2 de enero de 2008

Tiempo de expectaciones

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- Como ha sido siempre, muchas administraciones municipales serán recordadas más por sus pendientes y promesas incumplidas. Administraciones de escándalos, como en Las Choapas, bañada de sangre por el cobarde asesinato de un regidor, ordenado por el alcalde Renato Tronco Gómez, según lo señalan los familiares del desaparecido.

Cómo no recordar ayuntamientos llenos de buenas intenciones, pero con pocas concreciones como el de Boca del Río, con su tren elevado y apertura de la Isla de Sacrificios, que retumbaron en medios, pero no se logró nada, como tampoco se logró con los constantes viajes del alcalde Francisco Gutiérrez de Velasco al extranjero, con el pretexto de impulsar al municipio.

Inclusive Coatzacoalcos, que de un distribuidor vial magno a la entrada de la ciudad, quedó pura obra negra, y cuyo manejo propagandístico no fue suficiente para desmentir lo que es un sentir popular: puras obras estatales y federales, pero nada municipal. Un viaje a China del presidente Iván Hillman, hoy secretario de Turismo, la remodelación del palacio (que generalmente sucede en cada cambio de administración). Mucho ruido y ya.

Que no decir del puerto de Veracruz, que a pesar de varias obras municipales vistosas, dejaron entreverse varias malas decisiones tomadas por el alcalde Julen Rementería como el caso de municipalizar la Policía (que estaba a cargo del Gobierno del Estado), atrayendo una responsabilidad innecesaria de un rubro por demás delicado. Ya había pasado incluso con una administración panista de la delegación Miguel Hidalgo, en el Distrito Federal, cuando el entonces jefe Arne aus den Ruthen decidió crear su propia policía especializada que fue bautizada como los “Robocops”, pero que finalmente fracasaron y fue desaparecida dicha corporación. En el caso del puerto de Veracruz, finalmente el munícipe devolvió el control de la Policía a Gobierno del Estado, con todo y la soberbia del alcalde al expresar “Pos yo no estaba de acuerdo, pero ni modo”.

Pese a todo hay buenas noticias: todavía hay políticos honestos, y el alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, mostró una de las administraciones más destacadas en la capital de Veracruz, pese a pequeños tormentas en vaso de agua como la realización del carnaval y el fervor católico expresado por el alcalde al querer rebautizar la calle Rébsamen con el nombre del reciente santo Rafael Guízar y Valencia, lo que ocasionó la protesta de los círculos intelectuales de Xalapa.

Así en el sur como en el norte: Tantoyuca y Martínez de la Torre se liberaron de los yugos familiares que a través del PAN repetían y repartían los cargos entre sus parentelas.

Son muchas historias en cada ayuntamiento de la entidad; no acabaríamos en contar aquí tanto que se suscitó. La realidad es que ya la fiesta del dos de septiembre con su mentada “ola roja” ya pasó. Ya el rojo que nos chutamos en las escuelas y edificios gubernamentales, vivió su momento de gloria que acaba de volver a celebrarse con la ratificación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Ya la pachanga terminó, y es momento de levantar la basura, las sillas, guardar los globos, las matracas y el alcohol.

Ahora viene la “cruda” realidad para los priístas: el tener que hacerse cargo de una administración y responsabilizarse de los compromisos de campaña por los cuales la gente votó por ellos. Que deben demostrar, por ejemplo, los diputados locales que en su momento renunciaron vaciando la sexagésima legislatura para contender como candidatos a alcaldes, que ese “sacrificio” lo hicieron por atender a sus respectivos municipios y no por “trepadores” de una clase política ya muy repudiada.

En Minatitlán, desde donde estamos escribiendo esto (si, la verdad es que hay miles de mejores lugares para pasar el año nuevo, pero ni modo, hay que venir al terruño) el caso se torna más especial: acaba de terminar lo que quizás fue la administración más pésima en la historia política de Minatitlán –y me atrevería a decir que de las peores para un ayuntamiento en Veracruz– presidida por Raúl Morales Cadena.

De hecho el pueblo petrolero sigue sumido en la podredumbre desde hace por lo menos siete años, gracias a su inútil clase política más dedicada a enriquecerse a costa del erario que a la voluntad de servicio público. Han pasado 7 años desde el trienio de Amado Guzmán (1998-2000), de Pablo Pavón Vinales (2000-2004) y Raúl Morales Cadena (2005-2007) donde el común denominador han sido los escándalos y las irregularidades en las finanzas públicas, así como la creación de obras sin sentido que afectaron enormemente a la ciudad, como el cierre de la calle principal de la ciudad por la expansión absurda del parque Independencia que ahora mantiene un caos en el tráfico del centro.

Dicen por ahí que no hay que patear al caído, pero la realidad es que ya no se vale que los alcaldes salientes como Raúl sigan haciendo de las suyas y no paguen ni se hagan responsables por sus quebrantamientos, porque entonces tendremos siempre a los políticos impunes que llegan a aspirar a cualquier cargo popular, mal administrar los patrimonios públicos y salir airosamente porque lo más seguro es que nunca se les castigará.

En el caso de Minatitlán, está el ejemplo perfecto para demostrar que las cosas pueden cambiar para un pueblo que tiene más rezagos en su historia que avances: están las finanzas destrozadas, las obras sin realizarse, muchas cosas por las cuales tiene que responder Raúl Morales Cadena, quien todavía este sábado fue visto en su casa de la colonia Petrolera firmando papeles que tenía pendientes desde el 2005. Dicen que llevaba fácil como mil firmas. Todo un record sin duda.

Tiene a su favor la alcaldesa entrante Guadalupe Porras que incluso no habrá gente que defienda a Raúl, porque dicen allá en el sindicato petrolero que tampoco lo quieren ver cerca, aunque se rumora que se irá comisionado al Distrito Federal, con un cargo en el comité ejecutivo nacional de dicho organismo, como premio al haberle dado un costoso contrato municipal a Comunicaciones Cibernéticas, que se encargará de la basura, y cuya compañía es del hermano del tesorero de ese gremio, Ricardo Aldana.

Doña Guadalupe Porras tendrá una administración presionada, ya que lo primero que anunció hacer es dar a conocer como están las finanzas municipales, así como a quienes se les otorgaron las obras que están paralizadas. Es necesario transparentar la situación en que recibe el ayuntamiento. Es prioritario e inmediato que aparte de desmarcarse de su predecesor, Doña Guadalupe también muestre que no habrá tolerancia ante una administración desastrosa que dañó mucho a las arcas municipales, pero que además dejó muchas obras pendientes como el dichoso bulevar Ávila Camacho, así como el asunto de la basura cuya concesión adquirió Comunicaciones Cibernéticas.

No obstante, algunos ya ven señales que podrían afectar a la alcaldesa: al frente del DIF queda su hijo, un ex empleado del ORFIS; otra, un mensaje de bienvenida en una discoteca hacia alguien quien podría ser el pariente incómodo del incipiente trienio. Al tiempo.

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