30 de mayo de 2010

Reflexión futbolera



Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El futbol es sin duda el deporte más popular del mundo. Mueve masas, une gente, los confronta. En México hay toda una idiosincrasia al respecto; toda una cultura propia de cómo vemos y sentimos el deporte pambolero.

El América viene a ser la antitesis del equipo más querido: es el más popular y quizás con los seguidores más frenéticos: en Coatepec puede verse la tumba de un americanista pintada con los colores oficiales, y dentro hay desde llaveros hasta una bandera monumental de las Águilas; pero a la vez es el más repudiado, es el club que expresa una forma barata de filosofía a la mexicana: “Sólo los niños y los pendejos le van al América”.

En el fútbol --como debe ser también en otros países-- se ejemplifica el verdadero poder de las televisoras de señal abierta; los horarios se definen de acuerdo a los intereses de las televisoras; los jugadores actúan de acuerdo a los caprichos de las televisoras; los tiempos los manejan los concesionarios televisivos, las cartas de los jugadores, las asociación mexicana de futbol, etc. Prácticamente nadie, fuera del círculo televisivo formado por el monopolio Televisa y el minipolio Tv Azteca, puede joder y deshacer al futbol sin su consentimiento.

En realidad este autor es poco fanático del futbol. Disfruto más el tenis, sobre todo el femenil; me parece más agradable ver a Maria Sharapova dando gritos semi-orgásmicos cuando da los raquetazos a escuchar a la afición cada vez que despeja el portero del equipo contrario.

No obstante, los últimos partidos de la selección los he visto por circunstancias de mera curiosidad. El gran despliegue propagandístico que se ha hecho alrededor de la selección, su estreno en las redes sociales con sus consabidas discusiones ha hecho que más de uno tenga que ver los partidos y analizar el ambiente que le rodea.

Llama la atención un canal en el Facebook llamado “Haz Sándwich? , Mejor hagan GOLES!!!, pendejos!”, en contraparte al comercial tan saturado por la empresa Bimbo donde precisamente puede verse el fondo de la realidad pambolera de los jugadores mexicanos.

Un spot verdaderamente patético que muestra al veterano defensa Rafael Márquez con un balón en la mano izquierda y una bolsa de Bimbo en la derecha. El jugador hace como que no se decide, voltea la cabeza hacia ambos objetos en señal de duda, y finalmente tira hacia atrás el balón para quedarse con el pan: simboliza al jugador de la selección para quien es más importante el producto, el comercial, la billetiza mercadotécnica que el mismo deporte. Que para lo que se supone que representan a este país en el mundo, nos descubren cínicamente que el futbol pasa a segundo plano, lo que importa es el comercial, el dinero, ser famoso, que se traduce en más dinero. ¿Para qué demonios jugar bien, ser competitivo, si de todas maneras me pagan por anunciar chucherías?

Claro que el futbol es un gran negocio. Nos quedamos boquiabiertos por la gran cantidad de millones de euros, dólares, que los clubes europeos invierten en la compra de un jugador, pero a diferencia de México pues esos sí juegan… y bien. El europeo nos muestra que no sólo es pagar la millonada nada más porque sí, sino porque juegan bien, saben jugar y son jugadores redituables. Igual, los que no les sirven, como Ronaldo, van pa’ fuera.

Vaya, son deportistas que se convierten en ídolos a seguir. ¿Quién de los chavitos no quiere ser un Ronaldinho, un Cristiano Ronaldo o un Mezzi? ¿Quién no admira la fiereza de Ribery?

Por el contrario, en México los ídolos son inflados por los mismos intereses monetarios de sus dueños: las televisoras. Si bien Cuauhtemoc es lo mejorcito que se ha dado en los últimos años, la idiosincrasia mexicana nos lleva a vivir en su real dimensión: que se permite la indisciplina en la selección mexicana para que estos vayan a chupar y fumar, que se les permiten escándalos y chismes de espectáculos dignos de lo más bajo del periodismo de espectáculos, que el futbolista forzosamente tiene que vivir con los pies separados del suelo. Vivir en la inercia de una vida alejada de lo saludable, de lo futbolista.

Esto del futbol, con el gran arraigo en el público mexicano, nos dice que está bien para nuestras generaciones el ser futbolistas cahuameros; que una noche antes podemos ir a tragar alcohol y al día siguiente echar la cascarita; nos dice que podemos andar facilitando la prostitución artística de las televisoras, entrarle al chisme, gozar del escándalo: si Gio tiene su Belinda, ¿yo por qué no voy a andar con la flaca de los tamales?

