De izquierda a derecha: Juan Eduardo Robles Castellanos, Jesús Vázquez González, Monica Robles Barajas, Juan Cruz Elvira y Renato Tronco Gómez
Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El Partido Verde Ecologista de México se ha convertido, en la posteridad, en uno de los parásitos más costosos de la incipiente democracia mexicana.
Creado a mediados de los 80, el PVEM se ha convertido en un partido dedicado a escándalos, al sensacionalismo y a ser comparsa como lo hizo con el PAN (llevando a Vicente Fox al poder, con quien rompió relaciones cuando no les dieron espacios en el poder) y luego con el PRI.
Lejos de hacer política ambiental, el Partido Verde Ecologista de México hoy sólo es un simple espacio usado por el Revolucionario Institucional para dar cuotas de poder de acuerdo a los intereses del tricolor. Darle espacios para que no pierda su registro como partido aliado y a la vez hacer crecer su influencia política en una corriente de supuesta oposición.
Al Partido Verde hay que sumarle que ha sido, en los últimos años, el blanco de escándalos ocasionados por su dirigente nacional, el junior Jorge Emilio González, quien ha sido detenido manejando en estado de ebriedad, se ha visto envuelto en el raro suicidio de una mujer búlgara desde su departamento de lujo en la Torre Emerald, de Cancún; y hasta la coronación del cinismo donde por dos millones de dólares de un soborno, pretendía avalar permisos inmobiliarios.
Así, los temas ecologistas han sido los menos relevantes para el PVEM. Han presentado esporádicamente proyectos de protección ambiental, sin ser difundidos mediáticamente como lo hacen con sus propuestas baratas de pena de muerte y medicinas gratis.
De hecho el PVEM, según datos, fue expulsado del Global Verde (Global Greens, en inglés), la red internacional que agrupa a partidos ecologistas que firmaron y suscribieron los principios de la Carta de los Verdes Mundiales, firmada en su fundación, en abril de 2001 en Canberra.
Su principal labor reciente --se recalca-- ha sido como tapete del PRI. Otro ejemplo radica en el actual Congreso Federal, donde tienen a un excelente golpeador a modo del poder: el diputado Arturo Escobar.
En Veracruz sólo se recuerda al Verde como partido “independiente” cuando fue tomado por la familia Fernández, de Xalapa, dueños de terrenos (casi latifundios) en toda la región de la capital de Veracruz, pero igual rompieron con ese esquema de “ecologistas” cuando decidieron vender el predio conocido como La Joyita, uno de los últimos pulmones grandes de Xalapa.
En Veracruz, a excepción de ese periodo, al Partido Verde sólo se le conoce como la extensión del PRI; votan igual que el PRI, hacen su discurso similar al PRI, y prácticamente son de la misma bancada. Es más, no es secreto que quienes llenan esos espacios son priístas; ganan y operan con la estructura del PRI.
Basta mencionar que en esta nueva legislatura entrante, el tricolor ganó de manera contundente las diputaciones con todo el aparato oficial, apostando a una fórmula que no se había visto antes: postuló y ganó con 23 candidatos, y con sus aliados llega prácticamente a tener 35 diputados locales, incluidos los del Partido Verde Ecologista con reconocidos priístas.
Y entre los diputados electos del PVEM para la próxima legislatura que toma protesta en unos días, se cuenta a Mónica Robles Barajas, hija del empresario periodístico José Pablo Robles Martínez, dueño de la agencia informativa “Imagen del Golfo”, y los periódicos “Imagen” y “Diario del Istmo”, entre otros. Considerada por muchos como la heredera natural de la sagacidad del padre. Esposa del ex alcalde de Coatzacoalcos y actual delegado de la CONAGUA, Iván Hillman Chapoy. Es la más seria de este grupo parlamentario.
Otro es Juan Eduardo Robles Castellanos, quien sin pena ni gloria ha subido como dirigente del Partido Verde en Veracruz por mantenerse acéfala la Presidencia Estatal. Es, en teoría, el único “verde ecologista” de la bancada.
Jesús Vázquez González, ex diputado por el PAN, medio hermano del frustrado Cacique del Sur, Cirilo Vázquez Lagunes, asesinado en 2006; y hermano de Abel Vázquez González, quien sigue los pasos de Cirilo. Su familia se ha visto envuelta en escándalos de pistolerismo que no parecen terminar nunca en la zona de San Juan Evangelista. El más reciente, uno de sus medios hermanos que asesinó a otro de sus medios hermanos y lo fueron a proteger a Argentina, donde fue detenido por la Interpol.
Juan Cruz Elvira, cacique de la zona de Isla, donde tampoco terminan los balazos. Curiosamente ha sido el único sobreviviente de una serie de atentados que ha habido contra políticos en la zona, donde han fallecido miembros de la familia Gasperín, Barradas, así como de la familia Tress. En la región se dice que Juan Cruz Elvira es beneficiado con todos estos asesinatos, pues ya no tiene rival político alguno.
Renato Tronco Gómez, ex alcalde de Las Choapas y formado desde el Fidelato como el nuevo cacique del extremo sur de Veracruz. Renato está ligado al asesinato del regidor Alfredo Pérez Juárez, acontecido el 6 de junio del 2000; también se le señala de haber intentado matar al ex alcalde Antonio Pouchoulen Cárdenas. Ha impuesto su ley a sangre y fuego, donde hoy también quiere dejar a su hermano Miguel en la silla municipal. De Miguel se comenta que es él la verdadera tenebra detrás de Renato.
Tanto Vázquez González, Cruz Elvira y Tronco Gómez representan tres de los distritos más conflictivos en todo el estado de Veracruz. Son zonas donde se siguen cometiendo los últimos asesinatos violentos y donde la presencia del crimen organizado, en todas sus modalidades, está más que asentada.
Es verdaderamente una pena que el tema ambiental en Veracruz no tenga una representatividad seria en el Congreso. Peor aún es que dentro de las filas de Partido Verde existan asesinos, verdaderos representantes polémicos de la manera violenta en que se hace política en Veracruz.
A lo mejor nos equivoquemos y resulte que son verdaderos adoradores de la ecología, como Jesús Vázquez lo es con los caballos, al igual que Cruz Elvira y Tronco, por su calidad de políticos charros a la veracruzana, donde las carreras de equinos llenas de malosos están a la vista de todos y nadie ve nada.
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