14 de junio de 2007

Tarifas para desvelados, por favor

De plano el sector energético (específicamente, y en lenguaje coloquial, “la luz” --por cierto, qué ricos chamorros sirven en el bar del mismo nombre--) ya está privatizado desde hace mucho, y la lucha “sindical” e “histórica” por la “soberanía” de dicha energía, resulta similar a la utilidad de una papa enterrada.

Y sí, mientras haya líderes sindicales, obreros, políticos que se desgarran las vestiduras y ofrecen su pecho a las balas en pro de que el sector energético no se privatice, tenemos a un PEMEX y a una Comisión Federal de Electricidad controlados por el sindicalismo oscuro, corrupto, característico del priato en México (y que no han cambiado en pleno panismo); aliados de los gobernantes que se encargan de administrar a su conveniencia la riqueza del país.

Tan nos han hecho creer que la luz y el petróleo nos pertenecen, que no son pocos quienes saltan a la palestra para defender lo que tata Lázaro expropió, y que según como pueblo, es nuestro… Ahí vemos las marchas de “conquista” sindical, las asambleas que, al más puro estilo priísta, no cambian, y los respaldos del gobierno a los dirigentes, de los cuales (como si no bastase lo hinchados de dinero que están por todo lo que se embolsan), algunos todavía son diputados federales.

Pero la patética realidad nos indica que, pese a que Veracruz es un estado líder en producción de energéticos, éstos tienen que entregarse a la administración federal para la redistribución de los dividendos a escala nacional, y ser aprobado por la Cámara de Diputados, en lo que es el famoso presupuesto.

Es así como surgen las protestas por las elevadas tarifas de la electricidad. Se sabe que en ciudades del norte del país lograron presionar a la Comisión Federal de Electricidad para que reclasificara los costos; esto fue tomado por diversos dirigentes populares en Veracruz para exigir que bajaran los precios de la luz, argumentando principalmente el consumo necesario de la electricidad en zonas donde el calor (como en el sur del estado) es insoportable, pero que la CFE aprovecha para cobrarse a lo chino (como Flavino, el oaxaqueño).

La lucha continúa en algunas partes del sur, destacan los nobles indígenas de la sierra de Soteapan y parte del Uxpanapa, donde se rebelan no pagando las elevadas cuotas.

Así, ante una CFE que cobra lo que quiere, un PEMEX que explota el subsuelo como se le antoja y nos deja las correspondientes consecuencias ambientales y de salud, Veracruz tiene que sortear entre las decisiones de las cúpulas sindicales y el gobierno, quienes tienen secuestrados dichos recursos y convierten al resto de los mexicanos en rehenes de argumentos indescifrables para explicar sus acciones.

Como ejemplo tenemos el nefasto horario de verano: nadie entiende a quién beneficia, si lo único realmente palpable es que las tarifas se elevan, la CFE no acepta reclamaciones, y de paso nos cortan la luz a la primera que se adeude. ¡Ah!, “pero las variables macroeconómicas de la espiroqueta de la raíz cuadrada de la cuchufleta morrocotuda” es el argumento más prolífico de los tecnócratas y políticos que defienden la causa de un horario que sólo provoca desvelados y mueve a cuestionar, acertadamente: ¿para qué demonios sirve el horario? Si la respuesta es siempre que individualmente no se ve el ahorro, nacionalmente sí lo hay… Entonces ¿a quién beneficia realmente el horario de verano? Al pueblo no, ya que nos elevan las tarifas enormemente, y de paso, este gruñón columnista tiene que levantarse más temprano.

Sí, se oye como el reclamo común, populista, hasta pejista de un ardido social; la verdad es que no: finalmente ahí donde renta la casa su servidor no paga la luz, porque ya viene incluido en el contrato, la que, finalmente, se agarra del chongo con los de la CFE es la dueña de la casa.

De cualquier manera, para uno, como veracruzano, es realmente indignante y no hay justificación en hacer oídos sordos a una situación real de pobreza y rezago, ante un Veracruz rico en todo, sobre todo en producción de energía.

La entidad no se beneficia en nada de lo que debiera, y menos con diputados evidentemente concentrados en sus guerras infantiles de colores. Los jodidos seguimos siendo los mismos: en el mismo caso del horario de verano, recordamos un Vicente Fox que arrancaba su sexenio parejero y atrabancado como el buen ranchero que es (quizás acostumbrado a que en el rancho el tiempo es relativo a los cantos del gallo) quiso a la de a blanquillos de gallina de rancho desaparecer con un plumazo el horario de verano, pero entonces, los diputados federales despertaron de su curul y echaron para atrás la medida foxiana en aras del “respeto a la autonomía del poder legislativo”. Y así, todavía con lagañas, sólo le quitaron dos meses a dicho horario.

Sí, esos diputados que son conocidos por subirse el salario cada que se les antoja, y se autorizan salones de belleza para emperifollarse. Los mismos que en realidad representan todo, menos a la población (y tampoco es una declaración populista: la poca credibilidad de los políticos y sus partidos también radica en que los ciudadanos no se sienten representados en la Cámara de Diputados, y así lo han enfatizado estudios serios).

Los políticos son los verdaderos dueños temporales de los designios energéticos, pues en sus manos está la retarifación de la energía eléctrica, y en este punto los veracruzanos, del color que sean (negros, verdes, amarillos, anaranjados, azulinos y rojillos), tenemos que estar de acuerdo en protestar por los abusos de la Comisión Federal de Electricidad, ya ni se diga de las secuelas ambientales que genera PEMEX con su industria. En esto, insistimos, tienen también que ver mucho los sindicatos.

Por favor, se los pide alguien que gusta de escribir y trabajar en las noches con su respectiva lamparita y calienta la cena en el microondas, aunque la dueña de la casa no lo sabe. (14 DE JUNIO DE 2007)

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