Y esto es porque México vive, siente, ama, santifica el balompié. Una imagen de San Temo tan popular entre los fanáticos, nos habla que la religión y el fútbol las tenemos en el alma. Es la naturaleza de ver, sentir, vivir el futbol a la mexicana.

Verlos perder ante equipos de mayor magnitud como Inglaterra y Holanda, los aterriza por momentos en el fangoso suelo, pero eso sí: ahí siguen haciendo sándwich.

Una muestra de la verdadera apuesta que le tienen grandes consorcios a la efímera vida que tendría la selección mexicana en el mundial, es lo de las pantallas de Sam’s: si México llega al quinto partido, te sale gratis tu nueva televisión.

Este domingo gana 5-1 a Gambia, un país que ni siquiera va a jugar en el mundial, pero debemos suponer que merecen la redención de la mediocridad mostrada en años anteriores.

Y sí, no juego fútbol. Insisto: prefiero ver el tenis femenil. Ver a Sharapova, Higgins, Daniela Hantuchova, Dementieva, Kirilenko… ¡Ay, wey!... ¡Este… Orita vengo! Ahí quédense viendo a sus “ratones verdes”.

21 de mayo de 2010

¿Mamí, por qué nací pobre? y la justicia VIP


El procurador Ba.baz, por el Cartún

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.-
La clase política de este país más sus conocidos pudientes, influyentes, clase rica y cercana al poder; la misma que le paga las campañas, que también es asidua a tertulias para tomar cogñac, a compartirse secretos de alcoba, regodearse en la llamada élite, hoy nos recuerda que para ellos --o sea ¿no?-- justicia VIP; para la nacada, justicia a secas.

Los casos de la nenita Paulette y del Jefe Diego hoy nos vienen a ejemplificar como unas cuantas familias tienen el privilegio de tener amistades o poder para ocultar a la vulgar sociedad lo que prefieren que se mantenga en el ámbito de lo privado y para cafecitos o tragos en alguna casononona de Valle de Bravo.

Increíble desde un principio como en el caso Paulette, en ese afán de protagonismo electorero del gobernador Enrique “Gavioto” Nieto, se dijera que la niña inicialmente desaparecida era buscada por expertos peritos, perros entrenados, dizque agentes del FBI (que nunca se vieron) y casi casi el reparto de “CSI” y “La Ley y El Orden”.

La bazofia y tráfico de mocos y lágrimas también aprovechada por los medios, cómplice del teatrito de la familia de la nena, para vendernos una historia por demás enredada, patética, y cuya conclusión se da con un plumazo; engolosinados por el drama telenovelesco de la Procuraduría del Estado de México (y por ende, el Gobierno del Estado), hoy muchos en la conferencia al oír el dictamen final de 10 minutos asegurando muerte accidental, no habrán faltado los muchos que dijeron “Ay, no maaaaa… Bazbaz, otra vez”.

La realidad es que a Peña Nieto sí le hizo algo el viento a diferencia de Juárez: ha demostrado incapacidad para asuntos que podría tener control de daños; si éste era un ambiente fácilmente controlable, el caso se le salió de las manos a través de su procurador. Hizo un espectáculo mediático del cual no supo resolver al final.

En el caso de Chalco, ahí donde cada diez años terminan nadando entre caca, el gobernador mexiquense tardó en reaccionar, en aparecerse; mandó cobijitas y despensas para los descamisados, pero cómo pensar en irse a dar una vuelta en lancha o mojarse las piernas con aguas negras. Nel, menos con un forro como la Gaviota a la que seguramente no le gusta que huelan las patas a excremento.

Así Peña Nieto transcurre ya en dos casos graves (y falta la tapadera de su antecesor Arturo Montiel) en su entidad, y que quizás en medios no tenga un impacto negativo por la gran inversión publicitaria que realiza, pero ante los que mandan en este país, la mafia política que la controla, ya demostró que está muy verde, casi semilla, para aspirar a Los Pinos.

Pero volviendo al caso de la justicia VIP, en serio que indigna cómo se lleva el caso del Jefe Diego; ya su ex empleado Fernando Gómez Mont --quien también cobra en este país como secretario de Gobernación—pidió prudencia a los medios de comunicación para que no se informe del caso.

