2 de julio de 2007

El sur pone nervioso al PRI

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- “Están muy reñidas las elecciones”: es la percepción de varios ciudadanos del sur de Veracruz con los que hemos platicado en los últimos días, y es de destacarse que ante una incipiente democracia en México a raíz de la caída del PRI en las elecciones del 2000, la ciudadanía ha ido madurando más su voto, y poco a poco desaparecen los vicios y típicas mapacherías inculcadas institucionalmente por el tricolor.

Si bien todavía existen algunas rutinas para influenciar sobre el voto, como el caso de los desvíos obvios de recursos públicos, los apoyos que se entregan en bolsas rojas, azules o amarillas -según el partido en el poder-, las sutiles presiones hacia sectores populares, amas de casas, pequeños sindicatos, comerciantes, etc., hay que resaltar que el ciudadano ha estado madurando electoralmente y asume como una gran responsabilidad el ser un votante, más que un mercantilizado “ciudadano IEV”.

El elector ha estado tan participativo en cuestiones de comicios, que incluso la gran muestra se dio en las pasadas elecciones de hace un año, el 2 de julio, cuando se da una gran participación del pueblo mexicano para dar cumplimiento al compromiso personal de llevar su voto a la urna más cercana.

Más allá del compromiso, nadie negará que también las discusiones en muchos hogares se centraron en el tema electoral; que si la guerra sucia, que si el mesiánico peligro para México, que si el chaparrito pelón de lentes, que “conmigo esto se acabó”, y otras tantas lindezas que nos dejan los creativos de las agencias de publicidad para el folklore de la política mexicana. El asunto es que así como trascendían los radicales y excrementicios agarrones entre los principales candidatos a la Presidencia, en la casa no faltaba el padre conservador contra el hijo pejista, o la madre madracista contra la tía mocha, o el marihuano extremista de izquierda contra todos… El asunto era que como mexicanos también estábamos en la controversia, en el debate político, sin necesidad de tener que chutarnos los cientos de programas especiales que se hicieron en la tele para la ocasión.

Sirvió también para darnos cuenta que hay cosas más interesantes para discutir que Jolette y su salida de “La Kkdemia”, tema el cual increíblemente nos ponía a discutir en la oficina de redacción (me reservo a decir qué oficina era para evitar penas a terceros de discusiones tan banales).

Sí, en verdad que tenemos que concedernos un aplauso de pie y quitarnos el sombrero de cuatro pedradas, cachucha, boina o hasta birrete, porque ahora estamos más concientes de lo que representa una papeleta electoral; que no sólo se trata de poner una bonita tacha como así lo decían las paredes instructivas con el “VOTA ASÍ”; ahora el sufragio es más razonado, incluso quizás hasta más convenenciero, y es difícil pensar ahora en votos corporativos o gremiales.

No obstante, a nivel nacional, el ejemplo de que un poderoso sindicato puede hacer lo que se le plazca una vez que no tiene que rendirle tributo al legendario presidente priísta, fue el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, cuya estirada dirigente Elba Esther Gordillo dirigió para favorecer al Partido Acción Nacional.

Pero al menos en el sur de Veracruz, bastión durante mucho tiempo de los priístas, influenciado por un gran poder de ganaderos y del omnipotente sindicato petrolero, ahora se ven sectores completamente separados a lo que hace apenas una década era impensable: retar al PRI, porque retar al PRI, era retar al gobierno, retar al gobierno era retar al gobernador, y si se retaba al gobernador, de refilón se retaba al Presidente de la República.

Como ejemplo tenemos la reciente derrota del líder petrolero Jorge Wade González, postulado por el PRI en las elecciones federales para ser legislador en San Lázaro por el distrito de Minatitlán, y de quien se aseguraba que ganaría contundentemente, pero lo impensable fue que ganó el comerciante Robinson Uscanga, quien casi ni hizo campaña. ¿Qué sucedió? ¿Cuál era la explicación pese a que el sindicato petrolero controla la mayor parte de la estructura electoral a través del PRI? ¿No causaba simpatía el minúsculo bigote de Wade al poblado mostacho de Robinson? Quién sabe, pero fue una sorpresa estatal.

Y no sólo en Minatitlán, en Nanchital también se vivió la estrepitosa caída del poder petrolero hace dos años y medio cuando triunfó un partido distinto al PRI: el Partido Revolucionario Veracruzano. Igual en Las Choapas, donde ganó el PAN con Renato Tronco, igual que en Agua Dulce, Acayucan, y decenas de municipios más que pasaron a manos de la oposición ya sea en los ayuntamientos como en las legislaturas locales y federales.

Hoy el PRI se mantiene nervioso dado a la gran prueba de fuego que tiene enfrente: son las primeras elecciones locales de la administración encabezada por el gobernador Fidel Herrera Beltrán, y es aquí donde se reflejará en verdad si el trabajo político, los operadores, los dirigentes priístas, las gestiones, la eficacia del gabinete, de los diputados y alcaldes de este partido, son agradables para la población y se traduce en votos favorables para el tricolor.Se duda mucho lo anterior porque pese a un intenso ritmo de trabajo del gobernador Fidel Herrera (aunque ahora se ha relajado más, por el bien de su salud física), muchos alcaldes priístas están totalmente “pelados”: como Raúl Morales, en Minatitlán; Cuauhtemoc Cadena, en Cosoleacaque; hay diputados locales a los que no se les augura grandes posibilidades ahora que quieren ser presidentes municipales, como Ricardo Calleja; y ya ni se diga de representantes o funcionarios del gobierno estatal que supuestamente por ser del sur podrían haber hecho algo por su comunidad, como Marcos Theurel, “flamante” secretario de Comunicaciones.

La realidad es que el PRI no tiene contento a muchos, especialmente en el sur, como así se pueden ver en diversas protestas y pugnas que se están llevando a cabo en la región. Ahora la tarea de dicho organismo político va más allá de unas simples elecciones locales, porque tiene que dejar a los mejores hombres del PRI en los cargos, al partido muy bien posicionado, una representatividad efectiva del tricolor en los distritos y una buena labor de cada uno de sus funcionarios o representantes populares, por el riesgo de una alta probabilidad de que el gobierno estatal pase a manos del PAN, o de Miguel Ángel Yunes Linares, o incluso de Convergencia, con Dante Delgado.

A final de cuentas quizás también no pase nada: la clase política es un sistema propio de códigos, tradiciones, amistades, lealtades, traiciones, y no dudamos que veamos lo mismo de siempre, sea el partido que sea, el que esté en el poder: el PAN, por ejemplo, ha aprendido y pone en práctica muchas mapacherías que el PRI patentó.

Eso es lo único que falta: así como los votantes han madurado, ojalá así también lo hicieran los políticos veracruzanos, y no perdieran el tiempo en pedir seriedad a la prensa cuando se les caricaturiza o fotografía en situaciones chuscas, y por el otro lado, andan montando toros mecánicos como si fuese una gracia para su investidura.

Un excelente amigo comentaba hace poco: “Imagínate a los grandes líderes de antes, a Demetrio, a don Yayo, haciendo el ridículo” (2 DE JULIO DE 2007)

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