31 de marzo de 2010

La moconovela mexiquense

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Experto en dramas televisivos, baratos, mal argumentados y burdos, el gobierno del Estado de México --y en consecuencia, el gobernador Enrique Peña Nieto--aparentemente acaban de finalizar una tragedia que los medios “nacionales” quisieron vender como el drama del año.

Triste, es cierto, pero la cobertura mediática más la pobreza investigativa demostrada por las autoridades mexiquenses, todavía vino a echar a perder más lo que pudo haber sido una tragedia como la del bebe Lindbergh, pero que --chafas como ya son las novelas mexicanas-- nos deja claro el nivel dónde se juega con un caso real de una niña desaparecida, para convertirlo en el escenario que demuestra la incapacidad de la policía mexiquense.

Mucho más que el ridículo hicieron los de la Procuraduría de ese estado cuando fueron exhibidos como ineptos; un viejo policía jarocho decía que nomás era cosa de tantita lógica: si la niña no camina bien, padece de sus facultades, y tiene dificultades para desplazarse, lo más lógico hubiese sido que se buscara a fondo dentro de la casa para asegurarse que la niña Paulette no estaba ahí.

Que hasta resulta poco creíble la frialdad de una señora madre (a la que nadie le cree la lágrima y ya le pesan los señalamientos populares de culpabilidad) para llevar a los reporteros a la recámara de la niña, sentarse sobre la cama donde estaba su cuerpecito, y decirle a todo México que por favor “el que la tuviera, que la cuide mucho”.

El comentarista de Milenio hacía la siguiente observación: “No soy perito, pero ¿qué no la recámara debería ser la escena del crimen preservada?” La respuesta de la reportera en el lugar de los hechos hacía referencia a que sí, efectivamente hubo indagación de peritos en el lugar porque había polvo para detectar huellas, pero increíblemente nunca encontraron el cadáver de la pequeña que estaba en sus narices.

Para esto, el gobierno del Estado de México, experto en crear fenómenos televisivos patéticamente mediáticos, como la relación sentimental entre Peña Nieto y “La Gaviota” con miras a la candidatura presidencial del mandatario mexiquense, hizo toda una parafernalia para hacernos creer que James Bond, CSI, el Belascoarán, Sherlock Holmes y hasta Jack Bauer estaban tras los pasos del villano o villanos que podían haber desaparecido a la pobre niña.

Diez días buscando “evidencias”, policías fuertemente armados y encapuchados cuidando quien sabe qué en un departamento de lujo vacío luego del hallazgo del cadáver… En fin, un circo mal hecho como los que arma Peña Nieto.

Ya ahorita ni la Gaviota lo salva. Ya de por si todo México ya estaba hasta el copete --jeje, copete-- de la melosa relación personal.

Lo triste es que un caso tan grave para la justicia mexiquense, en lugar de demostrar capacidad y eficacia, lo único que hizo fue descubrir la realidad un gobierno frívolo enfocado a promover una candidatura presidencial a través de la difusión en medios de información.

Precisamente la cercanía geográfica del Estado de México con el Distrito Federal (donde se asientan los medios de alcance nacional) convierten temas locales como la desaparición de la niña Paulette en todo un evento que, según criterio chilango-mexiquense, merece toda la cobertura en páginas, noticieros, estaciones de radio.

La agenda de la semana fue la desaparición de la niña. Nos recuerda al caso de Mayito Bezares, actualmente perdido en el olvido. Toda las chinches mañana y gran parte de los recientes días nos tuvimos que chutar el caso de la niña Paulette.

¿Por qué no se le ha dado la misma cobertura a otras niñas desaparecidas, por ejemplo, en Ciudad Juárez? ¿Por qué no hacer condena, crítica, cobertura, a lo que ocurre en el país, donde mueren niños a manos de soldados o sicarios? ¿Por qué no hablar de situaciones graves donde un grupo de matones se mueve impunemente en regiones importantes como la de Tuxtepec?