Televisa le atoró a lo anterior y de plano dijo que ya no iba a informar nada (aunque algunos malosos dicen que eso lo tienen haciendo como 30 años). Ahora ya se rezaga informativamente, porque la inercia de la importancia del caso rompe con esa sutil censura.

También impensable que un presidente de la república se haya encargado personalmente de coordinar la búsqueda del ex candidato presidencial.

Digo, ya sabemos que Fernández de Cevallos no es cualquier naco mexicano que pueda ser secuestrable; se trata del Jefe Diego, quien lamentablemente ilustra que pese a su “nivel social” y de “poder” también es víctima de la delincuencia que impera en el país.

Lo que sorprende es que aún estando desaparecido, todavía tiene la influencia para pedir callar a los medios, pone a su disposición al aparato del estado y quizás --esta ya es jalada mía-- crean una fiscalía especializada para localizar a Diego.

Neta, ma’, ¿por qué tuve que nacer pobre? ¿Por qué no puedo tener justicia VIP como esos fufurufos?

19 de mayo de 2010

¿Estamos volviendo a los tiempos de la guerra sucia?

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El día de ayer, en el portal EnlaceVeracruz212 comentábamos sobre el asunto de personas “levantadas” por un supuesto grupo de inteligencia militar que arribó hace cerca de una semana a Xalapa. Que apenas antier apareció una de estas personas levantadas, un mecánico de nombre José Daniel Vargas Ramírez, quien denunció haber sido detenido por militares para interrogarlo con torturas.

Al señor literalmente le frieron el ano con electricidad. Después lo dejaron abandonado en un fraccionamiento a su suerte.

De las cuentas por informes extraoficiales, se sabe que todavía permanecen desaparecidas al menos 6 personas, las cuales han sido detenidas en la región de Veracruz, Cardel y Xalapa.

Estos grupos han sido detectados a lo largo de la entidad con vehículos particulares, así como han tomado moteles en las afueras de Xalapa como centro de operaciones.

Subrayamos: grave si se trata de grupos militares disfrazados de civiles enviados por el gobierno federal para operar con impunidad en el estado, deteniendo a supuestos “halcones” (vigilantes de la delincuencia organizada) y bajo tortura hacerlos confesar.

Desde que medios de comunicación dieron cuenta de la presencia del grupo de inteligencia militar operando en Xalapa, ya nos ponemos a pensar si entonces ya la mal llamada “guerra contra el narco” se está haciendo al puro estilo de los tiempos del priato oscuro, donde a los subversivos, a los críticos del gobierno, a las guerrillas, literalmente las desaparecían; personajes como Rosario Ibarra de Piedra hasta el día de hoy pide que le digan dónde está su hijo Jesús.

Lo que cabe analizar es que los tiempos son diferentes: era un partido que era dueño de todo: del balón, del estadio, del árbitro, de las porras; era indiscutiblemente el poder oligárquico al que no se le cuestionaba nada, porque ni siquiera habían los espacios. No había siquiera oposición.

Hoy es diferente. Incluso el partido en el poder ha demostrado que en términos de manejar el poder es totalmente incapaz, deficiente. Con Fox, más bien parecía burla; con Calderón ha sido más una estrategia de guerra con los ojos cerrados y decisiones que se ventilan con humos etílicos.

Hoy también es diferente porque hay más medios de comunicación. Hay Internet. Lo de Copala, Oaxaca, donde mataron a un activista finlandés, tal vez en tiempos del priato nunca se hubiese sabido. Hoy, por más que las autoridades oaxaqueñas se hicieron guaje, la noticia trascendió en cosas de minutos.

El querer reutilizar a los grupos de guerra sucia en estos tiempos donde todo es diferente, ha cambiado y la inercia de la modernidad en las comunicaciones ha dado pasos agigantados, es un suicidio: fueron los mismos comunicadores quienes dieron cuenta de la presencia del grupo de “inteligencia militar” en Xalapa.

Hoy se sabe que ni a los informadores del CISEN que reportan a la Ciudad de México, le responden sobre la presencia de grupos militares haciendo “interrogatorios” en el estado. Dicen desde la capital que es mentira, que no tienen informes al respecto.

Vaya, la inteligencia civil, la que debe prevalecer en estos tiempos, totalmente desplazada por la fuerza militar, honorable, pero opaca, con nula transparencia.

