Pijamada (Gina Collins)
Según la alcaldesa, aquí se vienen a cumplir fantasías. Es una ciudad muy tolerante, en verdad, tanto que los escándalos lésbicos de la presidenta municipal no espantan a nadie. Se respeta y se toleran las preferencias sexuales, así que venga a cumplir cualquier fantasía que se le ocurra.
Xalapa es la cuna del estridentismo, por si no lo sabía. No se preocupe, tampoco muchos xalapeños lo saben. Especialmente aquellos que han querido a convertir a Xalapa en un sitio turístico abarrotado de bares (propiedad de amigos de la alcalde en turno), restaurantes fufurufos, presuntuosos y mamucos. Ya sabe, turismo pedorro para alcohólicos disfrazado de glamour.
Según la alcaldesa, ya deberían de habernos visitados millones de turistas gringos y europeos caminando por las calles como si aquí fuera Amsterdam o esos pueblitos donde sí se ve turismo. Debería haber vikingos briagos por la calle, canadienses drogados en las banquetas y franceses engatusando las calles.
Pero no. Sólo xalapeños y uno que otro minatitleco ebrio de cahuamas deambula por las calles.
Venga a vivir el “turismo de aventura” que seguramente no vivirá en otro lado. Trépese a la tirolesa que seguramente no hay en otra parte del mundo en un parque y que es la novedad en Semana Santa.
Venga a conocer la Cueva de la Orquídea, que se ha convertido en una gruta bajo llave, sin guías y sin los servicios básicos que se supone habría en un lugar “turístico”.
Conozca el único lugar donde tirar tierra a un lago es algo normal para las anormales autoridades retrasadas en aquello de cuidar el medio ambiente.
Visite la ciudad del caos vial, donde abundan los cuarteles burocráticos, las oficinas gubernamentales, los pésimos horarios de recolección de basura, los topes innecesarios en calles cortas, el montón de camiones urbanos propiedad de políticos millonarios instantáneos. Todos contribuyentes al caos.
Venga a la capital donde usted puede dormir bajo el manto estrellado de la noche. No se preocupe si el Hotel El Limón está muy lleno, porque podrá dormir plácidamente en los pasillos de Palacio de Gobierno, protegido por la Policía Estatal Acreditada.
Por orinar o defecar no se apure: tenemos los baños más coloniales al aire libre: échele una miada a la estatua de Benito Juárez. Afloje el mastique en una de las jardineras, al cabo que los niños entenderán mejor ese proceso de la descomposición de la basura orgánica. Los 400 Pueblos lo recomiendan.
Queridos turistas: venga, no se va a arrepentir… No, en serio. Venga, porque no se ve ningún turista por las calles, a excepción de las chaquetas mentales de la alcaldesa que quiere regalarle a su novia una Presidencia Municipal en Emiliano Zapata.
Venga y conozca lo que es una capital caótica. Que de una ciudad legendaria, los genios gobernantes la han convertido en una mierda.
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