15 de enero de 2008

El túnel de David Velasco

Pablo Jair Ortega / pablo.jair.ortega@gmail.com.- En Minatitlán, en el trienio de Amado Guzmán García (periodo 1998-2000), algo que decepcionó enormemente a la ciudadanía fue el que construyera rutas de escape y entradas privadas a su oficina, con la finalidad de evitar el contacto con los minatitlecos que acudían al palacio municipal a pedirle audiencia.

Para los que no conocen la geografía de la petrolera ciudad: la casa del ex alcalde y empresario mueblero se encuentra justamente detrás del palacio, por lo que decidió construir un “puente” que conectara su domicilio particular con el estacionamiento de la sede del ayuntamiento, y así a cortos pasos llegar directamente a su oficina.

En un principio, se entendía que la medida era por la avanzada edad de Amado Guzmán (rondaba por los 70 años) y su notable esfuerzo físico para caminar. No obstante, fue criticada tal acción, pues más bien parecía un descarado privilegio del primer gobierno de oposición en la ciudad y que se suponía era de “cambio”, cuya población ya estaba cansada de tantos abusos de sus alcaldes priístas, y con situaciones más prioritarias que la comodidad del presidente municipal.

La gota que derramó el vaso en el caso de Guzmán García, fue que construyó (a diferencia del “puente” que no afectó la construcción del Palacio Municipal) una puerta de salida justo detrás de su despacho, que daba al estacionamiento, escape que utilizó con frecuencia para negarse a la ciudadanía que buscaba entrevistarse con el edil.

Se recuerda incluso que, a finales de su gobierno, llegaron unos campesinos molestos a ver al presidente para reclamarle un asunto, pero como ya era habitual, el personal de la Presidencia negó que ahí estuviera Guzmán García, mientras éste escapaba por la puerta trasera en compañía de sus colaboradores; pero los campiras se dieron cuenta de la situación y lo alcanzaron justo en el momento en que Don Amado emprendía la graciosa huída por la puerta trasera, y para calmar los ánimos decidió regresarse a su despacho con el grupo de inconformes a dialogar: no tenía otra puerta de escape.

Esto fue registrado por la prensa local, con lo cual se comenzó a ver la realidad de un alcalde desentendido de los problemas de su municipio, y que a su vez huía cada vez que podía de los habitantes que lo buscaban. Así gobernó en sus últimos meses: prácticamente ausente de sus votantes.

En este trienio que acaba de terminar, en la misma ciudad petrolera, el cinismo fue mucho mayor, pues el alcalde Raúl Morales Cadena ni siquiera se presentaba a sus oficinas con cualquier argumento (“está en Xalapa”, “anda de viaje”, “está en la zona rural”), pese a que era conocido que sus ausencias eran por motivos sentimentales y por su gusto de comer y beber en restaurantes de Coatzacoalcos y Veracruz.

Viene esto a la memoria, dado que ahora el sagaz fotógrafo Miguel Ángel Carmona (director de la Agencia Fotover y premio nacional de periodismo, aunque no le guste a Arredondo y a sus secuaces) tomó una serie de fotografías que evidencian que el palacio municipal de Xalapa está siendo remodelado desde el estacionamiento, construyéndose un acceso especial para el alcalde David Velasco Chedraui, para que éste salga de su automóvil y camine unos pasos directamente a su despacho sin toparse con ningún xalapeño.

Es incomprensible lo que está haciendo el incipiente gobernante: Velasco Chedraui es muy joven, no se le ve obesidad o alguna enfermedad que limite su andar, mucho menos una discapacidad que le impida entrar por la puerta principal del ayuntamiento, así que no habría pretexto alguno para que se le creara un túnel (“un pasadizo” como bien lo califica Carmona en sus pies de foto) para salir de la camioneta y entrar a su oficina sin ver a alguien.

¿De qué se trata? ¿Entonces era mera hipocresía ese acercamiento con los xalapeños en las colonias? ¿Tiene algún mal hipocondríaco que le haga creer que está expuesto a alguna enfermedad si se mezcla con el pueblo? ¿Está infectado de roña? ¿Tiene flojera de caminar? O algo más grave… ¿está amenazado? Seguramente debe ser desde que le “intentaron robar en su residencia y el velador echó un balazo al aire”, cuento que nadie le cree.