7 de mayo de 2010

Te abro.
Quito tu envoltura.
Te dejo caer suavemente.
Te mojas.
Sueltas tu aroma,
tu jugo,
dejas fluir
la seducción del agua.
Es caliente,
Reposas.
Te respiro.
Eres humeante.
Hueles a limón.
Te tomo entre mis dedos.
Sorbo una gota de mis yemas.
Te endulzo.
Humedeces mis labios,
te derramas en mi garganta.
Caliente y mojada
llegas a mi vientre.
Así como el té,
bebo tu recuerdo
todos los días.

5 de mayo de 2010

Mi mejor amigo

La fotosíntesis

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiazgmail.com.- Espalda fría, pared fría. Un moco se escurre como lágrima por encima del labio, se entrelaza con los escasos vellos de un remedo de bigote y se lanza al vacío para estrellarse en la panza.

Anunciaron frente frío. Hace calor… ¡Qué daría por tantito sopor! No basta con tener la ventana abierta para dejar que pasen… tres o cuatro bocanadas de aire fresco cada 10 minutos. Puro maldito chaquiste.

Tengo ganas de escribir. Son las 3.29 de la mañana, pero no tengo nada en la mente más que muchos mocos aspirados para que no caigan sobre la valiosa portátil. Me duele hasta la choya, porque seguramente ahí, en la frente, tengo ya una colonia de secreciones paracaidistas que encontraron un lugar para establecerse y causar molestias.

Sólo veo dos puntos en la habitación. Dos leds: uno amarillo y otro azul. Prendo la tele, pero en el History Channel siguen igual de fatalistas: que el mundo se va a acabar, que Nostradamus, que Hitler, que los nazis, que las guerras; para ser canal histórico, más bien parece apocalíptico.

Quiero ver pornografía. Vamos al internet: una canadiense rebelde. Una adolescente rusa que siempre tiene 18 años. Que la Lohan va a hacerla de “garganta profunda”, ese legendario personaje que tenía el clítoris en la garganta.

Podemos escuchar a The Who: “Teeneage wastelaaaaaaaand… It's only teenage wasteland”… “No one knows what it's like… To be the bad man… To be the sad man… Behind blue eyes”… “Who the fuck are you?”

Espera. Miro al techo blanco (jeje, albur involuntario). Ahí está un churrumino. Supe por un amigo de la secundaria de apellido Assante que se trata una especie invisible de insecto que se aloja en el cabello; se debe proceder con cuidado, tomarlo con los dedos índice y pulgar, e inmediatamente ser ingerido para que su podredumbre sea en los ácidos estomacales.

Hasta donde supe, nunca hubo una epidemia en la Justo Sierra. Al menos nunca supe de alguna revisión de churruminos. Contra piojos, sí, pero no los churruminos.

Pero ahí está, detrás del foco. Escondido inocentemente tras un cristal abombado para crear vacío, a un lado del filamento. Cree que no lo he visto porque estoy escribiendo en la oscuridad, pero esos ojos verdosos como de medio milímetro cada uno son penetrantes; hacen que el foco tenga un par de puntitos verdes como los leds amarillo y azul.

Ahora son cuatro: amarillo, azul y un par de verdes acechantes.

Hasta donde sé, dicho ser no es agresivo. No toma la iniciativa de atacar, no se avienta al ruedo así nomás porque sí. No sé si tenga colmillos, dientes, esté chimuelo o tenga boca de lamprea.

Desconozco si tiene alas… Si defeca, fornica, toma alcohol, chupa sangre, come excremento… Yo sólo sé que escucho a la casa del sol naciente: “Oh mother tell your children. Not to do what I have done. Spend your lives in sin and misery in the House of the Rising Sun”…

Yo sigo escribiendo. Me falta un cigarro, putísima madre… Ya está “White Room” de Cream, y yo sin un pinche cigarro… ¡Ah, la guitarra Fender del Clapton parece que tiene vida propia!

Sigo escribiendo porque no creo que la pequeña bestia tenga las intenciones de atacar; no le veo en sus ojos fosforescentes alguna malicia para causarme daño mientras escribo un relato de mi desvelo. Quiero pensar que está agazapado pero para estar alerta de su depredador natural, no para invadir.