Si el caso merecía tantos reflectores, si era tan importante, ¿por qué no hizo acto de presencia el Procurador para no hacernos pensar que Batman estaba investigando el caso? ¿Para qué tanta vigilancia lista para las fotos, si ni siquiera supieron buscar dentro de una casa de dos pisos?

En fin, es muy triste y nos unimos al dolor de la pérdida de un ser tan inocente que a la vez es víctima de una utilización política y mediática, que sólo exhibe las deficiencias de un gobierno que le gusta la cámara y unos medios que se derriten por Peña Nieto.

El polémico video de Erykah Badu

29 de marzo de 2010

La barbarie mexicana contra niños

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Sentados en una mesa de Boca del Río, se discutía sobre la violencia que azota al país, pero especialmente por los ejecutados que se dejan destazados, con rasgos de una aniquilación que hasta hace poco sólo se pensaba de asesinos seriales allá en los Yunaites.

Estos actos atroces, dignos de competencia solamente para rastros o carnicerías, nos han llevado a imágenes crudas de una violencia que en México no se recordaba, salvo en Veracruz las muertes de los indígenas otomíes en Ixhuatlán de Madero y el asesinato de Felipe Lagunes “El Indio”, que son destellos de un oscuro pasado en tierra jarocha.

Allí, en la mesa, se planteaba que todo es debido a ejecutores de orígenes centroamericanos: lo mismo que dicen los analistas especializados en el tema del narco, cuando subrayan que son kaibiles (fuerzas de élite guatemaltecas) los que se encargan de hacerle al matadero humano.

A estas alturas bien vale la reflexión de que si bien como mexicanos nos horroriza una violencia que a la vez tristemente se está convirtiendo en parte natural y monótona de nuestros días, ya de igual manera no debe sorprendernos que hayamos alcanzado a nuestros sangrientos antepasados.

Si las guerras de nuestros aztecas y mayas pusieron el Jesús en la boca a los españoles que nos vieron muy prehistóricos y salvajes, en plenas celebraciones de sendos centenarios revolucionarios también debemos regocijarnos para decir orgullosamente que ya volvimos a la época donde asesinábamos niños.

En esta guerra por demás estúpida y mal planeada contra la delincuencia organizada, los primeros en estrenarse fueron quienes se suponen protegen a la población: los militares, cuando en junio de 2007 mataron en Sinaloa a balazos a dos niños y familiares.

Los jóvenes ejecutados de Ciudad Juárez, los estudiantes del Tec de Monterrey, y recientemente los 10 niños de Durango, ya nos coloca en los primeros lugares de lo que se supone entre mafiosos era un código inviolable: nunca contra niños.

En Tabasco, el año pasado, una familia de un policía estatal fue arrasada a tiros y los niños escondidos bajo las camas tuvieron la misma suerte.

Hoy ya no podemos como mexicanos echar la culpa a soldados centroamericanos entrenados por los Estados Unidos, sin ponernos tantito a pensar que la “guerra” mexicana ya alcanzó a los seres más vulnerables e inocentes; que las balas y armas fabricadas en Israel o en casa de la chinada, ya son portadas por manos mexicanas sin escrúpulos, sin el menor recato para disparar sólo por disparar.

Sean sicarios o sean soldados, no dejan de ser unos hijos de su tapudrema compatriotas que el día de hoy ya no enfocan el plomo a los enemigos, sino a donde más duele a los deudos, familiares y a México en general.

Ya como mexicanos, nos podemos dar el lujo de colocarnos en la listas honorables de tener la ciudad más violenta en Juárez, Chihuahua, donde piden hasta la entrada de los cascos azules.

Ahora, igual a esos tiempos de la pre-conquista a la indiada, los güeros se horrorizan hoy y dicen “Nel, pastel” ante quien se le ocurra visitar un país donde hace 500 años sacábamos corazones y hoy los perforamos a balazos. Canadá pide que mejor vayan a Europa. En Acapulco el puerto se llenó de springbreakers y muertitos.