Es una pena que en menos de 15 días, Velasco Chedraui ya haya renunciado al contacto directo con la población que acude a verlo al Palacio Municipal. Se habla de que existe una campaña negra en su contra, pero la realidad de los problemas en Xalapa saltan a la vista desde que tomó posesión: primero el asunto de la basura que comenzó a inundar las esquinas de la capital de Veracruz, así como la desorganización para eventos como el pago del predial y el lunes de puertas abiertas, que mantienen un caos constante en la explanada del palacio.

Ha tenido apenas dos manifestaciones (una civil y otra de agentes de tránsito) y parece que David Velasco ya se dio cuenta que no es lo mismo ser candidato prometedor que un alcalde cumplidor, y que el lugar en donde está sentado recae en muchas responsabilidades que incluyen el atender a la población, y no es para llenar páginas de sociales.

Debería de tomar el ejemplo de su antecesor Ricardo Ahued, quien manejaba su propia camioneta, sin escoltas, pero además en algunas ocasiones llegó a reunirse con colonos y les daba su número celular personal para que los representantes de los inconformes se comunicaran directamente con él, lo que le valió el reconocimiento ciudadano.

Otra cuestión: basado en la información que proporciona la misma página de internet del gobierno de la ciudad sobre el centro histórico que incluye a la sede del poder municipal: “Por la importancia de nuestro patrimonio histórico, cultural y artístico, el Gobierno Federal declaró a Xalapa como Zona de Monumentos Históricos y Artísticos el 19 de diciembre de 1990”, ¿no se estará atentando contra un patrimonio nacional? Vaya, el palacio de Minatitlán es una bazofia que no tiene nada de artístico, pero el de Xalapa, según especialistas, es un ejemplo bello de la arquitectura estilo mudéjar (española-árabe).

Qué pena, en verdad. Para la otra que no nos sorprenda que también rehabilite los caminos subterráneos que existen en Xalapa, para de plano no pisar ni un sólo adoquín de la ciudad que votó por él, ni verle la cara siquiera a un xalapeño.

Por cierto, ¿la familia estará de acuerdo con tanto desprestigio a su apellido?

10 de enero de 2008

La pesadilla de un consumista o Slim me persigue

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- El mero día 24 se convirtió en una de esas tantas odiseas cuando los que tienen que pagar se hacen ojetes y fingen que no tienen dinero, mucho menos tiempo para atenderte. El mero día 24, había que comprar cosas para recibir a la navidad, pretexto justificado para la adquisición de un Jack Daniels de a litro, porque para eso es la navidad y el año nuevo para un dipsómano ateo.

Ahí tienen a un radical subversivo que fue hasta a ver FRAUDE, y que finalmente se convenció a no pagar un centavo más a la oligarquía plutocrática y castigarlos con el látigo de mi abstinencia consumista en diciembre.

Ya era hora, en verdad… No conforme con que el “recurso” llegara tarde y el “pagador” la hizo mucho de emoción, sería el colmo ir a derrochar mi dinero en familias que ya lo tienen todo: yates, mansiones, amantes, joyas, millones de dólares, jets, “guachomas” colecciones de Rodin, y ¡Eureka! Mi primera víctima del desprecio sería Carlos Slim.

Entonces, con Xalapa como mi testigo, decidí castigar al señor Carlos sin comprar la tarjeta para el celular XXXXXX (censuro las marcas, porque tampoco quiero beneficiar a los “millonetas” con publicidad). Ya estuvo suave que me roben hasta 4 pesos por marcar un número y me salga la operadora virtual con que “el número XXXXXX que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio”. De paso tampoco adquirí tarjetas XXXXXXX, porque ni pensaba darle siquiera 30 pesos a su bolsillo.

Ahí comenzaba bien mi plan. Agréguese que no me he hospedado en los hoteles XXXXXXX, ni tengo nada que ver con el ramo de la construcción ni de la instalación de cables eléctricos, mucho menos tuve que comprar alguno, así que en esos rubros, olvídense de ser un benefactor del señor Carlos.