Tengo que confesar que me estoy dejando crecer el cabello, lo cual sería un refugio ideal para el churrumino… Comfortably numb: “Just the basic facts… Can you show me where it hurts?”, quiero un cigarro, chingao. Estoy inspirándome más y más en estos primeros segundos de las cuatro de la mañana, oyendo, consumiendo lo que es más efectivo que un pasón de mota, pero no tengo un miserable cigarro.

El churrumino permanece tras el foco. Debe estar muy limpio porque acabo de cambiarlo, luego de que aquí la instalación es más vieja que la nieta de la señora que vende tamales al lado del señor que vende elotes. Ahí permanece, ad hoc, “confortablemente aturdido”; hace los ojos como gato: hace como que te ve, pero no te ve, o sí te ve, pero hace como que no, porque le pesa más evitar la fatiga.

“Manic Depression” de Jimi Hendrix. Esta noche es de guitarras Stratocaster… y de calor... ¡Ah que pinche calor, no mames! Un moco se escapa, gotea, toma su bandera hecha de moco más seco desde las entrañas de mi nariz y se lanza al barranco que forma mi piel. Allá se estrella y se hace agüita. Murió por la patria.

Soy preso de este aposento, sólo por quererte amar… No es una canción que esté escuchando. No puedo romper con el ritmo, así que tengo a Killer Queen, de ídem. Es sólo que me acordé de esa nena.

Ya me recosté con una almohada en la cabeza y la computadora sobre una pierna. La pared fría solamente me está congelando la espalda. Me pica el culo: deben ser las lombrices, pero por si las moscas veo a ver si está el churrumino todavía escondido en la inmensidad oscura de la habitación, allí tras el foco. No vaya siendo que busque entrarme.

Ahí están los ojos. Bien, tengo lombrices.

Por momento siento que este relato no tarda en estancarse, porque el peso de la madrugada, la noche tan solitaria y la penumbra tienden a ser aburridas luego de largo rato de no hacer nada. Me vuelvo a sentar en la cama con la computadora sobre las piernas siguiendo el ritmo que tenía antes… ZZZZzzzzzz, sueño.

Bostezo, les digo que me iba a estancar…

Weuw… Weuw… Weuw… Weuw… Weuw… Weuw… Weuw… Weuw… La guitarra de Clapton en “While my guitar gently weeps”.

Llevo tres hojas de reverendas mamadas… Clin, Clin, Clin, Clin, Clin, Clin, tirirín, la lira de Page en “Stairway to heaven”…

Ya me voy a dormir. Buenas noches, mundo cruel; buenas noches, gata cruel; buenas noches foquitos crueles; buenas noches churrumino… ¿Churrumino? ¿Dónde se metió? ¿ Dónde está?

Cuento los leds: uno amarillo, uno azul… ¿dónde demonios están los verdes? Veo unos rojos, pero no los verdes… Espera, ¿rojos?... ¿Dije “rojos”? Esos los tengo justo encima de mi, viéndome con sadismo, como si fuera el mero pituche.

Trato de no moverme mucho… ¿Qué se hace en estos casos cuando un churrumino se vuelve tan amenazante? Espera… ¿sí es el churrumino? ¿por qué los ojos rojos ahora? ¿No será otro bicho? ¿No será que imagino el rojo por estar escuchando “Red House” del maestro Hendrix?

--NO, COÑO, SOY YO.

No-ma-mes. A-su-ta-pu-dre-ma… El churrumino puede hablar; peor: puede leer la mente, porque yo no dije nada.

--SI, COÑO, PUEDO LEER LA MENTE Y HABLAR. TE PUEDO MENTAR LA MADRE TAMBIÉN PORQUE SOY DE ALVARADO.
--¿Y qué es lo que quiere, señor…?—
--TURRUBIATES. PERGENTINO TURRUBIATES.
--¿Usted es un churrumino?
--ASÍ ES, Y TIENE RATO QUE LO OBSERVO MOVERSE EN LA CAMA. DEDUZCO QUE ESTÁ PASANDO OTRA VEZ INSOMNIO.
--Creo que sí… Pérate, wey, ¿cómo que otra vez? ¿Cómo sabes que padezco insomnio?
--LO VIGILO DESDE HACE RATO. LO QUE ME SORPRENDE ES QUE FUERA LA PRIMERA VEZ QUE SE DÉ CUENTA DE MI PRESENCIA.
--Es que la verdad no me acordaba de los churruminos.
--¿YA SABÍA DE MI EXISTENCIA?
--En la secundaria un amigo me habló de ustedes. También recuerdo que tenía un juego sexual con una compañera donde le decía que tenía uno de ustedes en el cabello, pero era pretexto para tocarla… ¿quién no? Su pelo olía a rosas… Pero ¿por qué me habla a gritos?
--SI TE DAS CUENTA, SOY ALGUIEN CUYO TAMAÑO NO SE APRECIA A PRIMERA VISTA. SOY MILIMÉTRICO, APENAS PERCEPTIBLE. MUCHOS NI SIQUIERA SABEN QUE EXISTO. TENGO QUE GRITAR PARA QUE ME ESCUCHES.
--Yo creo que estoy soñando. Usted era un bicho imaginario. Alguien que nada más era el pretexto para oler el cabello olor a rosas de esa niña. Si acaso para castrar a alguien con un mal chiste.
--SI ESTAS SOÑANDO, ENTONCES CÓMO ES QUE NO DEJAS DE ESCRIBIR SOBRE NUESTRA CONVERSACIÓN…

