20 de junio de 2012

Liberen a Solovino, es preso político

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- 10 de la mañana. Personal del ayuntamiento le hace a la policía china. Ojalá así fueran para atrapar delincuentes, pero nomás le hacen a la succionada.

Se apuesta la camioneta frente a Palacio de Gobierno y la alcaldesa se lanza a hacerse el examen antidoping para el resultado previsible que todos sabremos: que es más sana que una nativa de Okinawa que sólo traga pescado y verduras.

Como no hay cámaras ni prensa que incomode, los guarros se apuestan como agentes secretos de petatiux en los alrededores de la esquina de Palacio de Gobierno. Confirman que nadie los ve y… ¡Mocooos!... Lazan a Solovino cual delincuente. El perrito llora, trata de zafarse, pero le avientan una cuerda como de esas para amarrar caballos pura sangre de los Treviño.

Terminado el “operativo”, los achichincles de la Unidad de Salud Animal se fueron contentos como si fuesen Marinos que acaban de salir victoriosos de una balacera contra sicarios del crimen organizado. Cumplido el berrinche a la alcaldesa, Solovino fue “levantado” de su esquina y llevado a la perrera municipal.

En una pequeña celda, dando gemidos que por muy fuerte que se haga uno, llegan al corazón, el famoso perro Solovino mira tristemente a quienes lo visitan. Su popularidad es tal, que llegaron a verlo a la perrera para pedir su liberación. Solovino llora no sabemos si de alegría por ver a tantos amigos o porque la cárcel a donde lo han llevado es simplemente un corredor de la muerte: nadie sale vivo de ahí.

Solovino pasará este miércoles 20 de junio en su celda, en calidad de detenido, mientras que acá los de la Unidad de Salud Animal dicen que nomás lo llevaron porque lo van a esterilizar y luego van a darlo en adopción. Vaya a usted a saber si por la noche le van a dar una “calentadita” a tan famoso can por andar de revoltoso.

Pero la verdad es que el perrito es inocente y es el que menos sabe qué sucede y en medio de qué está.

No sabe, como un perro callejero que es, que la gente del centro histórico lo aprecia mucho, le tomó cariño como muchos a nuestras mascotas. Que si estamos leyendo que en Ucrania están matando a perros y gatos callejeros para un evento mundial de futbol, lo mínimo que podemos pedir es un desprecio a los carniceros que no tienen respeto alguno por la vida de un inocente animal.

Solovino no sabe que se supone que somos seres racionales y tenemos la capacidad de tomar decisiones y no por impulso, pero que existen personajes que sólo actúan por mero instinto animal, primitivo, como la ira, el berrinche, la necesidad de marcar territorio sin tener que echar una miada (y vaya usted a saber si de pie o de aguilita) para mostrar quién manda y dispone, ridículamente, a cuestas de la vida de un perrito.
Solovino no sabe que hay Twitter y redes sociales por las cuales se está haciendo una campaña para salvarle la vida. Que por más que haya quienes se dediquen a minimizar diciendo que se levantan 3 perros diarios que se llevan al matadero, lo corta visión de quienes se dicen autoridades es que si la gente dice que es de noche siendo de día, hay que empezar a prender las luces.

¿No hubiera sido un gran gesto por parte del ayuntamiento que a Solovino lo dejaran en el parque Juárez? Si no ha hecho daño a nadie y hasta lo cuida la señora del puesto de periódicos que está en la esquina del Palacio de Gobierno, ¿qué necesidad de fastidiar a quien ya se convirtió en una celebridad? Vaya ¿qué ganas de joder a un pobre perrito porque es famoso? ¿A tal grado llega de envidia la alcaldesa Elizabeth Morales contra un perro más querido que la propia autoridad municipal en el centro histórico de Xalapa?

Sí, porque como dicen en Twitter: “Ya quisiera Elizabeth tener un poquito del cariño de la gente hacia Solovino”.

Vaya, y si le rascamos más allá de cómo opera la perrera municipal, cómo se administra, seguramente habrá algo más allá de unas instalaciones que sirven para sacrificar perros. Eso téngalo por seguro.

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