOTISUR que cierra muy tarde, se mantienen en contacto, en guardia, con todos los recursos disponibles para informar inmediatamente sobre un operativo.
Sumando todo lo anterior, es muy difícil que a los reporteros de la fuente se les escape algún detalle. Sucede, pero es muy raro, sobre todo si se trata de una balacera, como originalmente se dijo que detuvieron a “El Negro” Radilla, presunto autor intelectual de la muerte del hijo de Javier Sicilia, Juan Francisco, y que tiene de cabeza al gobierno federal.
De madrugada hemos sido testigos del profesionalismo de reporteros de antaño y nuevos que se han dedicado en cuerpo y alma a cubrir la fuente policiaca, tejer redes de contactos, tratar de llevarse con los inabordables soldados (aunque habremos de reconocer que han estado más abiertos con la prensa). El trabajo del policiaco es de gente muy viva. El que no sabe estar en la policiaca, definitivamente no sobrevive.
Es por eso que resulta extraño el boletín sobre la detención de los autores de la muerte de varios jóvenes en Cuernavaca, entre ellos Juan Francisco Sicilia, a quienes supuestamente detuvo la Policía Federal en un operativo donde hubo una balacera, en una colonia denominada “Frutos de la Independencia”, que no existe en el puerto. Hablan también de la “Triángulo del Tesoro”, en la salida por Canticas.
¿Realmente hubo operativo? Todos sabemos de los montajes por los cuales es famoso Genaro García Luna y el gran descrédito que tiene la Secretaría de Seguridad Pública federal por las ocurrencias del titular, como realizar una novela en horario estelar con recursos públicos para lavar su imagen, pero quedó peor.
Este miércoles, empecinados como son los reporteros de Coatzacoalcos, salieron a investigar los lugares donde supuestamente se dio la detención de estos delincuentes, sin éxito alguno para ubicar puntos en de dicho lugar.
La red social Twitter es otra de las importantes para ubicar inmediatamente un evento, pero en esta ocasión permaneció tranquilo.
Dentro de los detenidos hablan de uno originario de Acayucan, pero en realidad es de Soconusco. Otros datos que variaron en el día fue la manera en que fueron asegurados por la Policía Federal: primero hablaron de una balacera que nadie escuchó; posteriormente un enfrentamiento por una disputa en una cantina; y terminaron el día con que “El Negro” Radilla se iba a suicidar.
Cuando detuvieron a “La Barbie”, Edgar Valdez Villareal, este reía por la manera en que narraban su captura, tanto así que la misma Secretaría de Seguridad Pública se hizo bolas con la detención del consumado capo, que fue desde un operativo donde los policías se disfrazaron de arbustos y vagabundos, hasta que fue de pura suerte la detención.
Con los datos obtenidos por los periodistas en Coatzacoalcos, nuevamente se pone en tela de juicio la detención de los delincuentes presentados. Se aplaude el aseguramiento, el arresto, pero ¿en qué circunstancias reales trabaja la Policía Federal?
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