Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- En algunas partes de Veracruz, ante la falta de desarrollo económico y exceso de ociosidad, la mayor parte de la población se dedica al alcoholismo. Un buen amigo sureño define que hay pueblos donde solamente se dedican a “fornicar y chupar”.
Súmese que hay tierras como la región de Isla y Cosamaloapan donde son fanáticos a los caballos, los gallos y cuestiones ilícitas con el disfraz de la ganadería, pero todo se basa en la jolgorio, en embriagarse porque no hay nada mejor qué hacer, y trabajar ebrio es como una costumbre.
La fornicada, bueno, hasta fotos salen a relucir en tiempos de campañas políticas.
En una plática con el periodista Ricardo Ravelo, en el hotel Mocambo de Boca del Río, contaba que su juventud en Carlos A. Carrillo estribaba en qué momento se saldría del lugar o si debía quedarse a beber aguardiente y a trabajar toda la vida en un ingenio cañero.
Son lugares donde no tienen nada qué hacer, más que tomar para pasar el tiempo que parece inerte; donde no ocurre nada; donde si pasa algo, habrá manera de disimularlo o contarlo hasta que se agote el chisme. No más.
En Coatepec, el 3 de noviembre de 2010, un policía raso de nombre Martín Díaz López, en completo estado de ebriedad, tomó su rifle AR15 y lo apuntó contra su comandante en lo que aparentemente era un acto de enojo por haber sido castigado, pero entre la tropa se hablaba de un asesinato pasional: el comandante Rubén Aquino Silverio pretendía a la esposa de Díaz López. Literalmente le voló la cabeza. El cuerpo quedó sobre la entrada de la Inspección de Policía, a un costado del palacio municipal.
El 16 de octubre de 2011 se daba a conocer que una patrulla marcada con el número 011 de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, sufrió una volcadura en la comunidad de Pozolapan, cerca del puente Chicalapan, luego de que unos elementos de la policía municipal de Catemaco que la tripulaban andaban en plena parranda en estado de ebriedad. Hubo elementos lesionados, algunos de los cuales iban francos. La unidad quedó sobre una cuneta y ante la situación, pidieron el apoyo de Protección Civil y arremetieron contra un ciudadano que tomó fotos con su celular, quien dio cuenta del estado de embriaguez de los uniformados.
Este martes 8 de enero de 2013, un jefe policiaco y tres elementos municipales de Tierra Blanca, protagonizaron en estado de ebriedad una serie de desmanes. Se trataba del Primer Comandante de la Policía Municipal de Tierra Blanca, Andrés Albañil Organista y tres de sus elementos, quienes en estado de ebriedad realizaban desmanes en el primer cuadro de esa ciudad.
Como nunca se ha visto una transformación de Seguridad Pública en Veracruz. Si no es porque un día llega el periodista Carlos Marín a dar una conferencia al puerto de Veracruz, y espetó que la policía veracruzana era la que peor ganaba en el país.
En ese entonces, esa era la realidad: sueldos miserables de 5 mil pesos mensuales, con pocos beneficios laborables. Los que entraban a la Policía era para sobrevivir de las cuotas del crimen organizado que ni siquiera los rasos disfrutaban, porque ese dinero se iba para los jefes y así la cadenita para arriba.
El sexenio de Javier Duarte destacó por dos grandes decisiones con respecto al tema de seguridad pública: la desaparición de la Policía Intermunicipal de Xalapa para la creación de una nueva Policía Metropolitana, erigida con elementos de la Secretaría de Seguridad Pública certificados, casi todos cadetes recién egresados de la academia. Tiraron las manzanas podridas y trajeron nuevas del árbol.
La otra fue la desaparición de la corrupta Policía Intermunicipal de Veracruz y Boca del Río, la cual estaba inundada de vínculos con la delincuencia organizada. Se creó la Policía Naval: elementos de la Secretaría de Marina-Armada de México que tomarían el papel de policías preventivos.
Al final del sexenio de Fidel Herrera, se dio la creación de la Policía Intermunicipal del Sur, que abarca Cosoleacaque, Minatitlán, Coatzacoalcos y Nanchital, y fue un aliciente para los uniformados de esos municipios: mejoraron un poco sus prestaciones, tuvieron derecho a desayuno y uniformes nuevos, pero la situación laboral seguía deplorable, aunado a que seguían los nexos con la delincuencia organizada.
Viendo los cambios en las Policías Intermunicipales de Xalapa y Veracruz, prácticamente se depuró a sí misma la corporación con sede en Coatzacoalcos, ya que muchos comandantes y policías desertaron, temerosos de que fueran detenidos por sus ligas delincuenciales.
Recientemente, a finales del 2012, se realizó el operativo Coatza Seguro, donde cientos de elementos de la Policía Estatal traídos desde Xalapa, así como la Policía Naval creada en el puerto de Veracruz, estuvieron cerca de un mes en el antiguo Puerto México. Tuvieron roces con la prensa, como los marinos que entraron a la casa del reportero gráfico Rafael León Segovia, a quien saquearon con lujo de impunidad y prepotencia. Tuvo que asistir a Coatzacoalcos el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, para calmar los ánimos alebrestados de los policías estatales y marinos.
Aunque se dijo que iban a estar durante un tiempo indefinido, la realidad fue otra: estuvieron en Coatzacoalcos sólo un rato y se fueron sin hacer mayores alardes. Dejaron una Policía Intermunicipal desestabilizada, pues algunos elementos fueron requeridos en Xalapa para su certificación y de paso dejaron sin recursos a la corporación local: se ha dado la orden de que a ninguna camioneta de la Policía Intermunicipal del Sur se le den vales para gasolina, y que serán los propios elementos quienes tendrán que cooperar para llenar los tanques de sus unidades. La vigilancia en Coatzacoalcos, por ende, ha disminuido.
En Córdoba, el alcalde Francisco Portilla Bonilla ha estado a favor de la policía única, lo que puede ser leído entre líneas como una petición no formal para la integración de una Policía Intermunicipal en la región.
Para la zona delictiva histórica, no sería mala opción. Córdoba fue creada para eso: para evitar los asaltos a caravanas reales entre el camino de la Ciudad de México y el puerto de Veracruz, situación que no ha cambiado para Córdoba con el paso del tiempo, por su estratégica ubicación geográfica.
Y es que la clave de una mejor policía ha sido implementada ahora en el sexenio de Javier Duarte: la dignificación del policía con mejores salarios, prestaciones y quitarlo de los abusos como ser usados para chalanes y hasta guardaespaldas personales como en el caso del finado cacique Cirilo Vázquez Lagunes.
La desapariciones de las policías municipales del sur y su cambio de situación laboral, fueron cambios favorables: han tenido mayor disciplina y lejos están hoy de ser aquella policía sobajada o gandalla. La desaparición de la Policía Intermunicipal de Xalapa, la reestructuración de la misma, la incorporación de la Policía Estatal renovada con mejores salarios, ha sido un acierto.
Necesidades de mejoras laborales es la clave y se ha dado en el clavo.
Ahora falta que se ponga atención en aquellos lugares donde todavía el progreso no llega. Aquellos lugares donde el delincuente fácil se esconde, fácil corrompe a la autoridad local. Esos lugares donde el policía, al no tener nada qué hacer, prefiere matar el tiempo embriagándose, cuidando al alcalde o al rico ganadero.
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