16 de noviembre de 2010

Pero a los sicarios sí les pagan

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Los becarios veracruzanos abandonados en el extranjero ayer recibieron un golpe bajo por parte del gobernador Fidel Herrera Beltrán: “Prefiero jóvenes becarios a sicarios”.

Así, con pura demagogia, Fidel cree haber ya resuelto con unas pocas palabras la inquietud, la desesperación que están viviendo decenas de becarios jarochos a los cuales no les han pagado desde hace cerca de 6 meses su estancia en varias partes del mundo.

Que el mensaje, transmitido con toda comodidad en Xalapa, bajo la parafernalia de un Informe de Gobierno, traspasó las fronteras hacia el viejo mundo y otras partes remotas del planeta para darle tranquilidad (cómo si tuvieran el ánimo de ver el informe) a quienes ya no ven cómo solucionar su grave problema de solvencia prometida.

La comparación de Fidel es poco menos que nefasta si se tiene en cuenta que los becarios, en su mayoría, están realizando estudios de posgrado y nada tendrían que hacer trabajando para el crimen organizado.

Es muy triste también porque los afectados le han enviado cartas desde sus lugares de residencia pidiendo auxilio, certidumbre, solución a esta grave problemática minimizada por el gobierno de Veracruz y por Fidel Herrera Beltrán. Ninguno de ellos le ha manifestado sus intenciones para trabajar con la mafia, ni siquiera pensamos que estén considerándolo, pues son profesionales --por lo menos estudiantes-- que han decidido llevar su vida a otros rumbos fuera del negocio de la matanza de humanos.

Al ponerlos a ese nivel, es preocupante la bajeza del gobernador.

Esta visión obtusa del mandatario estatal nos ofrece la realidad de su pensamiento: que les está haciendo un favor a los becarios al mandarlos estudiar fuera de Veracruz, lejos de las garras del narcotráfico; una visión paternalista que se fija sólo en la forma, pero no en el fondo del problema: un gobierno que se comprometió a pagarles una carrera fuera del país y no les está cumpliendo.

Pero no, no es ningún favor, no se puede ver tampoco como tal al mandarlos lejos de sus familias para después dejarlos abandonados, en países de primer mundo, muy caros, donde ya deben hasta el alma.

Con esto, ya Fidel Herrera define la postura de lo que será el asunto de los becarios abandonados en el extranjero en lo que resta de su gobierno: “Pues ya, confórmense, son becarios en lugar de ser sicarios”. Y así será hasta que abandone la silla del poder ejecutivo, zafándose de ese compromiso y endosárselo a la administración entrante.

Lo que a lo mejor no sabe el gobernador, es que al menos los sicarios viven en México, saben a lo que le tiran al portar armas, “dar suelo” a un objetivo, andar escondidos, a salto de mata; saben que si entran a ese mundo es para no salir; que tienen todas las circunstancias en contra y no se rajan, porque podría ser a costa de su propia vida.

Es más, por lo menos a los sicarios sí les pagan, bien y a tiempo; eso de que nomás andan matando por amor a la camiseta es como decir que los becarios sólo comen aire, no gastan en pasaje, en libros, y viven en algún árbol de alguna plaza famosa. Son casi casi “becarios ecológicos” porque reciclan todo.

A cerca de 10 días hábiles para que el gobernador abandone el barco y deje a los náufragos abandonados a su suerte, lo último que merecían los becarios era el desprecio y comparación (o peor aún, sustitución) de quien se comprometió a apoyarlos para continuar sus estudios en países donde ser sicario no parece ser una licenciatura muy común.

No como lo piensa Fidel Herrera.

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