Vaya hasta al turismo han matado. Lo que se supone podría sacarnos del catarrito, no tiene ni chance de asomar la cabeza.

Es la infamia. México dentro de varios años podrá estar también en la lista de países con una barbarie particular: no es contra un país, no es contra intereses extranjeros, es contra los propios mexicanos. Las cifras que rebasan los miles por mes se equiparan al número de muertos en cualquier guerra.

Y así nos van a recordar, así que mejor agarre su garrote y jálele las greñas a su vieja. Ya de una vez que conozcan cómo somos de primitivos.

24 de marzo de 2010

Lo que le falta al Tajín



Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Una semana en la zona arqueológica de El Tajín, a diez años de su creación, nos vuelve forzosamente a recordar lo que eran esos tiempos donde apenas el Internet nacía, el celular era novedad y las cámaras digitales eran como cosa de la Guerra de las Galaxias.

A diez años de la Cumbre Tajín, en ese entonces quisieron promoverla como el “Primer Equinoccio o Primavera del Milenio”, y tuvieron que renombrar porque la comunidad científica y académica hizo ver a medio mundo que el primer equinoccio y primavera eran en 2001.

En ese entonces, lo que entonces era la Sala de Prensa actual prácticamente no existía, pues más bien era un centro de cómputo que regularmente permanecía vacío; que las salas de redacciones tenían que ser trasladadas a los hoteles de Poza Rica para que entonces los periodistas pudieran transmitir a sus medios de información.

Era un despapaye entre viajar de El Tajín a Poza Rica, y ahí veía usted a los camiones ir y venir con los periodistas que les urgía mandar la información, todavía por fax, teléfono y computadoras de escritorio, porque el que tenía laptop, era algo así inalcanzable y fuera de este tercer-mundo.

A diez años, el asunto de la sala de prensa sigue siendo, pues… tercermundista. Aunque ya existe un espacio propio para que los reporteros puedan cómodamente instalarse en un área específica para realizar su labor, la realidad es que todavía el Internet pareciera que lo instalaran para que viaje vía mecate o que de plano se trate de un ciber de rancho.

Eso quizás fue lo que más fue el tache para esta nueva edición de El Tajín, y lamentablemente hasta parte de la tradición, pues la “red de redes” siempre ha sido una lata.

Hay quienes recuerdan cuando se iban a revelar fotografía a Poza Rica, y entonces encontrar un ciber café en Papantla de esos de tres o cuatro computadoras cuyo procesador es más lento que la cicatrización del alma. Que te topabas con algún imberbe que a duras penas le entendía al escáner, y al idioma de “resolución, pixeles, megas”, pero que ahí el ingenio periodístico tenía que salir a flote porque la información es y siempre será imprescindible.

Los caminos y señalamientos alrededor de la zona que rodea al parque temático y la zona arqueológica son casi nulos. Todavía se pueden apreciar los que dicen Tajín 2000, los que construyeron para la primera edición, pero destacaba más el hecho de que no había pendones o algo que adornara y señalara que usted se aproximaba al evento.

La carretera de igual manera deja mucho que desear. Hoyos, piedras, reparaciones en plenas curvas que causó un fuerte accidente en plena cumbre. Partes donde ni siquiera hay acotaciones para indicar topes o carriles, mucho menos en inglés, si la onda es impresionar al turismo extranjero.

Por cierto que en esta ocasión fue muy palpable la ausencia de extranjeros; contaditos los gringos o alemanes que andaban por ahí deambulando. Igual en el caso de la prensa: la mayoría del puerto, de Xalapa, locales o chilangos.

En fin, también muy obvia la ausencia de funcionarios importantes; ahí nos enteramos que el rector Raúl Arias Lovillo ni se ha parado en la Cumbre Tajín desde que asumió la cabeza de la máxima casa de estudios de Veracruz, o que el Nicho de la UV no luce como debiera.