Ya para esto iba a la mitad de la cuarta hoja transcribiendo el diálogo con Turrubiates. Tenía razón: no podría estar soñando, porque todavía escucho a The Who, a Velvet Underground, vaya le cambié a un tal Newman que ni conozco para poner “Badge” de Cream… Es más, le cambié varias veces hasta llegar a “Sunny Afternoon” de los Kinks.

--¿Y se le ofrece algo Turrubiates? ¿Un Nescafé, un te, agua?
--ASÍ ESTOY BIEN, EN REALIDAD VENGO POR TUS MOCOS.
--¿Por mis qué?
--VEO QUE ESTAS ESCURRIENDO TUS FLUIDOS NASALES.
--Nel, pero yo por qué… Además, son míos. Mire, ya casi ni escurro, tengo todo constipado.
--PERO TIENES MUCHOS ACUMULADOS EN LA CABEZA…

Ya me dio en la madre Turrubiates. Ahora no sólo ya me espantó el sueño, sino que amenaza con meterse en mi cabeza… “Whoooooo are you uh-uh uh-uh?”

--¿Y qué si me niego?
--NO TIENES QUE NEGARTE, SIMPLEMENTE OCURRIRÁ… ¿SABES? MUCHOS HUMANOS NI CUENTA SE DAN CUANDO NOS METEMOS A COMERNOS LOS MOCOS. NO SABEN QUE INCLUSO ES VITAL DICHO PASO PARA QUE VIVAN, PUES ES PARTE DE LA FOTOSÍNTESIS.
--Ay, no mames, Turrubiates…
--MIRA, LOS CHURRUMINOS TENEMOS SIGLOS DE EXISTIR. MUCHO ANTES DE QUE DIOS UN DÍA SE LEVANTARA CON GANAS DE CONSTRUIR EL MUNDO EN SIETE DÍAS, YA TENÍAMOS COMO DOS SIGLOS VIVIENDO TRANQUILAMENTE. ÉL HIZO LAS PLANTAS Y VIO QUE ERA BUENO; DESPUÉS HIZO AL HOMBRE Y DIJO “YA QUE PEDO”, PERO ANTES DE LAS PLANTAS, NOSOTROS HACÍAMOS EL OXIGENO.
--¿Y ahora que hay plantas?
--PUES NOS ADAPTAMOS AL HOMBRE, Y SUS DESECHOS NASALES SON NUESTRA FUENTE DE CONVERSIÓN.
--Oye, pero…

Turrubiates no pidió permiso. Ya había sido suficientemente diplomático para hacer entender que no iba a requerir autorización para meterse a la nariz, llegar a la frente del cráneo y combatir la mucosidad invasora. Que instalado ahí, llegaría al cerebro para controlarme; que el Pablo Jair que acostumbran ver iba a ser en realidad Pergentino Turrubiates disfrazado de mí.

Pergentino llegó al cerebro… Estoy… saliendo por la nariz… me agarro de un pelillo, caigo por la fuerza de gravedad… Soy un moco hecho lágrima y me estrello. Ya no soy Pablo Jair.