La pesadilla comenzó cuando uno de mis principales vicios comenzó a hacerme padecer ansiedad: era justo y necesario que gran parte de ese “recurso” llegara a la tienda de devedés originales. No tengo nada contra los piratas, pero tampoco me gusta celebrar con billetes a quien se agandalla un trabajo… ¡Bueno, oh, contradicción, tu nombre es Pablo Jair! Sí tengo algo contra los piratas: una colección de lo que ellos simplemente copian, sería como coleccionar cerillos o mocos: algo que abunda y casi no cuesta nada.

En fin, pasar frente a mi proveedor favorito XXXXX, en Plaza XXX XXXXXXXX, fue todo un acto de verdadera fuerza de voluntad. Para colmo, así como son de perversas las clases empresariales que encabeza Slim, tuvieron el descaro de estamparme en la cara ofertones como de 2 X 1, todo rebajado a 50% de descuento, películas originales a 50 pesos y yo “futamother, que poca su mandarina de este trinche Carlos” (confieso que mis pensamientos fueron más ofensivos). Decidí de plano ni acercarme ni pasar por ahí, y pues mejor nos tomaremos un café, en la planta baja de la plaza, porque da mucha flojera caminar.

Ya iba muy orondo con la susodicha cuando… ¡Demonios, estaba entrando al restaurante XXXXXXXX! ¡Pero es que aquí tienen refill, chin! ¡También pertenece a Slim! ¡Me lleva! Demos la vuelta y caminemos rápido, porque me dijeron que además había oferta de devedés en dicho lugar.

Las mujeres, como son todas así de detallistas, siempre te obligan, aunque no quieras; ahí íbamos rumbo a la tienda departamental XXXXX, cuando tuve que hacer uso de la liga testicular y le dije bien amarrado: “Tampoco, vayámonos de aquí, que también es de Slim”.

Haciendo los planes para ir al terruño más contaminado y horrible de Veracruz -entiéndase Minatitlán- tampoco pagué el mes de diciembre por el uso del internet que navega en XXXXXXXXX… Jajaja, lo pagó mi casera, de quien me he escondido desde que llegué. Pensaba ingenuamente en que si huía de Xalapa, y me dirigía a esa comarca tan pírrica donde todavía no se ponen de acuerdo en cuál es el origen del nombre, lo más seguro es que no tendría contacto alguno con las tentaciones del diablo Slim.

Graso error. En la chamba no creen en otro proveedor de internet que no sea XXXXXXXXX. Y es que por cable ha salido medio “chafón” el servicio para los trabajos casi industriales que realiza Enlace Veracruz 212 Inc., so, tuve que hacer a fortiori un contrato nuevo para el servidor, si quería disfrutar mis vacaciones decembrinas en la casa.

Ahí comenzó a ganarme la batalla el señor Carlos. Para hacer uso de la red de redes, a fuerza tenía que usar un teléfono XXXXXX (ya saben, de esos que consiguió en el sexenio de Salinas de Gortari). No quedó más remedio que usar una línea cuyo costo iría directamente a la cuenta bancaria del señor Carlos. De paso la contratación y el uso mensual del internet que ahora disfrutan mis parientes.

Con la celebración del año nuevo, tampoco fue diferente. Me había abstenido de fumar cierta marca que hace la cigarrera XXXXXXX, que también es propiedad del señor Carlos. Esta vez fumamos unos mentolados XXXX XXXX, que son hechos por otra compañía competidora a Slim. Pero finalmente ya estuvo suave de esos cigarros, y mi ansiedad ahora se concentraba en el suave sabor de los mentolados vaqueros… “¡Chin nada maye!” (Sí, fue más obscena la frase), otra que me gana Carlos.

Complaciente al fin, ya tenía el internet que necesitaba y los cigarros que quería, haciendo un total de 320 varos por el total de la transacción. Trescientos veinte pesos que fueron directo a las arcas del mentado Slim. Luego en plena fiesta se acabaron los “tabiros”, y nuevamente fui obligado a consumir nuevamente los cigarros de Slim.

