1 de julio de 2008

Doblada al español

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- Le juro que no se trata nada de la mentada Eurocopa. Disto mucho de ser fanático del fútbol, aunque según entiendo por parte de voces expertas en el deporte de las patadas, el partido de éste pasado domingo entre España y Alemania estuvo de flojera. Que se esperaba más de los paisanos de Beckenbauer. Que los españoles tuvieron para meter más goles, etc… Y mejor ¿POR QUÉ NO ME CALLO? antes de que el Rey (aclarando: no Elvis, ni Escobar Pérez) me lo exija sutilmente.

No, se trata de una inconformidad. Más que inconformidad, un reclamo nada futbolero: el mal gusto de los monopolios cinematográficos por encasquetarnos a fuerza lo que ellos quieren; las películas que a su mísero criterio son las mejores para nosotros; y para rematar, como si fuéramos una bola de tarados analfabetas, todo doblado al español.

Nada tengo en contra de la muy apreciada lengua de Cervantes (me gustaría más enredarme con la de Audrey Tautou, ¡Oui, Mon petit Amelie!) en el cine; hasta podría ser loable que se les dé chamba a los excelentes locutores que doblan las voces al español, y que en su momento caracterizó a México como uno de los países supremos en la materia.

Lo preocupante es que esa calidad ya ha decaído. Si no mal recuerdo, hace poco en mis años mozos de estudiante de Comunicaciones, llegué a leer una entrevista con actores de doblaje que se quejaban de verse desplazados en la industria, ya que las casas distribuidoras o fílmicas preferían el marketing sobre un trabajo profesional; y es así como tenemos que chutarnos obscenidades como Adrián Uribe doblando a “Garfield” (cuando ya estábamos acostumbrados a la voz del chileno Sandro Larenas), a Consuelo Duval, a Omar Chaparro, Adal Ramones, Thalía, Lucerito, Carlos Espejel, Sergio Sendel, y un sin número de artistas de TELEVISA que más que aportar calidad a la melcocha, la denigran.

Sí, la mayoría son caricaturas para un público infantil que le importa un comino quién hable en español, pero basta ver el video “La verdad de Garfield” en el sitio YouTube, y nos daremos cuenta que detrás de una inocente película, está un pobre punto de vista y la decisión de un obtuso ejecutivo para fastidiar la industria. (Vale la pena también ver “La verdad de Los Simpsons”, en el mismo portal).





No sólo eso: las salas CINÉPOLIS, junto a MMCinemas y Cinemagic, son las únicas empresas asentadas en la entidad en contadas plazas: Poza Rica, Xalapa, Veracruz-Boca del Río, Córdoba, Orizaba, Minatitlán y Coatzacoalcos --los 204 restantes púdranse-- y que deciden que es lo mejor para uno.

Cabe comentar el caso de Acayucan o Coatepec, como el de varias ciudades no menos importantes en el estado: centros urbanos donde los habitantes tienen que ir a ciudades más grandes, porque no hay salas locales, o los propietarios son tan cerrados que deciden que “El Crimen del Padre Amaro” no es apta para la raza.

Esto lo comento, porque efectivamente pensaba ver un churro de película como la del “Súper Agente 86” (pocos aprecian la buena comedia de Steve Carell) este fin de semana pasado. Estando en Xalapa, uno piensa que debe haber opciones para libremente escoger entre “doblada al español” o “subtitulada”, pero nos topamos con la sorpresa de que ninguna mentada sala en la capital del estado tenía la película en su audio original… No teníamos otra opción (CINÉPOLIS es el monopolio en Xalapa) para ver dicha película, y terminamos en casa del Assante viendo un western clásico: “El Bueno, El Malo y El Feo”.

En Minatitlán, no tuvimos de otra más que ir a ver “Iron Man” a Coatzacoalcos, porque en el pueblo petrolero supusieron que como es un personaje de un cómic (por cierto, no muy popular entre las chaviza actual), entonces es algo así como caricatura, clasificación “A”, dirigido a toda la familia, sobre todo a los niños, y era necesario que la película viniera doblada al español, y por cierto mal traducido, porque cómo justificarían a un personaje como el egocéntrico millonario Tony Stark diciendo que “se había acostado con las 12 modelos del calendario MAXIM”, si se supone que es para niños.

En fin. A eso estamos supeditados la mayor parte de quienes vivimos bajo el yugo del cine región 4 y las ya conocidas políticas gubernamentales al respecto, que hasta los churros de entretenimiento (ya no digamos cine más complejo, especializado o documental, que casi ni llegan o duran en las pantallas) ni siquiera valen la pena verse.

Y es aquí donde la reflexión se acomoda: varios tacaños amigos me dicen que no van al cine porque aparte de que no les atrae la mayoría de las películas, los costos son carísimos: ir al cine con tu pareja, más las palomas, los pasajes, la gasolina, los refrescos, etc., son mínimo unos 200 pesos… Y ante la precaria economía mexicana donde el arroz y la tortilla ya son productos de lujo, pues muchos optan por esa bonita artesanía mexicana que son las películas piratas, que rondan desde los 10 pesos, y hasta estrenan antes que en las carteleras.

Que triste que para los fanáticos del cine no se tenga otra alternativa más que esperar la renta de la película deseada, porque lo que se supone es el séptimo arte, se ve manipulado por la comercialización de los monopolios y la miserable valoración de sus directivos.

Vaya, creemos que ya de por sí las familias que acaparan la proyección de filmes en México tienen el suficiente dinero ganado, que bien podrían crear opciones como salas chicas (tipo Cinemas Pepe’s) u horarios especiales para quienes desean ver las películas en su idioma original. Que ya la tendencia de pertenecer a mega plazas comerciales, con servicios de cafetería, bar, multisalas, está ya de por si descaradamente prostituyendo los filmes, y limitando la opción del cinéfilo a lo comercial.

No por nada se va al cine a entretenerse, y uno con mucho gusto hace el esfuerzo por trasladarse a una buena sala con la disposición de gastarse unos buenos pesos; pero entre tanta parafernalia para hacernos gastar parte de la proletaria quincena, ya dudamos mucho en acudir al cine, si ni siquiera se puede disfrutar de una película escogida por alguien con un criterio más amplio.

Doblada al español, qué asco. La neta, señores.

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