9 de julio de 2007

Antidoping también para el perico

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- Vaya con el antidoping para alumnos mexicanos que propuso el presidente Calderón en días pasados. Sí, en verdad que apegados a una funesta realidad, los colegiales de ahora quizás están lejos de aquellos buenos muchachos bien portaditos, que a lo mucho se iban de pinta y tomaban unas Caribe Cooler a escondidas; que la cuestión de la mota era como un tabú y sólo algunos lo hacían a escondidas, temerosos, como la muñeca fea, de que alguien los viera.

Como siempre, cito a Bob Dylan: “los tiempos están cambiando”, y la moda actual va más allá de fumarse un churrito de cola de borrego, o de apestarse el aliento a licor del más barato, y lo de ahora es llevar el celular a la escuela secundaria para no sólo grabarle los “chones” a la maestra y a las alumnas, sino para ver si pueden convertirse en estrellas pornos o, por lo menos, directores del incomprendido erotismo hardcore.


Joan Baez y Bob Dylan

Sí, porque ahora resulta que una felación explícita como la de la película “Batalla en el Cielo” es arte. De esto no vemos diferencia alguna con la nueva luminaria “deep throat” del cine casero: Heather Brooke, quien sí se avienta sus tremendos clavados orales.

Pero eso lo dejamos para los curiosos de la internet (¡ah, perversones!), porque esta columna hoy se enfoca a la lamentable idea de un alumnado desenfrenado, cuya decadencia se acelera y se halla lejos ya de los valores familiares. Si bien antes era bonito y hasta tierno disimular la travesura de verle la “panti” a la maestra de ciencias sociales en la ETI, hoy la adolescencia se actualiza y prefiere guardar ese bonito recuerdo en formato JPG, y si es con una resolución mayor a 2 mega píxeles, pues qué mejor.

Ahora con la mano doblada en la frente, y una postura mojigata que recuerda –para los fanáticos de Los Simpson– a la señora del reverendo Alegría, resulta que debemos pensar en los niños, y la mejor opción que se nos ocurre es hacer un antidoping para ver qué clase de sustancias se están metiendo los escuincles, más allá de su adicción a la cocacola, las sabritas, y toda la gama azucarada del osito bimbo.

La realidad es que las sustancias nocivas no caminan solas para llegar a manos de los adictos, y pensando, según la lógica de las autoridades educativas de Veracruz, para el chorromil y pico de alumnos que hay en las escuelas veracruzanas, podemos asegurar que, afortunadamente, un bajo porcentaje de éstos es adicto a algún enervante.

En verdad es criticable una postura donde, en lugar de los cuernos, al toro se le tome de la cola para espantarlo, y luego soltarlo para echarse a correr. Nadie niega que podría ser una de las tantas alternativas que podría dar seguridad a los alumnos, pero en este término también los maestros se supone que están atentos y observadores a las actitudes de sus estudiantes, y que una acción “sospechosista” de alguno de ellos amerita inmediatamente la intervención de la escuela con sus padres de familia.

Claro, se oye muy improcedente por los cientos de casos donde los padres sólo acuden a la escuela a recoger la boleta, y que de plano le importa un cacahuate saber qué hace su hijo cuando no está en el aula.

Lo que aquí se quiere criticar es el viejo cuento de la postura conservadora (¿será porque son del PAN?) de enfrentarse a una juventud decadente: algo que siempre ha existido en todas las generaciones, y sin ser antropólogo, considero esta hipótesis: sólo hay que viajar tantito al pasado y darnos cuenta que conforme las estirpes avanzan, cada una tiene su “juventud en éxtasis”; en los tiempos de nuestras abuelas, si una mujer tenía una falda alzada cerca del tobillo, ya se consideraba impúdica; unos años más para acá, el tener el cabello largo para un hombre, era sinónimo de, mínimo, guerrillero subversivo o mariguano.

La juventud de quien esto escribe también quizás fue motivo para que los abuelos quisieran que me exorcizara el padre Damien Karras, o de plano llevarme al extremo de quemarme en leña verde o de pirul ante la falta de efecto del agua bendita, y sobre todo, cuando me negaba a ir al catecismo.

En fin, ahora que estamos más allá de lo que fue la adolescencia, el pasar por una escuela y ver los símbolos actuales de la rebeldía como los copetes de caricatura japonesa, pantalones rotos (que siempre ha sido una moda), dijes de la Santa Muerte, oyendo las “simpáticas” canciones de Ramón Ayala –espacio para reírse: JAJAJAJA, ASÍ SE LLAMA EL PRETENCIOSO DADDY YANKEE– también nos recuerda que también anduvimos de ridículos haciéndonos los rebeldes, porque todos pasamos por ahí.

Pero la postura más fácil para el gobierno, y secundada por huestes de ultraderecha como la Unión Nacional de Padres de Familia (como si realmente fuese posible aglomerar a todos los padres, entre tanta ideología distinta) y el Partido Acción Nacional, es ir contra los estudiantes para atacar el problema de las drogas.

Esto es una verdadera hipocresía del gobierno… ¿Tienen la autoridad moral para sentirse los vigilantes del consumo de enervantes entre los escolares? Vaya, sólo en Veracruz, con un secretario de Educación tan señalado –y hasta el día de hoy nunca lo ha negado– como adicto a la cocaína, sería realmente engañoso que se pretenda hacerle pruebas a los chavitos, y los que se suponen están a cargo de su educación se libren de tales pruebas.

Lo lamentable además son los partidismos: el PAN apoyando 100% la posición de su comandante en jefe; el PRI, ambiguo, diciendo que van a analizar la propuesta para ver si no daña los derechos humanos. El PRD, pues es obvio que todo lo que huela a Calderón no les gusta para nada.

¿Por qué no, en lugar de andar analizando cabellos, orina y sangre de los estudiantes, los políticos dan el ejemplo antes haciéndose su propio examen? O mejor aún, ¿por qué mejor no toman verdaderas medidas de prevención y ataque contra los cárteles, más allá de la guerra entre Ejército y la PFP contra los sicarios del narco? Como ejemplo, ¿por qué no atacan a las cuentas bancarias, al financiamiento en millones de dólares, el real poder del narcotráfico para corromper hasta a las hormigas para que no pasen por su territorio?

¿Por qué una postura contra la sociedad civil, y no contra la delincuencia organizada? ¿Por qué no hacerle como los gringos?: seguir la ruta del dinero. Ahí podemos decir que podrían darle varias estocadas al toro.

La triste realidad nos impide pedirle un razonamiento lógico a los maestros para no apoyar esta propuesta calderoniana, ya que sus líderes inmediatamente los deslindan de cualquier cosa que pueda pasarle a los alumnos con el argumento de que la culpa lo tienen los padres de familia: si es alcohólico, es por culpa de los padres; si es drogo, también; si es flojo, igual.


Rafael Ochoa y Elba Esther Gordillo, al acudir a Los Pinos el mes pasado (Foto: José Antonio López / LA JORNADA)

Lejano se oye todo lo anterior porque los bancos ni se preocupan por las cuentas bancarias del narco, y mucho menos de tanto correo falso que se envía a nombre de ellos para sabotear a los usuarios. Lejano, por el poder ahora vitalicio que ostenta Elba Esther Gordillo, quien también secundó la propuesta de Calderón a través del SNTE, como si no hubiera maestros –queremos pensar que también pocos– susceptibles a los pecados. (9 DE JULIO DE 2007)

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