Todavía la familia (sí, insisto, recalco, porque Mina es una bazofia) se les ocurrió ir a dar la vuelta a Plaza XXXXX en Coatzacoalcos, que viene siendo lo mismo que Plaza XXX XXXXXXXX de Xalapa, sólo que en el antiguo Puerto México dicho centro comercial pertenece en su totalidad a… ¿adivinen quién? Sí, a Carlitos.

Entonces, mi negativa a entrar se convirtió en un berrinche infantil, con pataleta y todo, para no pisar siquiera un pedazo de concreto del estacionamiento. Le pedí a mi pariente que por favor se retirara inmediatamente de dicho lugar y que ni siquiera pretendiera aparcar ahí (porque también cobran). Me rehusé rotundamente entrar a una plaza cuyos locales son rentados por el señor Slim con precios francamente elevados y muy lucrativos, y cuyos consumos en cualquier comercio, irían también directamente a sus cuentas bancarias.

Finalmente, terminado diciembre, entendí que escapar del señor Carlos es difícil para un consumista como yo. Sé que existen más opciones, pero también un nacionalismo idiota me impulsa a seguir comprándole a mi “marchante” Slim: no por nada podemos presumir que es mexicano el hombre más rico del mundo. ¡No totol!

2 de enero de 2008

Tiempo de expectaciones

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- Como ha sido siempre, muchas administraciones municipales serán recordadas más por sus pendientes y promesas incumplidas. Administraciones de escándalos, como en Las Choapas, bañada de sangre por el cobarde asesinato de un regidor, ordenado por el alcalde Renato Tronco Gómez, según lo señalan los familiares del desaparecido.

Cómo no recordar ayuntamientos llenos de buenas intenciones, pero con pocas concreciones como el de Boca del Río, con su tren elevado y apertura de la Isla de Sacrificios, que retumbaron en medios, pero no se logró nada, como tampoco se logró con los constantes viajes del alcalde Francisco Gutiérrez de Velasco al extranjero, con el pretexto de impulsar al municipio.

Inclusive Coatzacoalcos, que de un distribuidor vial magno a la entrada de la ciudad, quedó pura obra negra, y cuyo manejo propagandístico no fue suficiente para desmentir lo que es un sentir popular: puras obras estatales y federales, pero nada municipal. Un viaje a China del presidente Iván Hillman, hoy secretario de Turismo, la remodelación del palacio (que generalmente sucede en cada cambio de administración). Mucho ruido y ya.

Que no decir del puerto de Veracruz, que a pesar de varias obras municipales vistosas, dejaron entreverse varias malas decisiones tomadas por el alcalde Julen Rementería como el caso de municipalizar la Policía (que estaba a cargo del Gobierno del Estado), atrayendo una responsabilidad innecesaria de un rubro por demás delicado. Ya había pasado incluso con una administración panista de la delegación Miguel Hidalgo, en el Distrito Federal, cuando el entonces jefe Arne aus den Ruthen decidió crear su propia policía especializada que fue bautizada como los “Robocops”, pero que finalmente fracasaron y fue desaparecida dicha corporación. En el caso del puerto de Veracruz, finalmente el munícipe devolvió el control de la Policía a Gobierno del Estado, con todo y la soberbia del alcalde al expresar “Pos yo no estaba de acuerdo, pero ni modo”.

Pese a todo hay buenas noticias: todavía hay políticos honestos, y el alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, mostró una de las administraciones más destacadas en la capital de Veracruz, pese a pequeños tormentas en vaso de agua como la realización del carnaval y el fervor católico expresado por el alcalde al querer rebautizar la calle Rébsamen con el nombre del reciente santo Rafael Guízar y Valencia, lo que ocasionó la protesta de los círculos intelectuales de Xalapa.

Así en el sur como en el norte: Tantoyuca y Martínez de la Torre se liberaron de los yugos familiares que a través del PAN repetían y repartían los cargos entre sus parentelas.

Son muchas historias en cada ayuntamiento de la entidad; no acabaríamos en contar aquí tanto que se suscitó. La realidad es que ya la fiesta del dos de septiembre con su mentada “ola roja” ya pasó. Ya el rojo que nos chutamos en las escuelas y edificios gubernamentales, vivió su momento de gloria que acaba de volver a celebrarse con la ratificación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Ya la pachanga terminó, y es momento de levantar la basura, las sillas, guardar los globos, las matracas y el alcohol.

