20 de noviembre de 2011

Cuando sea presidente

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Cuando sea presidente compraré una flota aérea nueva, le pondré “Avión Presidencial El Hijo Desobediente” y en su honor iré a Michoacán a comprar un disco de Antonio Aguilar donde cante “Caminos de Michoacán”.

Luego iré a Tabasco a comprar un disco de Chico-Che; luego a Sinaloa para comprar uno de Los Tigres del Norte. Cuando sea presidente usaré el jet presidencial blindado e iré a Tamaulipas a comprarme un disco de Rigo Tovar

Cuando sea presidente usaré el avión presidencial, e iré a Cupertino, California a comprarme un iPad. Lo usaré par ir a Jalisco y comprarme un disco de Chente.

Cuando sea presidente usaré el avión presidencial e iré a Guanajuato a comprarme un disco de José Alfredo y de paso hacerle MOKOS a Fox.

Cuando sea presidente, usaré el avión presidencial e iré a Veracruz a comprarme un arroz a la tumbada. Ya de paso me tomo un lechero con deslactosada, una canilla, una bomba, una champola, una gloria con harta Lechera y un disco del Jaranero Solitario.

También me llevó más discos representativos: de Jimmy y sus Teclados, de Los Joao, el Súper Show de Los Vázquez con “Juguito de Piña Remix”

Cuando sea presidente, me compraré un aditamento para mi bicicleta (entiéndase dos rueditas en la parte trasera) o mejor una bicicleta nueva hecha por ingenieros italianos que construyen los Ferraris. Para qué escatimar en gastos.

Para qué gastar mil pesos en Cancún, cuando dispongo de aviones, guaruras militares, vehículos blindados que cuestan la millonada. Guechin su drema, cierro la tienda, me llevo ropa, refris y hartos juegos de “Ecs-Bocs”. Hartos pomos de Jacks Daniel’s, etiquetas negras, verdes, amarillas y azules.

Cuando sea presidente, de ahí me largo para Los Cabos para ver si encuentro a la Jennifer Aniston encuerada, o a la Lohan. Ya de perdis a la Paola Núñez.

Cuando sea presidente, haré que todos los fines sea de Buen Fin para que los mexicanos no tan jodidos salga a endrogarse con el aguinaldo.

--Ay Felipe, ya fuiste presidente… A ti ya se te va el avión--
--¿Eeeh? ¿El avión? Aaay… Hic… El avióóóóóóóóón… Hic…

11 de noviembre de 2011

El hombre fuerte del presidente

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Resulta extraño que una periodista de la calidad de Carmen Aristegui difunda en la cadena CNN internacional que la caída del helicóptero donde falleciera el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, fuera vaticinado por un tuitero llamado “Morf0” quien posteara en su cuenta el día 10: “Mañana a las 11/11 les caerá un secretario del cielo… evite reforma”.

No sólo fue una funesta coincidencia, sino que el tuitero todavía bromeó con quienes le decían que era el nuevo Walter Mercado, el nuevo Nostradamus.

La broma fue hecha ya que el 4 de noviembre del 2008 falleció en un accidente similar el entonces secretario Juan Camilo Mouriño, en plena avenida Reforma de la ciudad de México. Lo de la fecha del 11/11 es porque en el Twitter es popular la broma de que este día se acabaría el mundo, anunciado por un profeta loco estadounidense.

Aristegui (y medios nacionales que les pareció morbosamente vendible la nota del Morf0) le dio vuelo a escala internacional como si fuese esta el inicio de una trama detectivesca para dar una respuesta inmediata, anodina, del accidente en donde fallecieron Blake y siete funcionarios más.

Como si fuese una gracia --la verdad lo fue, porque este autor no paraba de reír semejante estupidez-- la periodista de espectáculos estelar de Tv Azteca, Patricia Chapoy, daba conocer en su cuenta que el fallecido era el secretario de Educación, Alonso Lujambio: “Lamento el fallecimiento del secretario de Educación Alonso Lujambio... Quien sigue?”, lo que causó que todo mundo le hiciera ver su error al estilo Twitter: castrarla y castrarla y castrarla.

