Las Kardashians de Atlacomulco
Verdaderamente preocupante la manera en que la familia presidencial vive desconectada de la realidad: mientras un presidente como Enrique Peña Nieto va a la baja en su popularidad, a la Primera Dama no se le pudo haber ocurrido peor momento para realizar otro desliz que, sin duda, afecta a la administración.
Se entiende que la popular “Gaviota”, siendo actriz, viva en un mundo de lujos que la hicieron comprar su humilde casita blanca y que por culpa de ustedes, proles, tuvo que poner aparentemente en venta, pese al gran esfuerzo y cultura del ahorro desde que era una pequeña palmípeda recién salida del cascarón.
Se entiende que una Primera Dama, así de bella como es, viva en un mundo de portadas de revistas y de vestidos carísimos que ustedes, proles, nunca comprarán porque a duras penas y les alcanza para ir de vacaciones a Veracruz el fin de semana. Lo que Angélica Rivera de Peña no logra entender es que el horno no está para bollos como para andarse exhibiendo en Beverly Hills, donde acaso la mayoría de los mexicanos californianos son jornaleros o narco-pandilleros. Si acaso, uno que otro con éxito al poner un changarrito.
Que lo peor de todo es que la pobreza, al menos en Veracruz, se sigue registrando con un grado de rezago social ALTO, donde el porcentaje de situación de pobreza de 7,643,194 proles veracruzanos, es de 52.6%, y en pobreza extrema es de 14.3% (según el mas reciente Informe Anual sobre La Situación de Pobreza y Rezago Social 2015 de SEDESOL y CONEVAL).
Y es que las Kardashians de Atlacomulco son tan hermosas como lo son de brutas (con todo y que están instaladas en el poder), que no les cae el veinte de que no pueden andarse exhibiendo con garritas de 20 mil dólares, menos ahorita que hay campañas.
Que las Kardashians región 4 deberían de abstenerse de restregar su riqueza (por lo menos la que les da el erario) y uso de recursos públicos (como el uso de guardias del Estado Mayor Presidencial y vaya usted a saber qué aeronave usaron también) porque México es un país que está harto de los abusos de los políticos y sus familiares, como las ocurrencias de Paulina Peña Pretelini, de Sofía Castro, de la #LadyProfeco, del helicóptero de David Korenfeld, pero sobre todo, de la mansión valuada en 7 millones de dólares que nadie cree que la Primera Dama haya comprado con sus ahorritos de toda la vida. Menos que haya sido comprada a la empresa constructora favorita de su señor esposo, el mentado Grupo HIGA, algo así como el INFONAVIT de los pudientes del sexenio.
Que curiosamente el caso no tuvo mayor relevancia en México, y fue la cadena Telemundo la que manejó a las Kardashian “mexinacas” haciendo la compra de sus ropitas. Luego bajaron el video de internet, pero el escándalo fue estratégicamente contenido.
Lo peor de todo, es que a los priistas les han capacitado en recientes fechas con diferentes seminarios para decirles todo lo que las Kardashians de petatiux no hacen: que literalmente un ciudadano con teléfono es un reportero; que tengan cuidado de sus actividades públicas; que eviten el derroche como lo hacían antes; que las redes sociales son ahorita un arma valiosísima para dar a conocer lo que en medios tradicionales se oculta.
Pero, ¿así de que sirve, si los que tienen que poner el ejemplo ahí van regando el tepache?
Si bien chida que debe ser la ropa americana de tianguis o de Chiconcuac como para andar allá malgastando y tirando lana en Estados Unidos; o ¿por qué no llamaron a su modista a Los Pinos para que les tomen las medidas y ahí les costure los vestiditos como lo hace la mayoría de las mujeres prole?
Igual en una de esas, Las Kardashians de Atlacomulco --el emblemático municipio mexiquense del poderío-- ya tienen amarrado un contrato en el canal E! para ir registrando su nefastito estilo de vida para un país donde la mayoría de los habitantes llega a California pero a trabajar, huyendo de México y cruzando de “mojado”.
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