24 de julio de 2007

Bush, Calderon y los terroristas

Pablo Jair Ortega - pablo.jair.ortega@gmail.com.- Sí, los actos de explosiones premeditadas de ductos petroleros en Querétaro y Guanajuato es algo deleznable. El atentado del EPR a la supuesta oligarquía sólo le da el pretexto a quienes dicen gobernar el país para comenzar a empeñarse en temas como el progresivo discurso de terrorismo incipiente en el país, y da más argumentos a los políticos que expresan la necesidad de deshacerse de PEMEX como paraestatal.

No sólo eso, quien esto escribe no está de acuerdo en el método de hacer estallar el poco patrimonio nacional que queda –con eso de que hasta la pirámide de Kukulcán, nueva maravilla del mundo, es propiedad privada– y que, junto con las remesas que mandan los paisanos desde los Yunaites Esteits, es el sostén de este maltratado país, pese al verdadero terrorismo que ejerce el gobierno federal al estar más pegadito a los ductos succionándolos como sanguijuelas para mantener a toda su carísima burocracia y parásita cúpula sindical.

Sí. Este país, que depende (insistimos, pese a que el gobierno federal ocupa gran parte del porcentaje presupuestal para sostener a su burocracia) de los millonarios ingresos petroleros, en contraste con la situación de extrema pobreza, de falta de servicios básicos en buena parte del mismo, tiene los suficientes problemas como para que todavía se agregue a la agenda nacional el combate al "terrorismo", si pensamos que la reciente estrategia contra el narcotráfico fracasó cuando el Ejército mató a unos niños a balazos en Sinaloa. Desde ahí, el comandante en jefe Felipe El Recluta prefirió sacar al Ejército de las calles.

Pero la nueva estrategia parece enfocarse en crear ese ambiente de miedo justo como el que utilizó el mandatario gringo George W. Bush para mantener en estado de alerta a su población de un ataque inminente de cualquiera que odie a los EE.UU., de dimensiones catastróficas, visiones apocalípticas –y nada integradas–, que derrumbarían al "mundo libre". En Fahrenheit 9/11 y Bowling For Columbine, el documentalista Michael Moore lo expresa más claramente: una permanente campaña de terror para mantener a la población asustadiza, histérica hasta de un ataque nocturno de mosquitos.

Acá en el rancho frijolero –aunque se enojen los de Molotov– no han faltado los "especialistas" de temas financieros (como los nuevos alebrijes y rebujos de Televisa) en llamar "terrorismo" a las acciones emprendidas por el Ejército Popular Revolucionario en las explosiones de PEMEX, acorde con el discurso oficialista.


Frijolero, de Molotov

No obstante que quedó demostrado en el sexenio de Fox que compartir la agenda "antiterrorista" de los Estados Unidos no contagió entusiasmo alguno, y que aún así México tiene el prestigio de dar tanto asilo político, como extraditar a posibles terroristas extranjeros, el gobierno federal ya comenzó a dar los primeros pasos en lo que podría ser una estrategia propia del miedo: la inclusión de la palabra "terrorismo" en México podría considerarse novedoso, porque así pretenden llamar a los asuntos de problemas internos de seguridad.

No por nada acaban de crear el Comité Especializado de Alto Nivel en materia de Desarme, Terrorismo y Seguridad Internacional, presidido por un secretario de Gobernación que cuando fue gobernador de Jalisco desató su sociopatía al, literalmente, darles una "madriza" a los manifestantes globalifóbicos. O el anuncio del secretario de Marina, Mariano Francisco Saynez, de la instalación de sistema de radares contra terrorismo para detectar inclusiones marítimas o aéreas no autorizadas en zonas petroleras.

La verdadera cuestión es si, en lugar de alarmarse por inminentes "ataques terroristas", no sería mejor que trabajaran con servicios de inteligencia (usada con inteligencia, valga la redundancia) para detectar situaciones como las de Querétaro y Guanajuato; que el gobierno federal antes de tomar las armas y reiterarse como un estado "de mano dura" –según lo prometió Calderón, así que no debe sorprendernos–, con un Estado Mayor Presidencial más golpeador, sería bueno que utilizaran por lo menos algo que se llama CISEN, o de perdida capaciten bien a los militares para que no anden haciendo ridículos como en la reciente marcha de Oaxaca donde querían infiltrarse y pasar desapercibidos a pesar de su carota de sardos.

Antes de pensar siquiera en implementar una estrategia de terror bushiana, la realidad nos remite a que no están llamando las cosas por su nombre: los discursos son tangenciales y alarmistas, pero la realidad es que las explosiones del EPR han sido en instalaciones bancarias, en la sede del PRI y otros lugares en donde no se ha lastimado a nadie, y sólo han sido daños a inmuebles.

En el caso del PRI… pues despertamos con la noticia, y el dinosaurio sigue ahí.

Sólo debería uno cuestionarse que si los del EPR realmente querían hacer un mega escándalo de muertos, sangre, sudor y lágrimas (¡Oh yeah! ¡Rock and roll, baby!, les recomiendo Spinning Wheel, de Blood, Sweat & Tears) podrían haber pasado a Veracruz para detonar una parte de los 14 mil kilómetros de ductos que atraviesan a la entidad y así por lo menos llevarse de corbata a unos cuantos jarochos, como lo acostumbra hacer PEMEX con sus fatales accidentes que nunca tienen culpables.

Bueno, hasta el momento se identifica a uno: Dios, gracias a la aguda percepción del entonces director de PEMEX Refinación y hoy senador por Veracruz, Juan Bueno Torio, expresado en el desastre de La Balastrera. Hasta sugirió que se le demandara, pero siendo quien es Diosito, debe tener unos abogados muy perrones y colmilludos.

La realidad es que los "atentados" explosivos del Ejército Popular Revolucionario hasta el día de hoy no han matado a nadie, a diferencia de organizaciones terroristas tan conocidas y famosas en el mundo por sangrientas. Y lo peor de todo es que se trata de una organización paramilitar conocida en México que Calderón y su gabinete intentan ensalzar con la palabra "terroristas", sin ni siquiera mencionar el nombre del EPR.

Ahora que la estrategia contra el narco se ha difuminado, la nueva campaña es la de llevar el miedo con "actos terroristas". En el caso de Bush, pues es creíble y hasta justificada la paranoia porque se trata del presidente de los Estados Unidos, reelegido, que no tiene cuestionada su legitimidad como mandatario electo (aunque sí la más baja popularidad). Acá en la granja nopalera, todavía existe un alto porcentaje de gente que cree en el fraude, que no piensa en Calderón como un presidente legítimo, y que además proviene de una campaña de odio promovida por él y su partido contra todo lo que huela a López Obrador y PRD.

Quizás esa sea la insistencia de Felipe Calderón para ahora llevarnos en un nuevo rumbo de violencia doméstica vanagloriada como actos contra la patria demagógica: el mero hecho de usar al Ejército y el aparato del estado para legitimarse a punta de acciones y operativos militares y policiacos.

A los "guachos" no les queda otra que obedecer, porque así se los enseñan en la escuela castrista.

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