De la presencia del secretario de Turismo, Ángel Álvaro Peña, ni sus luces. Pareciera más bien que los funcionarios encargados de áreas estratégicas como las de comunicación y turismo, estuvieron ausentes o presentes solamente cuando el gobernador y su esposa daban su vuelta por la zona.

Y así como hubo cosas criticables, bien por la organización en el área de Relaciones Públicas de Comunicación Social, con la participación destacada de Mario Robles. La comida fue otro punto a favor: en verdad que esta vez se lucieron para la comilona a la prensa. El último día, de plano a atascarse con el puré y las costillas.

Bien el asunto de seguridad: la venta controlada de cerveza no sólo en el parque temático o las ruinas, sino también en los alrededores. Fuera del parque y de un Modelorama frente a la zona arqueológica, la venta de cerveza fue regulada con horarios estratégicos intercalados y no después de la media noche, para evitar que se desbordaran los ánimos.

En el concierto donde estuvieron Natalia Lafourcade, La Maldita Vecindad y Plastilina Mosh hasta se detectó que alguien no se aguantó las ganas y prendió su churrito para alucinar, pero fue intervenido inmediatamente.

Por cierto que en el Nicho de la Música (recinto de los conciertos) una traba principal para los fotógrafos fue la instalación de una molesta grúa de Radiotelevisión de Veracruz que a la de fuerzas se atravesaba como para fastidiar nomás adrede. Se entiende que ellos realizan su trabajo, pero también uno hace el suyo y merece el mismo respeto aunque no sea el medio oficial del estado.

Por cierto que los intervalos entre concierto y concierto duraban una eternidad. Para esperar al siguiente artista era entre media hora y una completa para que los señores de audio, tramoyistas, jalacables, etc., pudieran terminar de acomodar, afinar y medir los niveles de audio. Los conciertos se extendían hasta las 3 o 4 de la mañana, innecesariamente.

En fin, la Cumbre Tajín que cumple su década en tiempos modernos y a poca distancia de lo que era el periodismo de la vieja guardia, todavía tiene detalles que componer. Sin duda cada año se planea mejor, y se espera que las ediciones que vengan sean precisamente así: mejores.

Digo, Fidel continuó lo que Alemán empezó. Llegue quien llegue, tiene que hacer lo conducente.