Ahora yo lo acecho. Escondido detrás de este foco que siempre es nuevo porque la instalación eléctrica siempre ha estado jodida. Cambio mis ojos verdes a rojos y me poso sobre su cabeza y lo veo escribir:

“Espalda fría, pared fría. Un moco se escurre como lágrima por encima del labio, se entrelaza con los escasos vellos de un remedo de bigote y se lanza al vacío para estrellarse en la panza…”

2 de mayo de 2010

Doble moral del racismo en México

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Las noticias de esta semana fueron todas en un sólo sentido: posturas azotadas de la clase política, arrancarse a jirones la camisa, poner el pecho para recibir las balas. La razón: la aplicación de una ley en el estado de Arizona que pone en la mira a los latinos, y especialmente a los mexicanos.

Los gringos, pienso, tal vez ya se dieron de nuestro plan de ir recuperando lo que nos arrebataron hace siglos, mandando hordas de mexicanos desempleados a ir plantando la bandera del águila y la serpiente en suelo del tío Sam.

En un plan menos mafufo, parece sorprendente que el gobierno en sus tres niveles condene, señale, promueva boicots, siembre enojo en la población contra una gobernadora estadounidense y una ley que esperamos tengan remedio.

Es verdad: no hay cómo justificar una ley racista, pero nos preguntamos si de este lado existe la autoridad moral para pedir que no se maltrate, rechace, se aplique el racismo con los connacionales expatriados, si los que pasan por México desde Centroamérica y otros países del mundo sufren peores penurias.

Usted entreviste a un inmigrante que sea capturado por policías mexicanos y le van a dar la respuesta más dolorosa: “El problema no es llegar a los Estados Unidos; es pasar México”.

En Acayucan, ¿cuántas veces no se han encontrado a meretrices de origen centroamericano que son obligadas a prostituirse?

Se critica la presencia en el escenario del sheriff americano Joe Arpagio, quien realiza redadas contra los de piel morena en base a su juicio intolerante… ¿Cuántos jefes de la policía o del Ejército no lo son incluso hasta con sus propios compatriotas? ¿Cuántos de ellos no serán igual o peor de ignorantes?

¿Cuántos policías no participan de forma directa en el tráfico de humanos? Los recogen, los secuestran, los “arrestan”… ¿Cuántos no lo hacen de manera indirecta al proteger a las mafias que los raptan en Coatzacoalcos?

Vaya, no es de a gratis que exista por momentos plena desconfianza y hasta repulsión hacia las fuerzas armadas y policiacas que se supone deben proteger a la población, pero que parecen hacer todo lo contrario con niños asesinados en retenes.

¿No somos racistas? Una esposa de un alcalde veracruzano en alguna ocasión se vistió con sus mejores ropas para acudir a una gira del DIF estatal a los barrios marginados; al recibir los reproches, la señora preguntó cuál era el problema: “¿Pues qué no íbamos a ver pobres?”

¿No somos intolerantes? Cuando el panista Alejandro Cossío era delegado de Migración en Veracruz, saltó a la fama porque hizo un escándalo por intentar sacar a la fuerza a un turista chino que había sido estafado en México y se había refugiado en un albergue católico.

Aquí en Veracruz, hasta hace poco el debate era que si había posibilidad de que los homosexuales adoptaran niños, lo cual fue rechazado con un rotundo NEL, PASTEL… Que si se casarían aquí, futs, la derecha veracruzana arremetió con todo y dijo que Diosito está en contra de ello.

Buscamos y buscamos dónde demonios lo dijo y cuándo lo dijo Diosito, pero pues no hallamos esa declaración divina, pese a que en Veracruz existen etnias que respetan de manera honorable a los hombres que se visten de mujeres, llamados Muxes.

Qué decir del trato que le tenemos a nuestros propios indígenas, cuya situación no les ha cambiado desde que llegaron dizque a conquistarlos. ¿Cuántos tienen acceso a educación y salud? Vaya usted a Soteapan y resulta que ahí los médicos atienden de 9 a 11, y sólo de lunes a viernes

¿Cuántos indígenas tienen acceso a los servicios básicos de vivienda: agua, drenaje, luz? ¿A cuántos no le regateamos un mueble que se nos hace caro si nos lo dan en 200 pesos, sin ponernos a pensar lo que caminó todo el día para venderlo?

¿A cuántas marchantas no le pedimos rebaja a la verdura que vende para conseguirla más barata sin pensar si la señora con esos 15 pesos le alcanzará para comer hoy?

En serio, si algo no nos pueden enseñar los gringos es a ser racistas. Aquí lo somos por naturaleza, nomás que nos hacemos los occisos.

Ah, pero eso sí, qué poca madre de la gobernadora de Arizona…