La foto falsa de normalistas reprimidos
Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Recientemente las redes sociales tuvieron nuevamente un papel protagonista en la difusión de dos noticias que han marcado la agenda de los últimos días: el caso Ayotzinapa y los contagios por el mortal ébola.
Esto trae a colación una anécdota que surgió mientras estuvimos en el diario Notisur de Coatzacoalcos: en los simulacros previos al arranque oficial del periódico, una nota policiaca editada fue motivo de una discusión entre la directiva y editores, pues una foto bajada de internet estaba sirviendo como imagen ilustrativa de un evento local. Ahí se debatió si era válido usar una fotografía de archivo para casos delicados, si valía forzar la realidad en aras de vestir una nota periodística relevante.
Algo así sucedió con la premura del caso Ayotzinapa en periódicos y portales de todo el país; deseosos de la imagen que vendiera más impresos y más visitas virtuales, comenzó a circular una foto de unos supuestos normalistas tirados boca abajo, algunos totalmente desnudos, otros parcialmente, rodeados todos por policías armados.
Los pies de foto decían que se trataba de una fotografía que se estaba “borrando” rápido de las redes sociales porque era “comprometedora” y prueba fehaciente de que policías habían detenido a los estudiantes antes de ejecutarlos.
Esta fotografía fue dada como válida y nadie se dignó a investigar su veracidad; fue a través de las mismas redes sociales que se comenzó a desmentir dicha imagen y se dio a conocer que se trataba de un motín en un tutelar de menores en San Luis Potosí en 2012.
Si bien la escena es grotesca, inhumana y muestra la represión violenta de un grupo de policías sobre un grupo de jóvenes, casi niños, la realidad no corresponde a la noticia que quisieron destacar y vincular con el caso Ayotzinapa. Lo que quisieron vender como una fotografía “exclusiva” y “prueba fehaciente” de la persecución estatal contra estudiantes, quedó en una burda mentira.
Pero llama la atención que se quiera insistir en ese amarillismo tan irresponsable, tan falso, cuando es más que sabido que la policía de Iguala, Guerrero, es la responsable directa de la desaparición de los estudiantes normalistas. Ya quererlo remarcar con mentiras, es verdaderamente patético y una falta de respeto para las familias dolientes. Es peligroso también, porque noticias así pueden descalificar la autenticidad de la causa por Ayotzinapa, donde el grito es que regresen los desaparecidos.
Otro caso ocurrió en Veracruz con el mentado ébola. Resulta que a través de las redes sociales se filtró una supuesta captura de pantalla de un noticiero televisivo sin identificar. De ahí saltó a “blogs alternativos” (de esos que según dicen la verdad, son revolucionarios y otras chaquetas más) y comenzó a correr como reguero de pólvora la “noticia” de que había un caso confirmado de ébola en territorio jarocho.
Ante tal irresponsabilidad, el gobierno del estado tuvo que poner de inmediato a operar a sus ahuevados funcionarios para desmentir tal noticia. Incluso, los más azotados como el nuevo secretario de Salud, Fernando Martínez Obeso, ya andan pidiendo sanción a quien difundió tal rumor.
Exagerada la medida, creo que basta con que las autoridades desmientan a través de los canales oficiales mentiras como la del ébola jarocho; la sociedad no es tonta y claro que sabrá distinguir entre una mentira y una realidad.
Lo que sí cabe es la especulación del asunto justo en el momento del cambio en la Secretaría de Salud y las corruptelas denunciadas por su anterior titular Juan Antonio Nemi Dib. Claro que entra la posibilidad de que alguien pueda filtrar una noticia de esta naturaleza y desviar la atención del escándalo al interior de dicha dependencia… Pero no, también sería hacerse chaquetas mentales y darle demasiado crédito a funcionarios de Veracruz
Hasta ahorita no hay nada confirmado y si el ébola ya está en Veracruz, se sabrá en su momento, ya sea por canales oficiales o por medios serios de comunicación.
Aquí optamos por señalar que si bien el gobierno de la república o el gobierno de Veracruz no son de nuestros agrados; que si Enrique Peña Nieto o Javier Duarte de Ochoa nos caigan mal; o que simplemente odiemos todo lo que huela a gobierno por convicción propia, no tiene nada que ver con alertar a la población con noticias falsas y alarmistas en aras de la oportunidad periodística: de por sí tenemos a una sociedad espantada por las malas decisiones de los políticos y que por ende han llevado la violencia a las calles y ciudades del país.
No se entiende cuál pueda ser el fin claro de querer informar desinformando, pero en realidad no trae nada bueno un asunto tan alarmista como el hecho de decir que hay ébola en Veracruz (hasta que se demuestre lo contrario) o que se vendan fotografías de falsas situaciones.
Yo creo que más bien el ébola jarocho es una nueva enfermedad cuyos síntomas se manifiestan porque se calientan las habas por decir un chisme y se les quema el chipo por decir cualquier cosa que suene a noticia…
Y contra eso no hay cura.
EPÍLOGO: Vaya puntada la del diario La Opinión de Poza Rica al publicar una esquela por el segundo aniversario luctuoso del líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano. El rotativo, el de mayor influencia en la zona norte de Veracruz, es precisamente uno de los que es víctima de la delincuencia organizada al morir asesinado Raúl Gibb Guerrero el 8 de abril de 2005; otro detalle a destacar: Gabriela Arango Gibb, también parte de la familia que conduce este rotativo, hoy diputada local por ese distrito, es presidenta de la Comisión de Atención y Protección de Periodistas en el Congreso del Estado y también consejera de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, mismo que se encarga de darle protección a los informadores que se ven amenazados… Vaya incongruencia.
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