23 de julio de 2008

¿Por qué no nos volvemos daltónicos?



Pablo Jair Ortega -
pablo.jair.ortega@gmail.com.- Luego de las reacciones por aquello que declaró la maistra Elba Esther “Babyface” Gordillo sobre el matiz colorado que actualmente es de culto en Veracruz, yo me preguntaba si la solución para tal inocuidad no sería mejor que nos volviéramos daltónicos.

Ya de plano, what da hell, así de fácil, al ver tanta innecesaria “recalcitrancia”, y para ir olvidando tanta parafernalia por la furiosa defensa del rojo, el azul, verde, amarillo, etc. De por sí los políticos se adueñan de nuestras decisiones, y ahora resulta que hasta de la gama cromática.

Me cae, póngase usted a pensar si por los colores que tanto pelean los partidos y sus simpatizantes, usted dejará de percibir su salario, o no podrá salir de su casa, ver Los Simpsons, tomarse una cahuama para dormir a gusto (ya sea sólo o acompañado de su mujer, marido, quimera, oso de peluche o muñeca inflable).



Ya nos imaginamos que si usted no porta el distintivo rojo María Magdalena de Xico, tendrá que pasar por las penurias que sufrió Coscomatepec, donde el gobierno federal acaba de entregar los recursos del Fondo Nacional de Desastres a los habitantes por los daños del huracán STAN en el 2005… Así como van las cosas, los norteños afectados por DOLLY quizá reciban su apoyo hasta el 2012, en plenas campañas electorales.

En serio, mientras algunos se enfrascan en una trifulca por la defensa escarlata, a lo mejor valdría más la pena voltear hacia el asunto de la UV y su nefasto amiguito el CENEVAL, que bajo el cobijo de llamarse “Asociación Civil”, ha hecho más lana que un cártel del narco.

O quizás valdría más acordarse --porque pareciera que nadie se dio cuenta-- que acaban de terminar los foros del Senado donde se discuten las propuestas sobre la reforma energética. Darnos cuenta que la propuesta privatizadora de Jelipe Calderón (ojo, así lo dictaminó la comisión encargada de revisar dicha propuesta) está a punto de entrar para su aprobación o rechazo, y de ahí comemos varias familias.



Neta, seamos honestos. Dejemos el asunto de los colores como podemos abandonar esa insistencia esporádica de exhibir la obscena riqueza de Romero Deschamps con sus yates y departamentos de lujo, o el departamento de Napito… Ya ni son noticia por lo obscenamente millonarios que son. Además ¿qué líder sindical no lo es?

Evitemos ver esos estériles shows que de plano por más coraje que haga uno, y la bilis amarilla se nos derrame verde por la boca poniendo azul nuestro hígado, lo más probable es que las escuelas sigan pintadas de rojo. Pero más allá de en lo que se gaste para la vinilica, dudo mucho que nos engañemos con que Veracruz se ofenda por el uso de colores, porque el pueblo es más que pigmentaciones.

Si no fuera por estos arranques desenfrenados de enaltecer al partido de su preferencia, entonces no tendríamos anécdotas tan ridículas, risibles y vaciadas como los carros recolectores de Las Choapas que el alcalde Toño Pouchoulen que bautizó en honor de la delegada de SEDESOL en Veracruz, Alma Aída Lamadrid.

Vaya, es como decir que por el rosita del DIF, se resaltan más los sentimientos de los machines que trabajan en el sistema de desarrollo integral de la familia: hay muchos metrosexuales en potencia.

Quizás lo mejor era que Diosito de plano nos quitara esa capacidad de mezclar colores con la pasión política. De esto se dieron cuenta los ingleses con su uniforme rojo con franjas blancas, eran como pajaritos francos en el tiro al blanco en la guerra de Independencia de los Yunaites Esteits.

Bloody colors!

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