4 de enero de 2010

Retenes de pandilleros en Coatepec

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El 31 de diciembre del 2009, por radiofrecuencia de los taxis en Coatepec alertaban a los choferes que no entraran por ningún servicio a la colonia Manantiales, ni que tampoco se acercaran a dicho sector. ¿La razón? Pandillas de escuincles que se dieron a la tarea de poner retenes en las calles para detener a los vehículos y pedir cooperación para celebrar la llegada del año 2010.

¿Y la policía municipal? Ni sus luces. Comentan que no es la primera vez que las pandillas juveniles en Coatepec causan desmanes, pero en esta ocasión era inédito que se reportara a las unidades del servicio público que no entraran a determinado lugar para no verse perjudicados con los "retenes".

Insistimos: ¿Y dónde está la policía municipal? Porque así como se organizan para protestar con causas justas como la falta de uniformes, equipo y armamento, salario más digno, nada les costaba también organizarse para ir a verificar qué estaba pasando en la Manantiales, ante la alerta de los taxistas.

El asunto no era temerse como cuando asesinaron al inspector Honorio Gutiérrez Muñoz el 7 de agosto de 2007: los que conocen la Manantiales saben que se tratan de jóvenes no mayores de 20 años que se juntan para alcoholizarse en determinadas esquinas. No son miembros de la delincuencia organizada, así que los policías podrán estar seguros de que no se toparán con cuernos de chivos, ni bazucas ni granadas de fragmentación.

Precisamente por la falta de vigilancia policiaca y ante la permisividad de la autoridad para que a las pandillas las dejen hacer lo que quieran, esas zonas se van convirtiendo en focos predilectos del crimen organizado: semilleros de secuaces, sicarios y vendedores. Que si la autoridad municipal permite que siga creciendo la situación, el nivel de inseguridad se volverá incontrolable.

Ahora que si la queja constante en las últimas semanas de la Policía Municipal ha sido en el sentido de que no tienen herramientas para hacer su trabajo, pues nada les costaría organizarse pidiendo apoyo a corporaciones estatales (la Delegación de Seguridad Pública está en Xico) para realizar rondines en las colonias. Que pese a la presencia de patrullaje del Ejército y Policía Federal, estos no salen de las primeras cuadras que cubren el centro del pueblo mágico.

Y volvemos a remarcar: éstos no tendrían porqué entrar a detener pandilleros, si ese es trabajo de la policía preventiva. No debemos olvidar que ya ocurrió en el barrio de El Dique, en Xalapa (cerca del santuario a la Virgen de Guadalupe) cuando a los maleantes se les ocurrió poner un retén para los peregrinos que iban de visita, llegando la policía intermunicipal y habiendo tres uniformados heridos.

El asunto tal vez tenga más de fondo; la mayoría se trata de niños y niñas alcoholizados con aguardiente de caña que consiguen en las tiendas que existen en el lugar. No se necesita más que presencia disuasiva para evitar lo anterior.

Lo increíble es que pareciera que nadie los ve, pese a que se reúnen en puntos específicos como las colonias Manantiales o Zapata, o se les ve caminando por las noches en bola amedrentando contra todo el que se les atraviese.

A más de un ciudadano se le ha escuchado decir: "Si fuera nada más uno, lo aplaco y pongo en su lugar; lo malo es que son varios y te atacan en manada".

¿A esto le tendrán miedo los polis? Digo, porque verse rebasada de esta manera la autoridad (al menos en Xalapa le entraron al quite) sólo da pie a que los desmanes crezcan de manera creativa: no hay que olvidar que este es el paso hacia la tradicional feria de San Jerónimo, o que también lleva a zonas de ecoturismo y balnearios. Al no haber presencia policiaca, al rato no van a ser retenes para automóviles, sino hasta peaje para peatones.

Coatepec no debe de ser ejemplo para darle ideas a los delincuentes. El divorcio entre la Presidencia Municipal y sus elementos tampoco debe ser motivo para que se descuiden las tareas básicas de seguridad pública, porque entonces estamos hablando de una policía que sólo sirve de parapeto, ni siquiera para enfrentarse contra unos niños embriagados.

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