Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Todo este tiempo me he dado cuenta que ser periodista es una pérdida de tiempo… ¿Para qué estarse rompiendo el lomo si uno puede ser tan magnífico como el gran procurador millonario Reynaldo Escobar?
Fíjese usted: fue director de Gobernación con el alcalde Rafael Villalpando en el periodo 1998-2000, donde fue a pitorrearse como argüendera a la casa del entonces gobernador Miguel Alemán, en Las Ánimas, para presionar al gobierno a pagar por un predio donde se tiraría la basura de Xalapa.
Ahí se ganó la reputación como uno de los argüenderos más sólidos de la entidad. Todavía lo hicieron alcalde, despreció a su mentor Villalpando, abrió cantinas y se quedaba desmayado de briago en el piso en el periodo 2000-2004.
Yo la neta quiero hacer lo mismo. Digo ya me he desmayado de borracho, para a la vez quiero ser un alcalde que dé risa, que la población me vea la papada como un trofeo a mi dipsomanía.
No conforme con eso, el gran Reynaldo cooperó con la campaña de Fidel Herrera y éste quién sabe qué le vio, pero lo hizo secretario de Gobierno para gracia y alegría de todos los veracruzanos. Estoy seguro que los jarochos no tienen la visión de Tío Fide.
No sólo metió la pata varias veces por su boca tan floja y protagonismo para actuar. Fue el mismo gobernador Fidel Herrera quien dos o tres veces le llamó la atención en público: “No puedo estar haciendo tu trabajo”, alguna vez le espetó.
Pero la neta que los veracruzanos seremos algo así como malagradecidos por no tener la capacidad para entender la forma de operar de Reynaldo.
Todavía, para nuestra fortuna, este año le hacen una ley a modo para que el pobre angelito sea declarado como Procurador del Estado donde ha destacado como un gran humanista y libertador.
En el caso de Yolanda Ortiz, el señor Procurador solucionó el caso más rápido que La Araña, más implacable que Batman y más rápido que el pensamiento, al decir que la periodista del Notiver estaba involucrada con la delincuencia organizada, y dio a entender que se haría vello púbico con las investigaciones que estaba obligado a resolver.
Una vez que Yolanda dijo que era narco, el señor Procurador nos regaló otra joya de su magnanimidad cuando detuvo a Maruchi Bravo y Gilberto Martínez, usuarios de redes sociales que se sintieron “obligados” a informar sucesos falsos en Veracruz. La acusación: terrorismo, porque no había otra ley que inventar gracias a los diputados huevones que no legislan más que lo que les mandan de Palacio de Gobierno.
Reynaldo de todas maneras hizo su loable chamba. Se fajó el cinturototototototototototototototototototototototototototototote para enfrentar a los malditos tuiteros terroristas hijo de tuiter madre que se pasaban de lanza diciendo que en el puerto de Veracruz pasan cosas gachas y sangrientas.
Pero en realidad era una trampa: Reynaldo estaba preparando todo para hacer creer que iba a encerrar a los tuiteros, cuando en realidad los iba a liberar retirando la acusación. Eso de que los acusaba de terrorismo en verdad era puro choro, sólo una pantalla para defender la libertad de expresión que tanto salvaguarda.
Tanto, que al fotógrafo Miguel Carmona un día le iba a dar un abrazo con cariño, pero sus “guachomas” lo impidieron.
Reynaldo es un pan de Dios porque liberó a Juan Ramón Ganem cuando el ex alcalde de Tuxpan le prometió que le devolvería todo el dinero que se robó. Con esa alma tan buena, Reynaldo lo sacó del bote porque Ganem prometió pagar en abonos de Elektra al erario.
Es más, casi todos alcaldes arrestados por andar de uñas largas, han sido liberados gracias a la buena fe de Reynaldo, que agarra funcionarios en San Juan Texhuacan, allá en lo mero alto de Sierra de Zongolica y donde a duras penas leen y escriben; o al de Las Minas, que nomás se recuerda porque hay una planta de energía eléctrica.
En verdad, así ¿quién no quiere ser como Reynaldo? Todos los que lo hemos criticado deberíamos ser condenados por una ley nueva que se llame Ley de Perturbaciones al Señor Procurador, y de seguro, con eso que los diputados aprueban lo que les ordenan, dicen que sí y sanseacabó.
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