Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Nos pide hasta el cansancio el presidente Calderón que le tengamos confianza a las instituciones en medio de una guerra donde se desconfía hasta de la sombra: se hace a medias ante personajes que esconden la cara, se pasean intimidantes con armas de alto poder. No se sabe si son malosos o de los buenos.
Lo mejor para una sociedad tan vulnerable, abandonada, es hacerse de las vista gorda ante la situación, porque todos sabemos que la autoridad está corrompida. Sus policías pueden ser héroes por momentos: en el Distrito Federal, en el canal Milenio, los directivos Ciro Gómez Leyva y Carlos Marín fueron succionadores hasta el cansancio de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. No se cansaron de alabarla, perdiendo la cordura periodística.
Y mientras allá en la arrogante capital se enaltece a la Policía Federal, la realidad en los estados rebasa las alabanzas: los estados no sólo viviendo con violencia por la lucha de los carteles-gobierno; no sólo se tiene que andar con cuidado al cubrir información; ubicar a los “orejas” ya no parte de los gajes del oficio, ahora también hay que ubicar a gente que trabaje con los narcos, no meterse con ellos porque ni siquiera hay las garantías para seguridad.
Aparte de andarse cuidando en los territorios donde uno anda, también hay que aventarse el tiro de lidiar con monitos que se suponen que sirven para cuidar a la ciudadanía. Sí, usted los ha visto: son policías federales como los que maman Marín y Gómez Leyva, pero que son peores que cadeneros de discoteca chafa.
Son de esos que andan en las camionetotas y armas que les compran los contribuyentes. Pasamontañas dizque para ocultar la identidad y no exponer a la familia, pero que a estas alturas sirven más para delinquir. Así como viles delincuentes, fascinados por el anonimato que les da tantito gramos de poder y una máscara.
Pues uno de estos monitos vestidos de azul arremetió este fin de semana contra la fotógrafa Gina Collins, quien detectó movimiento de los federales en el centro de la capital veracruzana. Entraban los “azules” a la tienda departamental JR (quizás a comprarse un vestido para alguna fiesta travesti), cuando Collins se apersonó a tomar fotos del operativo.
Esto molestó a un comandante, quien acosó a la reportera, amenazándola con decomisarle la cámara (como si fueran baratas, zopenco) si no borraba las imágenes.
Gina, fotógrafa profesional muy chambeadora, optó por no tener problemas y se abrió del asunto sin imágenes.
Perdone usted la expresión, pero QUÉ POCA MADRE la del señor federal. Digo, ya estamos acostumbrados a lidiar con este tipo de primates, pero ¿meterse con una mujer? Digo, ¿ya cayeron tan bajo en la Policía Federal?
Gina Collins no es mastodonte, ni luchadora profesional, ni siquiera practicante de karate. Ni siquiera es violenta. Es una chava muy alivianada con un excelente ojo fotográfico.
¿Era necesario el ridículo del comandante acosando contra una mujer fotógrafa sola? ¿Eso es demostrar autoridad o respeto? ¿No hay maneras más diplomáticas para decir “señorita, le pedimos que se retire y no tome fotos”?
Es cierto, en el gremio periodístico hay también alimañas que gustan del escándalo de enfrentarse con “guachomas”, hay quienes también actúan con pedantería, pero no se iguala contra la prepotencia quienes se suponen vigilan el orden, cuidan ciudadanos.
Una cámara está resultando más peligrosa que los fusiles y armas cortan que porta la Policía Federal.
Gina ni siquiera estaba en territorio federal, o en instalaciones de la Policía. Cumplió con su trabajo de acercarse a un operativo policiaco para informar desde su cámara, lo que quizás hubiera servido para mejorar la impresión que se tiene de las fuerzas federales.
Hoy no. No hubo gráficas porque a un imbécil se le hizo más fácil meterse con una dama que les estaba regalando su lente.
¿Así quieren confianza en la policía, en el Ejército? Nel, mejor sigo creyendo en Batman.
2 comentarios:
Así fue como sucedio, Maestro gracias por la atención de mencionarlo en tan concurridacolumna, un abrazo y pendientes!
Maestra, mínimo un desprecio se merecen estos tipejos. Ches pasados de gaver. Aquí siempre pendientes
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