Entre toda esta tragedia de periodistas que fumaron quién sabe que tipo de alucinógeno barato, todo el día y la semana la noticia se centrará en la muerte de José Francisco Blake Mora.

El secretario de Gobernación no sólo fallece en un momento delicado de la situación de seguridad en el país, sino que aparte estaría supervisando el desarrollo de las elecciones de Michoacán, donde compite la hermana del presidente.

El secretario no sólo era un burócrata de confianza y alto nivel. El 14 de julio de 2010, este autor escribía una columna llamada “¿Quién demonios es Blake?” en referencia al reciente nombramiento del presidente como titular de la Secretaría de Gobernación, cuando era un perfecto desconocido. Se criticaba que Blake Mora no tenía ni el perfil y ni la currícula, y que sólo tenía el mérito de ser amigo personal del presidente Calderón y haber sido secretario de Gobierno en Baja California Norte.

No obstante, se reconoce que Blake no sólo supo aprender rápido y ganarse el cargo, pues varios gobernadores y líderes políticos le reconocieron que había sido un excelente secretario de Gobierno. Que no era payaso como Francisco Ramírez Acuña; ni rockstar como Mouriño; ni duro como Gómez Mont. A Blake se le reconoció como un personaje sencillo, discreto, que “sólo quería ayudar y ayudar y ayudar”, como expresó el diputado priísta Carlos Ramírez Marín.

Blake Mora se puso el traje de secretario de Gobernación y remó a contracorriente para ganarse su lugar en el ámbito político nacional. Lo logró.

Van dos amigos muy cercanos que se le van a Felipe Calderón: Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora. Los dos secretarios de Gobernación, y hombres muy cercanos, íntimos, del presidente. Pertenecían al círculo petit-comité al que pocos ingresaban a Los Pinos y a la vida personal del presidente.

Suena entonces extraño que el segundo hombre más poderoso en este país, similar a Mouriño, haya fallecido en un terrible accidente aéreo. El periodista Joaquín López-Dóriga fue quien dio el dato de que la flota aérea del gobierno federal es prácticamente obsoleto: el avión presidencial data de 1987, desde el gobierno de Miguel de la Madrid.

Curiosamente el que sale indirectamente beneficiado de estos accidentes es el secretario de Seguridad Pública, el poderoso Genaro García Luna, a quien no lo toca ni el viento que trata de despeinar a Juárez. García Luna, a pesar de estar señalado como el más ineficiente, al que le gusta montar operativos fingidos (como el caso Florence Cassez y el “rescate” de periodistas en Durango), sigue intocable en su cargo.

Es tan inamovible el señor que conserva el cargo sin tener pleno control sobre la Policía Federal, y sus tareas las han confiado al Ejército y la Marina. Ahora mantiene un perfil bajo, muy callado. Las conferencias las dan sus subalternos.

Genaro García Luna llega al cargo por la muerte también en un helicopterazo sin explicar de Ramón Martín Huerta, quien falleciera en San Miguel Mimiapan, Estado de México, el 21 de septiembre de 2005, en el sexenio de Fox. Lo hereda Felipe Calderón y lo tiene guardado en la Secretaría de Seguridad Pública, que se supone sería la dependencia que estaría encabezando la guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente, pero se la confió a los militares y marinos con una cabeza visible: el secretario de Gobernación.

Blake Mora había sido un actor importante como autoridad civil, representando al Presidente en las conferencias, noticias, declaraciones importantes relacionadas al mundo del narco y la violencia en el país. Fue interlocutor de muchos mandatarios para pedir que el gobierno federal interviniera en sus comunidades, dada la impunidad con la que se mueve la delincuencia organizada.

Esta labor de enlace entre actores ni siquiera la tenía García Luna, con todo y la billonada de dinero que le han dado a su dependencia. Falta ver si ahora en adelante comienza a tener una acción más participativa, pese a las múltiples corruptelas que le siguen y que a Blake no se le conocieron.