30 de julio de 2014

A movimiento telúrico, ganancia de secretario

El puente que fue a supervisar el secretario Lagos


Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- No es para nada gratuito el asunto de que el gobierno federal esté disponiendo de las delegaciones federales y usando recursos a su alcance para cacaraquear la imagen y obras del presidente Enrique Peña Nieto. En Veracruz, parece que se les olvida que hay un presidente priista.

Hoy, por ejemplo, vimos que antes que la prioridad de terminar el libramiento de Coatepec, un camión con grúa/canastilla y una cuadrilla de al menos 10 obreros estaba estacionado a la entrada de dicha carretera, colocando un anuncio espectacular sobre la primera etapa para anunciar que el Gobierno de la República está a cargo de la obra.

Y no es para menos: ni bien pasó el temblor madrugador de este 29 de julio con epicentro en Isla (distrito de Acayucan) y que despertó a todo Veracruz espantado, decíamos en son de broma que sólo faltaba que Erick Lagos Hernández -hoy más aspirante a la diputación federal por esa región que secretario de Gobierno- fuera a hacer campaña. Ni tardo ni perezoso, el joven encargado de la política interna del estado efectivamente fue hacer “supervisión de daños” a la zona del epicentro e hizo alarde del asunto. Se disfrazó con chaleco, botas industriales y toda la cosa y ahí fue a hacerle al ingeniero civil para constatar los efectos del temblor.

Decía un lector que efectivamente está haciendo campaña al estilo de su mentor Fidel Herrera Beltrán, sólo que no le sale igual: se ve realmente burdo ante la falta de carisma de su maestro, pues si bien Fidel aprovechaba cuanto escenario para hacerse presente, ir a visitar una zona después de un sismo es realmente exagerado, máxime si no hay daños realmente lamentables que supervisar; lo anterior, lo confirma un boletín de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas: sólo hay daños menores.

Estamos seguros que Erick Lagos gastó más en ir a hacerse el “supervisor de daños” que en lo que realmente se va a reparar.

El esquema se repite, según vemos, en diversos distritos donde ya los aspirantes a las diputaciones comienzan a hacer campaña de manera sutil. Estamos hablando de que a un año de las elecciones de julio de 2015, en Veracruz todo mundo anda desatado viendo por su “carrera politica”.

Adelantados, los secretarios como Adolfo Mota, Noemí Lagunes, el mismo Erick Lagos, Jorge Carvallo y los que se sumen a “representar” a los veracruzanos, abiertamente realizan campaña con miras a ocupar cargos de elección popular y podemos decir que tienen toda la ventaja (a excepción de que los quiten de la lista, si es que ésta “palomea” a los candidatos desde Los Pinos).

Y aunque en teoría medio gabinete se iría a sacrificarse arduamente a San Lázaro, no vemos por ningún lado alguna expresión de la oposición que critique lo anterior; que literalmente el gabinete se desmantelaría y por ende hablamos de que los programas y proyectos de gobierno pueden verse paralizados por la falta de continuidad de los mismos. Que habrá si acaso dinero por una temporada por la realización de las campañas, pero éste será efímero.

La realidad es que no existe ninguna oposición: existe un triste PRD convertido en satélite del PRI y cuyo líder Sergio Rodríguez hace prácticamente artes bucofálicas a todo lo que huela Gobierno del Estado, como igual tenemos un PAN con graves broncas internas por el chistecito de haber invitado a Miguel Ángel Yunes Linares al partido sin saber la clase de ponzoña que se estaban metiendo al cuerpo.

Con el escenario anterior, tampoco se ven candidatos fuertes -al menos hasta el momento- en los distritos donde los funcionarios de gobierno van presuntamente a competir. En pocas palabras, son dueños del estadio, del público, del balón, del árbitro y todavía juegan sin equipo alguno que les haga las contras. En teoría, distritos como Coatepec, Xalapa Rural, Acayucan, los Tuxtlas y Tuxpan están prácticamente ganados para el PRI.

Pero este tipo de campañas que se ven especialmente en el caso de Acayucan, en realidad en nada abonan a la imagen de Peña Nieto, ni tampoco a la del gobernador Javier Duarte. Creemos que en realidad, pese a la gran ventaja, estos distritos se ganarán incluso perdiendo: no hay disputa política y existe una descomunal ventaja de recursos y campañas sobre cualquier adversario… Entonces ¿para qué tanto circo?

Pero, sobre todo, ¿qué pasará entonces con los problemas de Veracruz? ¿Quién garantiza que en aras de las válidas aspiraciones políticas, no queda un Gobierno del Estado destartalado, debilitado? ¿Quién no dice que este tipo de hambre política no es precisamente uno de los vicios por los cuales el PRI se debilitó y perdió su hegemonía en el pasado?

En resumen, no ayuda en nada que funcionarios del gobierno de Veracruz estén haciendo campaña en lugares donde se supone que llevan una gran ventaja y sólo se ve un dispendio de recursos descomunal en aras de intereses políticos. El gobierno en plena campaña, cuyos efectos sólo afectan a quien manda en México y en Veracruz.

Mientras tanto, se desatan problemas como la inseguridad en la zona sur de Veracruz con asaltos a camiones ADO y comercios; la grave inestabilidad de los cuerpos policiacos específicamente en Minatitlán (donde recientemente se fugaron dos peligrosos secuestradores del cuartel de policía); problemas vigentes de abigeato y robo de combustible en la región de Acayucan, que siguen operando con toda impunidad; la presencia de agrupaciones mercenarias como los 400 “Puercos” operando en Xalapa; los asaltos en la región de Perote, la violencia de la zona norte de Veracruz y un sinfín de problemas más.

Y es que aparentemente son problemas que en teoría tocaría a la Secretaría de Seguridad Pública resolver, pero tienen vertientes como la falta de educación, de empleo, de dinero; cuestiones más complejas que deben resolverse como un todo.

Los “adelantados” sólo calientan el panorama en Veracruz, innecesariamente… Y lo peor de todo es que no se dan cuenta que ellos no serán los responsables de sus acciones proselitistas, sino que pega a la cabeza del Gobierno. Sea federal o estatal.

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