Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El rescate de los periodistas en Gómez Palacio, Durango, pese a lo exitoso y mediático, deja más dudas que claridades.
Claro que son excelentes noticias, porque no se le desea a nadie una desaparición de esa naturaleza. Veracruz tiene lo propio: el periodista de Colipa, Evaristo Ortega Zárate, no aparece desde mediados de abril, por mucho que lo minimice el “presidente” de la “asociación” de periodistas en el estado.
Los 4 periodistas desaparecidos en Durango, en tierra del famoso triángulo durado del narcotráfico, pusieron a temblar no sólo al gremio, sino a la sociedad en general: ¿ya no es seguro ni siquiera ir a tomar fotos? ¿grabar video? ¿Ahora no sólo hay que cuidarse de los soldados que al amparo de usar bozales, agreden para que no se registre nada? ¿Si tomo una foto en el parque Juárez y resulta que por azares del destino un narco tomaba un helado y veía a los payasos ya me cargó la chinada?
Horas después del supuesto rescate, en Milenio Televisión se entrevistaba al camarógrafo de Multimedios secuestrado, Javier Canales, así como a dos altos funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública: Facundo Rosas, comisionado de la Policía Federal, y Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División de Seguridad Regional.
Dentro de las declaraciones resalta un par por contradictorias: Luis Cárdenas Palomino decía que el área estaba asegurada, vigilada, y con empleo de inteligencia se había ubicado en dónde estaba secuestrados los periodistas… Pero que los secuestradores huyeron… ¿no que estaba vigilada la zona?
Vaya, el operativo supuestamente sigiloso y al que dieron fe los periodistas Ciro Gómez Leyva y Carlos Marín como una maniobra legítima de rescate, al final sólo amplifica dudas sobre la manera de actuar del gobierno mexicano en el tema de la delincuencia.
En estas semanas se ha hablado de que el Ejército ha buscado limpiar su imagen ante la prepotencia con la que se manejan algunos de sus elementos y han originado críticas en el desempeño; que además la guerra contra la delincuencia organizada le ha llevado a cometer errores que no tienen nombre como la muerte de niños en retenes.
Tanto así se empeñó el Ejército que hasta en su página de Internet ya promueve un apartado especial y vistoso de Derechos Humanos.
Su mismo comandante supremo, Felipe de Jesús, ya fue a escuchar las mentadas de madre y reclamo de los padres de la Guardería ABC, lo que debería haber hecho ya hace un año: escuchar.
Y ahora con la entrada de un secretario de Gobernación que no termina por convencer, pareciera que se están creando escenarios favorables para limpiar la imagen bélica de la administración calderonista, no sin antes dejar una especie de estela justiciera al acribillar a capos del narcotráfico (los dos golpes más fuertes, de Beltrán Leyva y Coronel terminaron en muerte de los jefes); de paso, no extrañaría que hasta unos meses antes de que termine el sexenio de Calderón, atrapen al “Chapo” Guzmán y digan que siempre supieron donde estuvo con “inteligencia”.
Por cierto que el dato a subrayar, manejado en la red social Twitter, es que al parecer la muerte de Coronel tiene otras connotaciones. Han matado a dos capos que han estado vinculados con Joaquín Guzmán Loera: uno, “El Barbas”, rompió con él; el otro, “El Cachas de Diamante”, estaba por crear su propio cártel.
Como parte de estrategia de lo mismo, no se extrañaría que el mismo operativo hubiese sido una farsa involucrando a los compañeros sin su consentimiento. O una de dos: que los periodistas efectivamente fueron secuestrados por una célula del “Chapo” Guzmán (como dando a conocer que ahora van contra el narco favorito de los panistas) o que los mismos policías se hayan prestado a montar la obra teatral secuestrando a los 4 periodistas.
Sólo así se entendería cómo escaparon los secuestradores: o eran policías del mismo bando o negociaron con la célula del cártel menos vapuleado de este país.
Incluso no queda certeza de cómo determinaron que era una célula del Chapo si no detuvieron a nadie; huyeron. Es como reafirmar: “Miren, eh, pa’ que vean que también vamos contra el Chapo”, cuando al parecer el gobierno federal está inclinado a proteger al Cártel del Pacífico, tal como lo dieron a conocer en Estados Unidos y les urgió desmentir.
Y es que hay razón para dudar: a principios de septiembre del año pasado se montó una de las comedias más patéticas cuando un supuesto loco llamado José Mar Flores Pereira tomó el avión 576 de Aeroméxico en el aeropuerto de la capital del país, amenazando que tenía una bomba para hacerla estallar; en menos de lo que canta un gallo y se niega a Jesús tres veces se realizó un operativo de la Secretaría de Seguridad Pública para detener al supuesto terrorista región 4 y pirata que pensaba detonar el avión con unas latas de JUMEX.
Otro detallazo de la SSP federal, que encabeza el visionario director de fantasías Genaro García Luna: el “intento de secuestro” a su familia cuando detuvieron a dos reporteros que tomaban fotos de su humilde mansión, la cual dio a conocer la revista electrónica Índigo.
La reportera Anabel Hernández también nos recuerda el caso de la hermosa francesa Florence Cassez: “García Luna y su equipo han sido señalados por inventar historias en sus partes informativos. Un caso que levantó polémica fue el de la francesa Florence Cassez, a quien se presentó ante los medios en un supuesto operativo de rescate de secuestrados en una casa en la que supuestamente ella estaba. Después, García Luna reconoció que se trató de un montaje para los medios y que ella no fue detenida en la casa donde estaban los secuestrados sino en una carretera”.
La Secretaría de Seguridad Pública, así con estos antecedentes de alto calibre, ya quedó permanentemente cubierta con el velo de la incredulidad.
Uno no duda de la integridad, ni del sufrimiento que hayan padecido los compañeros periodistas secuestrados, lo que se duda es de la manera de operar de la SSP, de los escenarios que la misma dependencia crea y ahora --a la par del Ejército-- utiliza cualquier método para crear credibilidad y borrar la mala imagen que les pinta.
En sitios especializados como Blog del Narco (donde se han filtrado desde imágenes de ejecuciones hasta videos que dieron a conocer la salida de reos de Gómez Palacio para ejecutar gente en Torreón, Coahuila) siempre están presentes interrogatorios donde vinculan a jefes de las fuerzas federales y locales con la protección a la delincuencia organizada.
Entonces también hay razón para dudar, así como desde el DF dicen que las policías locales son las más corruptas, acá en la provincia los federales no tienen fama de honestos.
Mucho menos la SSP tan teatrera, experta en montajes.
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