Cerca de las 3 de la mañana, el joven José Luis Burela López, conocido tatuador y egresado de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, fue atropellado brutalmente por la periodista María Josefina Gamboa Torales, quien también es funcionaria del ayuntamiento de Boca del Río, donde gobierna el panista Miguel Ángel Yunes Márquez.
Desde los primeros minutos de accidente, Gamboa Torales fue detenida por elementos de la Policía Naval y remitida a la autoridad correspondiente. En ningún momento huyó de la escena del crimen.
No obstante, la situación causó pánico entre los funcionarios municipales de Boca del Río, ya que se metieron en un problema innecesario al querer defender a su amiga y aliada. Primero, el director de Tránsito Municipal, Jaime Téllez Marié (persona que ha trabajado al lado de Miguel Ángel Yunes Linares, padre del alcalde, por años) expresó que su compañera de trabajo no iba tomada ni tampoco a exceso de velocidad, que incluso hubo una corresponsabilidad en el accidente, porque el fallecido no cruzó en una zona peatonal ni usó los puentes.
Al paso de las horas y mientras la Agencia del Ministerio Público tomaba control del caso, buscaron deslindar a María Josefina Gamboa Torales diciendo que la culpabilidad fue totalmente de José Luis Burela López y que solicitaban fianza para la acusada. Durante el día se habló de esa posibilidad, pero cerca de las 8 de la noche, se confirmó la versión de que Maryjose (como es conocida en el medio) no alcanza libertad bajo caución por la gravedad del delito.
De hecho, exámenes de la Procuraduría General de Justicia dictaminaron que Maryjose Gamboa sí iba bajo los efectos del alcohol, pero que el retraso intencionado de la autoridad municipal con sus exámenes a favor de la inculpada, fue precisamente para que los niveles de intoxicación descendieran de grado 3 a grado 1.
Lo demás, es el show que se origina alrededor por la polémica del caso. Desde temprana hora vimos acusaciones que van desde lo serio, lo prudente, hasta lo misógino, por ese odio que algunos periodistas le tienen a los Yunes; como también vimos acciones desesperada de la familia gobernante de Boca del Río para desacreditar todo lo que huela a Gobierno del Estado (lo que también creemos innecesario, pues el gobernador Javier Duarte no puso al joven enfrente del vehículo de Maryjose).
La realidad es más simple que el apasionamiento político: hay una mujer que bajo los influjos del alcohol atropelló y mató a un joven dedicado a hacer tatuajes; un accidente que le podría haber pasado a cualquier ciudadano, pero que tiene como elementos a una funcionaria del ayuntamiento de Boca del Río contra una persona que cruzaba el bulevar sin saber qué le esperaba la muerte.
De hecho, trasciende en las esferas del poder que Maryjose tenía una posibilidad para ayudarle con su caso, dadas las implicaciones y fama que tiene el estado de Veracruz con un legado de periodistas muertos y acosados por el poder.
Pero lo anterior se descartó cuanto antes precisamente por la insolencia de los protectores de Maryjose Gamboa: Yunes Linares desde Twitter comenzó a querer desvirtuar el asunto asegurando que este era un atentado contra “una periodista critica”; despotricó toda la rabia que pudo, pero en su soberbia se le olvidó que hay un fallecido y una familia y amigos que están sufriendo por la pérdida de uno de sus seres queridos. Tampoco se acordó de que por Twitter no se resuelven los asuntos legales.
Y la verdad, dudamos que Maryjose se convierta en mártir como sería el escenario favorable a su situación. Simplemente tiene que enfrentar a la justicia como cualquier ciudadana y tiene derecho a defenderse. Simple y básico.
Defendiendo lo indefendible es querer pelearse con su propia sombra. Se entiende que uno de los activos más importantes para la carrera política de los Yunes es precisamente Maryjose Gamboa, porque --mas o menos-- les da una credibilidad ante la opinión pública, especialmente cuando a la popular periodista también tuvo conflictos con medios electrónicos por su línea editorial.
