5 de marzo de 2010

Para prevenir el suicidio

Antes de querer suicidarse debe tener un razón poderosa.
No debe una decepción romántica, ni arrebatos pasionales.
Debe ser algo que valga la pena
para la bala,
para la soga,
para la pócima,
para la navaja.
Piense bien su motivo para quitarse la vida.
Pueden ser cosas personales o del trabajo.
Puede ser testigo de la muerte de un cachorro
y sentir que éste no tiene la culpa de la miseria humana.
O puede ser que esté harto de trabajar con soplanucas,
y frígidas viejas también.
Reflexione si en realidad cambiarían en algo las cosas.
Si su muerte será sentida y será comentada.
O si nadie se acordará ni mierda de usted, mi amigo suicida.
Si ya tomó la decisión, entonces convenga el modo de irse de este mundo.
Si posee usted un arma de fuego,
de preferencia calibre 22,
--en lo personal, me gustan las Ruger--
entonces apunte bien a la cabeza,
o meta la pistola en su boca.
Trate de no dudar al momento
de jalar el gatillo,
ni tampoco zarandeé mucho el brazo,
porque puede fallar.
Y entonces será más mediocre,
inútil,
hasta para quitarse la vida con un estruendo.
Pero si no posee una pistola hay otras opciones.
Quizás no le gustan las armas de fuego.
Es muy cobarde para disparar una,
o muy pobre para poseerla.
Pobre de alma.
Pobre de dinero.
Pobre de valentía.
Miserable.
Que se piense que le doy más motivos para morir.
Tiene otras opciones, como la soga.
Enredarse el pescuezo puede ser divertido:
David Carradine y Michael Hutchense
lo disfrutaron más allá de lo permitido.
Tarda unos minutos, pero es igual de efectivo,
sólo que necesita el coraje y los huevos
para quedar guindando,
sin poner los pies en la tierra.
Quedarse ahí colgado,
con cara de pendejo
y la lengua de fuera.
Será menos sangriento que la pistola
y mucho menos que la navaja,
aunque sí sentirá que la virgen le habla,
que Jesús le observa,
el Padre se lamenta,
y la paloma le caga la cabeza.
Será cosa de un minuto,
dos minutos,
a lo mucho tres…
También posiblemente tenga una erección.
Masturbarse es una opción antes de morir ahorcado.
Será su sexual despedida.
Ahora que si es demasiado vanidoso
no querrá que vean su cara de pendejo.
Y más si es un personaje dramático.
Azotado.
Que quiere tener algo digno de buen teatro.
Algo histórico como cuando Sócrates bebió la cicuta,
Sentarse en algún pórtico,
en una mecedora,
en un Reposet, si es posible,
y en un lugar donde exista niebla y frío.
Fume un cigarrillo, aunque no lo acostumbre:
de todas maneras ya se va a morir.
Tomar entonces algún menjurje.
Pueden ser píldoras y matarratas.
Deje entonces que surta efecto.
Puede ser violento o puede ser tranquilo,
dependiendo de lo que se tome.
Algunos hemos simplemente alucinado,
que el agua cae en cámara lenta,
que las bombillas sufren metamorfosis:
pasan de incandescentes a fluorescentes,
a luces estrambóticas, a oscuridad entintada de sepia.
Podrá ser que le salga espuma o sangre por la boca,
o por el ano,
o las orejas,
pero es seguro que por la boca y el ano.
De hecho, el ano es tapado siempre con algodón,
eso lo sabe cualquier preparador de muertos.
Una vez que los cuerpos mueren
tienden a dejar salir el espíritu y los fuidos,
todo aquello que está aprisionado en el pellejo.
Pero tal vez quieres sentirte Séneca.
Sí, el que inicia “El Padrino”, de Mario Puzo:
“Detrás de una gran fortuna, siempre hay un crimen”.
Tal vez no sólo bebas algo para intoxicarte,
sino que también te cortarás las venas.
Tomará una navaja muy afilada,
de preferencia sin óxido
por aquello del tétanos.
Puede ser una fina Victorinox,
una Mont Blanc,
un cuchillo cebollero,
una navaja de afeitar.
En realidad tiene que ser usted muy aguerrido:
tenga en cuenta que no morirá al instante,
y dejará chorros de sangre en donde decida morir.
Quizás haga vomitar a alguien, o que se desmaye.
Quizás algún daltónico no sabrá que le escurre del cuerpo.
Será una escena difícil de limpiar.
La operación tiene que ser rápido:
directo a las venas, a las arterias conocidas:
la aorta, la yugular, esa de la pierna.
Se desangra uno más rápido.
Tenga a la mano una cobijita,
por si es usted muy friolento.
Le dará mucho frío,
sentirá que el cuerpo está congelándose.
Tal vez convenga hacerlo en un día soleado,
en un patio donde no haya sombra.
Lleve bloqueador solar.
No obstante,
si usted es muy cobarde,
si usted simplemente no tiene valor
para apuntarse una pistola,
colgarse una soga al cuello,
tomar siquiera toloache,
o cortarse,
entonces mejor dedíquese a escribir.
Antes que pegarse un tiro,
a lo mejor prefiera vivir,
tomando güisqui y cerveza,
escribiendo malos poemas,
hablar de la muerte,
hacerse el valiente con palabras rebuscadas.
Alguna musa lo admirará y entonces fornicará,
y eso le hará menos miserable la existencia.
Déjese el cabello largo,
que crezca la barba,
lea mucho, lea de todo.
Viva.

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