Ahora viene la “cruda” realidad para los priístas: el tener que hacerse cargo de una administración y responsabilizarse de los compromisos de campaña por los cuales la gente votó por ellos. Que deben demostrar, por ejemplo, los diputados locales que en su momento renunciaron vaciando la sexagésima legislatura para contender como candidatos a alcaldes, que ese “sacrificio” lo hicieron por atender a sus respectivos municipios y no por “trepadores” de una clase política ya muy repudiada.

En Minatitlán, desde donde estamos escribiendo esto (si, la verdad es que hay miles de mejores lugares para pasar el año nuevo, pero ni modo, hay que venir al terruño) el caso se torna más especial: acaba de terminar lo que quizás fue la administración más pésima en la historia política de Minatitlán –y me atrevería a decir que de las peores para un ayuntamiento en Veracruz– presidida por Raúl Morales Cadena.

De hecho el pueblo petrolero sigue sumido en la podredumbre desde hace por lo menos siete años, gracias a su inútil clase política más dedicada a enriquecerse a costa del erario que a la voluntad de servicio público. Han pasado 7 años desde el trienio de Amado Guzmán (1998-2000), de Pablo Pavón Vinales (2000-2004) y Raúl Morales Cadena (2005-2007) donde el común denominador han sido los escándalos y las irregularidades en las finanzas públicas, así como la creación de obras sin sentido que afectaron enormemente a la ciudad, como el cierre de la calle principal de la ciudad por la expansión absurda del parque Independencia que ahora mantiene un caos en el tráfico del centro.

Dicen por ahí que no hay que patear al caído, pero la realidad es que ya no se vale que los alcaldes salientes como Raúl sigan haciendo de las suyas y no paguen ni se hagan responsables por sus quebrantamientos, porque entonces tendremos siempre a los políticos impunes que llegan a aspirar a cualquier cargo popular, mal administrar los patrimonios públicos y salir airosamente porque lo más seguro es que nunca se les castigará.

En el caso de Minatitlán, está el ejemplo perfecto para demostrar que las cosas pueden cambiar para un pueblo que tiene más rezagos en su historia que avances: están las finanzas destrozadas, las obras sin realizarse, muchas cosas por las cuales tiene que responder Raúl Morales Cadena, quien todavía este sábado fue visto en su casa de la colonia Petrolera firmando papeles que tenía pendientes desde el 2005. Dicen que llevaba fácil como mil firmas. Todo un record sin duda.

Tiene a su favor la alcaldesa entrante Guadalupe Porras que incluso no habrá gente que defienda a Raúl, porque dicen allá en el sindicato petrolero que tampoco lo quieren ver cerca, aunque se rumora que se irá comisionado al Distrito Federal, con un cargo en el comité ejecutivo nacional de dicho organismo, como premio al haberle dado un costoso contrato municipal a Comunicaciones Cibernéticas, que se encargará de la basura, y cuya compañía es del hermano del tesorero de ese gremio, Ricardo Aldana.

Doña Guadalupe Porras tendrá una administración presionada, ya que lo primero que anunció hacer es dar a conocer como están las finanzas municipales, así como a quienes se les otorgaron las obras que están paralizadas. Es necesario transparentar la situación en que recibe el ayuntamiento. Es prioritario e inmediato que aparte de desmarcarse de su predecesor, Doña Guadalupe también muestre que no habrá tolerancia ante una administración desastrosa que dañó mucho a las arcas municipales, pero que además dejó muchas obras pendientes como el dichoso bulevar Ávila Camacho, así como el asunto de la basura cuya concesión adquirió Comunicaciones Cibernéticas.

No obstante, algunos ya ven señales que podrían afectar a la alcaldesa: al frente del DIF queda su hijo, un ex empleado del ORFIS; otra, un mensaje de bienvenida en una discoteca hacia alguien quien podría ser el pariente incómodo del incipiente trienio. Al tiempo.