El problema de Maryjose es que se alió con los Yunes, y quienes se alían con ellos, terminan siendo destruidos por la avalancha de sus intereses: ahí está el caso de Alejandro “Pipo” Vázquez, quien también arrogantemente pensó que controlaría al originario de Soledad de Doblado al dejarlo entrar al PAN y hoy prácticamente es dueño de ese partido en Veracruz.
Y precisamente ese show que hoy sus patrocinadores le arman, no le va a ayudar en nada a Maryjose Gamboa. Su situación se reduce a simple y llana justicia, por más teatro que armen y que solamente la descreditarán como una mujer que a base de influencias, dictámenes periciales amañados y presiones políticas, logrará defenderse.
En pocas palabras, la escasa credibilidad que le queda a la periodista hoy en desgracia, terminará por pulverizarse si deja que los Yunes tomen control pleno de su defensa: en nada la ayudan, ni le van a ayudar.
Y es que lo lamentable es precisamente la politización del asunto. De pasar a ser un accidente correspondiente al fuero común, hay querido llevar a extremos bastantes ridículos el caso de Maryjose Gamboa. De entrada, porque sus defensores optaron por la vieja táctica de desacreditar a las autoridades: poner excremento en un ventilador, un poco más en un calcetín, y hacerlos girar para que se hiciera el batidero. Más o menos lo que pasó en Brasil, donde antes de defender sólidamente a los panistas que le faltaron el respeto a una dama, de inmediato dijeron que la familia de esta era influyente y que eran algo así como lo peor de esa región.
La realidad para Maryjose no pasa de ser un accidente que llevará su curso normal como cualquier otro caso de accidente, excepto que estará en los reflectores por ser una persona conocida y porque así conviene a los intereses de sus protectores, adictos al escándalo.
Otro factor en contra de la periodista es la velocidad a la que manejaba, pues no hay que ser genio y basta preguntar a qué velocidad conducen en ese tramo del bulevar Miguel Alemán, frente a la colonia Infonavit El Morro: todos los boqueños corren y se alocan más cuando están bajo los influjos del alcohol.
Basta ver cómo quedo destruido el vehículo de Maryjose: el parabrisas literalmente estalló; su cofre y parte frontal quedaron desechos parcialmente. Ahí están las imágenes para saber que la periodista y funcionaria de Boca del Río iba a exceso de velocidad. Según cálculos, entre 70 y 80 kilómetros por hora, en una zona que debe ser de 50.
Y también habría qué preguntarse lo siguiente: ¿Por qué si es tan valiosa Maryjose para los Yunes, no tenían personal para cuidarla? ¿Por qué no usaba chofer? Súmese que en los círculos periodísticos es conocido que Maryjose es una dama que merece todo el respeto, pero pierde la compostura cuando se le suben las copas y saca su verdadero ser: se desequilibra y se vuelve grosera. Claro que esto no tiene nada que con su lamentable situación actual, pero una persona con problemas para moderar su consumo de alcohol, y que además --se insiste-- es aliada valiosa y funcionaria destacada, mínimo debería tener un asistente para protegerla de sí misma.
La prueba de que sus protectores se apanicaron y cayeron en la desesperación, fue precisamente la falta de astucia. Creíamos que los Yunes eran un costal de mañas, pero ante la falta de eso, sólo recurren a su artificio más desgastado y conocido por todos (advertida alguna vez por el hoy secretario de Educación, Emilio Chuayffet): el de invertir el sistema digestivo y apestarse la boca con lo que profieren.
Por otro lado, la Procuraduría de Justicia de Veracruz tiene en sus manos una prueba de fuego muy delicada: la de demostrar con todas las pruebas fehacientes que si bien este fue un lamentable accidente, hay una responsable y un fallecido al que se le tiene que hacer justicia. Simple y llana justicia.
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