Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Se supone, se entiende, es algo implícito, que el secretario de Gobernación de México debe ser una persona con perfil íntegro, de amplio conocimiento del espectro político y los sótanos del poder. Debe tener los contactos, la capacidad para manejar áreas delicadas como el CISEN (la CIA región 4 y pirata), los asuntos migratorios, y la consabida política interna de este sombrerudo país.
Pues bien, se podría pensar todo lo anterior ahora que Felipe Calderón lleva 4 años como presidente de México y ha estrenado 4 secres (uno por consecuencias funestas): empezó con un arcaico Francisco Ramírez Acuña, ex gobernador de Jalisco, y quien destapó a Felipe como su gallo a la Presidencia. Por su soberbia, falta de capacidad de diálogo, fue cesado.
En su lugar entraría el polémico Juan Camilo Mouriño, a quien los círculos políticos le atribuían capacidad gestora: desde que era jefe de la Oficina de la Presidencia se sabía que el trabajo de negociación no lo hacía Ramírez Acuña, sino que los hilos de la política interna los llevaba el desaparecido joven de nacionalidad española.
En realidad, quizás haya sido el único acierto de Calderón al colocar a alguien que pese a la poca experiencia, demostró ganarse el respeto de la clase política; honradamente o no, eso carece de importancia.
Pero los escándalos de contratos de PEMEX que beneficiaban a su familia y el dilema de su nacionalidad española que le quitaban el derecho a ser secretario de Gobernación, le envolvieron en la incertidumbre. Su fatal accidente el 4 de noviembre de 2008 enlutó al país, especialmente a las admiradoras féminas y su amigo Felipe que tanto le lloró.
Por cierto que el guardaespaldas de Juan Camilo, quien también murió en el avionazo, era de Teocelo, población cercana a Xalapa.
De relevo entró un abogado duro y rudo: Fernando Gómez Mont, identificado como el alumno más aventajado del todavía desaparecido Diego Fernández de Cevallos (dos meses se cumplen este miércoles); al abogado se le recuerda por ser quien llevaba el caso del despojo de Tv Azteca en contra de la televisora CNI40, tiempos en los que surgió una de las tantas joyas que el presidente Vicente Fox tiene en su legado: “¿Y yo por qué?”, a lo que Gómez Mont le contestó con una frase lapidaria: “Porque usted es el Presidente”.
El problema es que desde un inicio se veía que Gómez Mont no jalaba muy bien con el círculo de mozalbetes amigos de Calderón, ni tan poco con su pragmática política. El hoy reciente ex secretario de Gobernación pertenece al ala dura del panismo; el de los abogados conservadores con billetes, el grupo que no quiere ver al PAN pervertido de hoy, el mismo al que pertenecen Manuel Espino, Vicente Fox, Diego Fernández de Cevallos, Santiago Creel. Los mochos, si usted quiere definirlo así.
Se recuerda --disculpe usted si falla la memoria, es culpa de Jack Daniel’s-- también como el primer secretario de Gobernación en la historia de México que recibe un zape por parte de grupos izquierdosos de esos que nomás hacen desmadre porque el desmadre es chido. Eso sucedió en Ciudad Juárez, donde le llamaban “asesino”, pero Gómez Mont salió a dialogar con los grupos y demostró que efectivamente: de protesta contra la violencia que se vive en esa parte del país, terminó en una bola de vándalos antipanistas fanáticos.
Mouriño y Gómez Mont, en opinión del más humilde de sus servidores, fueron buenas opciones; el español era hombre clave en la administración de Calderón, tenía carisma, su paso por la Oficina de Gobierno le dio un poder enorme para ser el interlocutor más autorizado del gobierno federal. Gómez Mont hizo lo que pudo, pero era difícil navegar en una canoa donde el resto rema en el sentido contrario, donde había grillas y era mal visto, pese a su reputación y renombre en las mesas del juego político y las cúpulas del poder.
El recientemente nombrado de apellido Blake por ahora sólo tiene el beneficio de la duda y muy poco perfil comprobado. Lo único relevante es que fue compañero de legislatura con Calderón cuando fueron diputados federales y que es secretario de Gobierno en una entidad que sólo tiene 5 municipios para gobernarse.
Pero tiene el beneficio de la duda, muy justificada por cierto.
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