5 de marzo de 2010

Para prevenir el suicidio

Antes de querer suicidarse debe tener un razón poderosa.
No debe una decepción romántica, ni arrebatos pasionales.
Debe ser algo que valga la pena
para la bala,
para la soga,
para la pócima,
para la navaja.
Piense bien su motivo para quitarse la vida.
Pueden ser cosas personales o del trabajo.
Puede ser testigo de la muerte de un cachorro
y sentir que éste no tiene la culpa de la miseria humana.
O puede ser que esté harto de trabajar con soplanucas,
y frígidas viejas también.
Reflexione si en realidad cambiarían en algo las cosas.
Si su muerte será sentida y será comentada.
O si nadie se acordará ni mierda de usted, mi amigo suicida.
Si ya tomó la decisión, entonces convenga el modo de irse de este mundo.
Si posee usted un arma de fuego,
de preferencia calibre 22,
--en lo personal, me gustan las Ruger--
entonces apunte bien a la cabeza,
o meta la pistola en su boca.
Trate de no dudar al momento
de jalar el gatillo,
ni tampoco zarandeé mucho el brazo,
porque puede fallar.
Y entonces será más mediocre,
inútil,
hasta para quitarse la vida con un estruendo.
Pero si no posee una pistola hay otras opciones.
Quizás no le gustan las armas de fuego.
Es muy cobarde para disparar una,
o muy pobre para poseerla.
Pobre de alma.
Pobre de dinero.
Pobre de valentía.
Miserable.
Que se piense que le doy más motivos para morir.
Tiene otras opciones, como la soga.
Enredarse el pescuezo puede ser divertido:
David Carradine y Michael Hutchense
lo disfrutaron más allá de lo permitido.
Tarda unos minutos, pero es igual de efectivo,
sólo que necesita el coraje y los huevos
para quedar guindando,
sin poner los pies en la tierra.
Quedarse ahí colgado,
con cara de pendejo
y la lengua de fuera.
Será menos sangriento que la pistola
y mucho menos que la navaja,
aunque sí sentirá que la virgen le habla,
que Jesús le observa,
el Padre se lamenta,
y la paloma le caga la cabeza.
Será cosa de un minuto,
dos minutos,
a lo mucho tres…
También posiblemente tenga una erección.
Masturbarse es una opción antes de morir ahorcado.
Será su sexual despedida.
Ahora que si es demasiado vanidoso
no querrá que vean su cara de pendejo.
Y más si es un personaje dramático.
Azotado.
Que quiere tener algo digno de buen teatro.
Algo histórico como cuando Sócrates bebió la cicuta,
Sentarse en algún pórtico,
en una mecedora,
en un Reposet, si es posible,
y en un lugar donde exista niebla y frío.
Fume un cigarrillo, aunque no lo acostumbre:
de todas maneras ya se va a morir.
Tomar entonces algún menjurje.
Pueden ser píldoras y matarratas.
Deje entonces que surta efecto.
Puede ser violento o puede ser tranquilo,
dependiendo de lo que se tome.
Algunos hemos simplemente alucinado,
que el agua cae en cámara lenta,
que las bombillas sufren metamorfosis:
pasan de incandescentes a fluorescentes,
a luces estrambóticas, a oscuridad entintada de sepia.
Podrá ser que le salga espuma o sangre por la boca,
o por el ano,
o las orejas,
pero es seguro que por la boca y el ano.
De hecho, el ano es tapado siempre con algodón,
eso lo sabe cualquier preparador de muertos.
Una vez que los cuerpos mueren
tienden a dejar salir el espíritu y los fuidos,
todo aquello que está aprisionado en el pellejo.
Pero tal vez quieres sentirte Séneca.
Sí, el que inicia “El Padrino”, de Mario Puzo:
“Detrás de una gran fortuna, siempre hay un crimen”.
Tal vez no sólo bebas algo para intoxicarte,
sino que también te cortarás las venas.
Tomará una navaja muy afilada,
de preferencia sin óxido
por aquello del tétanos.
Puede ser una fina Victorinox,
una Mont Blanc,
un cuchillo cebollero,
una navaja de afeitar.
En realidad tiene que ser usted muy aguerrido:
tenga en cuenta que no morirá al instante,
y dejará chorros de sangre en donde decida morir.
Quizás haga vomitar a alguien, o que se desmaye.
Quizás algún daltónico no sabrá que le escurre del cuerpo.
Será una escena difícil de limpiar.
La operación tiene que ser rápido:
directo a las venas, a las arterias conocidas:
la aorta, la yugular, esa de la pierna.
Se desangra uno más rápido.
Tenga a la mano una cobijita,
por si es usted muy friolento.
Le dará mucho frío,
sentirá que el cuerpo está congelándose.
Tal vez convenga hacerlo en un día soleado,
en un patio donde no haya sombra.
Lleve bloqueador solar.
No obstante,
si usted es muy cobarde,
si usted simplemente no tiene valor
para apuntarse una pistola,
colgarse una soga al cuello,
tomar siquiera toloache,
o cortarse,
entonces mejor dedíquese a escribir.
Antes que pegarse un tiro,
a lo mejor prefiera vivir,
tomando güisqui y cerveza,
escribiendo malos poemas,
hablar de la muerte,
hacerse el valiente con palabras rebuscadas.
Alguna musa lo admirará y entonces fornicará,
y eso le hará menos miserable la existencia.
Déjese el cabello largo,
que crezca la barba,
lea mucho, lea de todo.
Viva.