28 de junio de 2009

Salud, presidente Calderón







AQUÍ UNA MUESTRAS DE VIDEOS DEL YOUTUBE, DONDE SE HABLA DEL ALCOHOLISMO DE CALDERÓN. EL ÚLTIMO VIDEO ME PARECIO INTERESANTE, PORQUE QUIZÁS LAS DECLARACIONES LAS HIZO BAJO ESTADO ETÍLICO, PORQUE AHORA YA NO SE ACUERDA...



Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com
.- Sí. Esta es de pura muina. Y es que eso de meterse con Michael Jackson, ya es personal para sus fanáticos. Digo, muchos lo recuerdan recientemente por sus escándalos por pederastia y por sus excentricidades, pero estoy seguro que si hiciéramos una encuesta mundial, varios lo recordaremos por su música, su “moonwalk”, sus creativos vídeos, y porque era negro, cosa que las nuevas generaciones seguramente no creen.

Sí, eso de colgarse de la muerte de Michael Jackson, sobre todo en tiempos electorales, neta que es jalado por parte del Presidente Felipe Calderón, quien entonces hoy me da la pauta de hablar de su alcoholismo “secreto”.

Es conocido por la clase política que en las farras desde que era un simple dirigente nacional del Partido Acción Nacional o diputado federal, el oriundo de Michoacán se quedaba dormido en los bacanales, ahí botado en el suelo como buen borracho. Inerte. Antes de esa escena, se embriagaba como todo un “malacopa”: tomando sin control, impertinente, y además con un comportamiento agresivo, con ese complejo que tienen los enanos de pensamiento: el de sentirse inferiores, grises.

En fin. El presidente Calderón, quien presume hasta las cachas de combatir al narco, a los viciosos y todo lo que huela a droga, parece que no ha podido vencer su propia adicción. Y de tonto admitiría en estos momentos --como en las etapas gruesas de todos los dipsómanos-- que es un alcohólico… ¿Por qué? ¡Ah, porque es el Presidente!

Preocupante en verdad, porque con todo y la sinceridad ingenua de su predecesor Fox, éste admitió que consumía un fármaco controlado llamado Prozac, lo que entonces lo encasilló en el rango de cualquier drogadicto. Pero al menos fue sincero consigo mismo y con los mexicanos, y esa sinceridad, pues curiosamente lo colocó en una gran popularidad que llevó a la cima al hoy presidente de México.

Pero es triste y hasta patético, que un presidente que combate al narco (ojo, no a las adicciones, porque hasta el momento no hemos oído algo de alguna campaña que combata o prevenga las adicciones), no acepté públicamente --así como Iron Man, coño-- que es alcohólico. Uno de las adicciones más graves de éste país, claro, legal, pero que de igual manera es la que más muertes causa en este país.

Estamos hablando de un ser que necesita del alcohol para relajarse, sentirse bien, pero que además abusa de él y del poder que tiene para ocultar una realidad que preocuparía a los mexicanos.

Digo, eso de que se rompió el brazo mientras andaba en bicicleta en Los Pinos pues no se lo creyó ni el Hospital Militar que lo atendió. Si hubiese sido así, las lesiones seguramente hubiesen sido distintas. Y eso es seguro, porque todos hemos andado en bicicleta y nos hemos caído por falta de equilibrio, por los malditos desagües para la lluvia, o por taxistas impertinentes que te atropellan (sí, este es uno de mis traumas de infancia).

Así que sentándonos en la bicicleta presidencial, dudamos mucho que con todo el cuerpo de seguridad que rodea al mandatario, en Los Pinos donde difícilmente hay tráfico como en las calles, un presidente se haya caído de la bicicleta y se haya fracturado el brazo.

Y es que entonces antes de hablar de su supremacía como autoridad constitucional, presidencial, política, ejecutiva y nacional, antes, como buen dignatario, debería haber aceptado su propio vicio para admitir con autoridad moral, que el combate al narcotráfico --como tanto lo propaga el PAN y el propio mandatario-- es su mejor carta de gobierno.

Además que utilice la muerte de un ídolo popular de varias generaciones, pues es deleznable. Es como si la reina de Inglaterra dijera que Diana muriera por suripanta, o que George W. Bush hubiera aprovechado la muerte de Heath Ledger para echarle porras al Partido Repúblicano diciendo que murió por drogadicto.

Bueno, qué se puede esperar de alguien que seguramente quedó como el jefe de Peritos de este país, cuando diagnosticó “acertadamente” que Ernestina Ascencio murió de gastritis.

Ya siendo más cáusticos, a lo mejor habría que preguntarse en qué estado se encontraba el presidente Calderón para aventarse semejante declaración.

Vaya, los mensajes de la misma clase política son claros: el senador Manlio Fabio Beltrones, el 21 de agosto de 2008, dijo que “Hasta los alcohólicos que requieren rehabilitarse comienzan por admitir el problema, de tal suerte que les permite tomar las medidas necesarias para solucionarlo”, en referencia al “fracaso total” de la estrategia calderónica en el combate a la delincuencia organizada

Más claro que el mensaje sutil, ni el agua.

Y es que en el mundo de los dipsómanos, quizás es experto en diagnósticos de gastritis como la de Ernestina y drogadictos como Michael.

Salud, presidente… ¡HIC!

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