4 de abril de 2007

Todavía hay políticos honestos (bendito sea el cielo)

pablo.jair.ortega@gmail.com.- En días pasados, mientras se recibía con mucha alegría la noticia de que la capital de estado se libró de una presunta deuda de 300 millones de pesos por una demanda de la empresa Aguas Tratadas de Xalapa (porque se les retiró un contrato que fue convenido mañosamente a su favor en la administración municipal pasada, y que no cumplieron), también salimos del estiércol de la incertidumbre: hay políticos honestos en Veracruz.

Sí, aunque usted no lo crea (y disculpe por recurrir a un cliché radiofónico), nos congratula saber que todavía hay políticos honestos consigo mismos y con la población que representa y sirve; damos gracias al alcalde xalapeño Ricardo Ahued por decir que no puede ser diputado local por Xalapa ya que no es originario de Veracruz ni sus padres, así que, por ley, está impedido para dicho cargo de elección popular.

Claro, no ocultó su picarona aspiración política de ser un pequeño lujo, pero creo que lo vale, y expresó que podría ser diputado federal porque no hay regulación en cuanto al origen y nacimiento del aspirante.

Viene a nuestra memoria desde tierras lejanas del oriente el “doitor” Flavino Ríos Alvarado, notario público number nine de Minatitlán, cuando toda su vida ha fungido diciéndose político minatitleco, veracruzano, como regidor, diputado local y hasta ahora recientemente secretario de Gobierno y casi candidato a gobernador, sin tener orígenes jarochos.

Sí. Ya es de conocimiento público que el señor no es originario de Veracruz, y que no puede negarlo dado que varias personas de su círculo de amistades saben su historia personal. Fue todo un escándalo cuando por la mañana un diario de la capital veracruzana daba a conocer que el entonces secretario de Gobierno es originario de Mogoñé, Oaxaca; un pintoresco pueblo, nos imaginamos, con crepúsculos arrebolados.

Cómo olvidar cuando entonces citó a todos sus cuates de la infancia - algunos dicen que en Palacio de Gobierno soltaban cohetes desde la azotea pa’ llamar a la tecada- y dio una conferencia de prensa mostrando sus fotos de cuando estudiaba en la primaria “Mi Patria es Primero”, por el rumbo de “la curva”, cerca de la puerta seis de la refinería. Incluso recordó ser “el hijo pródigo” (afortunadamente no el desobediente) del pueblo petrolero, como parte de una destacada generación de jóvenes políticos que hasta el día de hoy dan guerra.

En esos momentos, en el mero clímax del escándalo, la estrategia gubernamental era minimizar el asunto por lo delicado que implicaba la pérdida de personalidad jurídica por parte del secretario de Gobierno: si se confirmaba que Flavino era de Oaxaca, en cascada vendría el caos legal: amparos de delincuentes, de empresas, inmediatamente carecían de validez documentos oficiales, etc.

Todo por no ser honesto. Hoy el “doitor” pretende ser el candidato del PRI a la alcaldía de Minatitlán; de ser por su origen, ningún reglamento se lo impide. Sobre todo que ahora están buscando quitarle las candidaturas al gremio petrolero, sector tradicionalmente favorecido por los grandes recursos económicos que aporta al tricolor.

Claro que en su momento nos vino esta ironía de la historia política de Veracruz, y ahora comparamos en realidad lo que es una ambición por el poder, hasta lo que es un coqueteo a la carrera política para dejar la de empresario dedicado a la “industria plástica”.

No obstante, ciertas actitudes de Ahued son criticables (como anteponer sus creencias religiosas a su cargo de gobernante, en una democracia supuestamente laica), pero es de reconocerse que el alcalde xalapeño dio muestra de tener los principios de la honestidad, lo que a lo mejor pone a pensar que de veras existe una nueva forma de hacer política, que los tiempos están cambiando como dice Bob Dylan, y que está habiendo una epidemia mortal de políticos, principalmente priístas, tan encasillados para mentir.

Sólo como ejemplo está el nauseabundo caso de Aguas Tratadas de Xalapa, empresa beneficiada por el hoy priísta un millón y actual flamante secretario de Gobierno de nombre Gaudencio. Han sido tantas las deshonestidades del mismo, que hasta llegó a concluir que él había resuelto el problema de aguas en la capital de Veracruz.

Pero todo cayó por su propio peso, como bien lo auguró Ahued.

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