28 de diciembre de 2006

Conspiraciones fotográficas


Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- (Ya había terminado esta columna cuando recibí la noticia de que mi bisabuela Esperanza Castillo falleció a la edad de 100 años en Tampico, Tamaulipas. Descansa en paz, viejita de cabellos blancos).

En los últimos días se oyen versiones de complots fotográficos en casos importantes y relevantes para la historia política de Veracruz. Casos como el de Javier Gómez “El Potro”, asesinado en marzo de este año que expira, en manos de su esposa Isabel Morales Aguirre, entonces síndico de Minatitlán, y compadre del depuesto líder petrolero Pablo Pavón. También se destaca la reciente y tensa situación que se vive el sur de Veracruz, específicamente en Coatzacoalcos, a raíz del secuestro del empresario Óscar Contreras Ávila, donde salen a relucir que los autores de dichos secuestros son nada más y nada menos que los famosos Zetas, peligroso brazo armado del Cártel del Golfo.

En ambos casos coincide la misma sospecha: la de que habría alguien manipulando la realidad a través de las secuencias fotográficas que se han presentado a la opinión pública de los actores, y que por ende habría un interés específico detrás por ocultar la verdad histórica.

En el caso de la foto de Javier Gómez, se trata de la imagen del cuerpo del ganadero que yace en un piso de lozetas color naranja, en una de las habitaciones de su rancho “Los Javieres”. El cuerpo luce boca abajo, con al menos tres impactos de bala como se ven las heridas sangrantes. Viste una camisa roja a cuadros con un pantalón de mezclilla azul. Al cinturón se le ve la funda para pistola que, según sus cercanos, gustaba de portar una escuadra 9 milímetros, pero que a su lado tiene una pistola revolver, que según la intención, era demostrar que fue la que utilizó “El Potro” para disparar en esos momentos contra su esposa Isabel Morales.

En la imagen que se difundió retocada, se puede apreciar el cadáver del “Potro” sin herida alguna en el cuerpo (excepto una mancha en la pierna) y con la cabeza sumida en un charco de sangre. No aparece la funda de la pistola, ni tampoco el revolver que se plantó ahí.
Algunos medios de comunicación efectivamente rediseñaron la fotografía donde yacía el prominente ganadero-empresario (propietario de una Hummer que alguna vez embistió un taxi en la avenida Justo Sierra de Minatitlán porque no le daba el paso). El retocado se manifestó justo al día siguiente del asesinato de Javier, dado a que las fotos eran exclusivas de Sotavento Diario de Minatitlán, tomadas por el reportero Omar Vázquez Valencia, pero obtenidas por otros periódicos a través del sitio web de Sotavento, que en esos momentos informaba en tiempo real de los sangrientos acontecimientos.

La foto se había retocado tanto para borrarle el sello de agua que contenía la foto (un logotipo de Sotavento Diario) que suprimieron detalles importantes de la escena, como la pistola y la funda, sin nunca aclarar que la imagen había sido retocada y dando pie a que se interpretara una manipulación de la realidad.

No se puede afirmar que haya intenciones de un medio de comunicación para alterar la realidad a través de una fotografía que ya ha sido publicada como es originalmente, ni mucho menos asegurar que haya una conspiración para así influir en la opinión pública y en la resolución del proceso judicial que se le persigue a Isabel Morales Aguirre como presunta asesina de su marido, aunque es conocido que la escena del crimen sí fue alterada por gente cercana a la conocida “Potra”, como el caso de que el entonces Inspector de Policía Ronaldo Smith habría ocultado las armas del crimen, así como ser cómplice de la versión infantil de que un “empleado” del Potro se le fue encima porque éste estaba como energúmeno, donde también participó el depuesto líder petrolero Pablo Pavón.

Es cierto que alguien se aprovecha de ciertas realidades manipuladas y no se duda que hasta se exhiba como prueba de inocencia una foto manoseada: por su supuesta honestidad, desde un inicio la señora Isabel Morales ha gastado millones de pesos para presumirse inocente.

Ahora en el caso de los presuntos Zetas que están atrapados en Coatzacoalcos, se habla de que el presentado ante los medios de comunicación no coincide con algunas de las fotografías donde se aprecia una persona con actitud altiva, entradas discretas en el cabello y andar de pantera, a diferencia de un sujeto con la mirada asustadiza, complexión obesa y cabello tupido que se ve en las imágenes del presunto zeta Erick David López Priego.

La realidad de las imágenes del presunto zeta Erick David es que detrás llevan un dejo de complicidad, corrupción y gran temor por lo que pueda ocurrir si un periodista, funcionario o policía se mete con uno de los Zetas (que ya son todo una leyenda por su escandalosa presencia con camionetas de marca con gente armada hasta los dientes e impunidad garantizada). Las amenazas a periodistas por publicar la foto del “zeta” provienen de la protección que obviamente les dan rincones de las estructuras del poder oficial a este grupo armado: uno no se explica cómo los famosos “zetas” se desplazan desde Tabasco a Veracruz con una facilidad impresionante, o que porten armas de alto poder y nadie sepa nada al respecto.

A estas alturas pueden confundir mucho un par de fotos como las de Javier y Erick David. Las realidades manipuladas pueden influir mucho en la opinión pública y confundir a quienes hemos dado seguimiento a estas lamentables noticias; pero lo que no es admisible es la manipulación de la verdad histórica, a la cual deben estar avocadas las autoridades ministeriales para investigar a fondo y dar conocer a la sociedad veracruzana preocupada por su seguridad. En ambos casos está como vértice la Subprocuraduría de Justicia en la zona sur, a cargo de Tomás Cristóbal Cruz, quien no ha aclarado (debemos suponer que por temor, porque sería absurdo que admitiera estar colaborando con los delincuentes) ni los asuntos de “La Potra” ni tampoco el caso del zeta detenido.

Lo que no se entiende, es que pareciera que hubiera una contradicción en las políticas de seguridad del gobierno del estado: si por un lado se saben de exitosos operativos de la policía estatal, por el lado ministerial están quedando muchos pendientes y cosas confusas que sólo los mandos deben aclarar. No puede haber elementos del gobierno que pareciera que protejan a la delincuencia, mientras otros exponen la vida por hacer cumplir la ley.

No es posible que en estos momentos figure más la confusión y no un definimiento claro de la autoridad en casos tan delicados que no deben quedar impunes. El caso de “El Potro” sigue rezagado, mientras los mandos en la Procuraduría se hacen bolas con si la susodicha “Potra” está en el país o ya salió de él; o que se ande paseando en la zona sur, como así lo han atestiguado varias personas; o de plano se siga comunicando con funcionarios del ayuntamiento de Minatitlán.

El caso del Zeta es más delicado: se sabe de la presencia de dicho grupo y su operaciones gracias a que hay elementos que cumplen su juramento de hacer cumplir la ley, y también por periodistas que, sin arma alguna más que su pluma, exponen con valentía su compromiso para informar el estado que guardan las cosas en Veracruz con la versión que muchos políticos prefieren censurar.

Ya debe haber una aclaración, las dudas solo crean sospechas.

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