Tata Lázaro y Reyes Heroles, vilipendiados
Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- El nuevo PRI en Los Pinos dista mucho del tricolor de antaño. La parte populista demagógica, de hecho, se iba perdiendo desde que asumieron el poder los llamados “tecnócratas”, a partir del periodo de Miguel de la Madrid.
Ahora vivimos una mezcla entre el populismo echeverrista y el pragmatismo neoliberal salinista. Desde su campaña, Enrique Peña Nieto usó cualquier clase de recurso creativo para hacer empatía con las clases que hace 12 años rechazaron al PRI y colocaron al panista Vicente Fox Quesada en la Presidencia. De hecho, esta vez apostó a esa generación de jóvenes que apenas hace doce años tenían 6 y no tenían idea alguna de los dañino que fue el PRI en los últimos lustros.
Algo pasó en México en los tiempos actuales, porque cuando comenzaron a anunciarse a principios de los 90 las intenciones de privatizar áreas estratégicas como la Petroquímica (y la concretización de que se hizo de Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales, entre otras paraestatales), hubo verdaderas voces de protesta que impidieron los deseos de la clase política predominantemente neoliberalista.
Como ejemplo, en el sur de Veracruz, en 1995, los petroleros encabezados por Pablo Pavón Vinales rechazaron rotundamente ante el presidente Ernesto Zedillo la venta de la Petroquímica en una gira que realizó por el sur de Veracruz. Hoy, la venta de Pajaritos a Mexichem, en Coatzacoalcos, se hizo sin que ningún líder obrero levantara la voz; la venta fue inmediata, tajante, en caliente. Los únicos que han protestado por la incertidumbre son los obreros. Sus líderes cómodamente siguen mamando del erario.
De un plumazo, todo lo representativo históricamente para el PRI, que lo consolidó con bases fidedignas y al gobierno emanado de la Revolución Mexicana --si es que hubo alguna-- borró preceptos sociales que lo habían considerado como un partido de centro izquierda, emanado de un socialismo demócrata y alejado del comunismo que tiene su máximo esplendor en Cuba. (No obstante, curiosamente, los mejores amigos mexicanos que tiene la isla donde manda Fidel Castro son precisamente los priistas).
Contrario a la figura histórica de Lázaro Cárdenas como salvador del patrimonio nacional, con los tiempos modernos que usan estrategias como internet y los Pactos por México, al menos la parte energética finalmente fue cedida a la operación de transnacionales, aunque desde los sexenios panistas, bajo la figura de contratos múltiples, ya teníamos a muchas compañías extranjeras trabajando en áreas estratégicas del sector energético.
En resumen, a Lázaro Cárdenas, sus nietos revolucionarios institucionales, literalmente le dieron una patada por el trasero en aras de la “modernida’”
Otra de las contradicciones graves radica en la nueva Reforma Política que la administración de Peña Nieto propone a través de su partido: la búsqueda por la disminución de diputaciones plurinominales, y que fue idea --ni más ni menos-- que del ideólogo número uno del Partido Revolucionario Institucional: el tuxpeño Jesús Reyes Heroles.
La gran reforma política de 1977, cuando Reyes Heroles fue secretario de Gobernación, se hizo precisamente en momentos álgidos del país: estaba presente la guerrilla, había presos políticos y prácticamente la hegemonía del PRI estaba en su apogeo; para hacer una analogía pambolera, se puede decir que el tricolor era dueño del estadio, de las tribunas, de la afición, de los equipos, del balón, del árbitro, de la cancha, los jueces de línea y así.
Reyes Heroles entonces propuso, entre varias cosas, que a la izquierda se le diera representatividad oficial en el Congreso: formalizó a grupos en partidos oficiales de oposición (que a la larga se burocratizaron, como sucedió en el PRD). Una de estas formas de representación fue a través de la figura de los plurinominales: diputados o senadores que, sin voto directo de la población, son representantes de ciertos sectores o partidos necesarios para darle diversidad a la agenda política nacional.
En el caso de Veracruz se entiende de esta manera: son 50 diputados en total en el Congreso del Estado; son 26 diputados pertenecientes al PRI, de los cuales 7 son plurinominales derivados de acuerdos con sectores del poder. De ahí vienen 5 diputados del PVEM (partido satélite y parásito del PRI), de los cuales sólo hay un plurinominal. Sigue el partido PANAL con 4 legisladores, de los cuales sólo una es plurinominal. Y finalmente, Alternativa Veracruzana (AVE) con un plurinominal. Todos los anteriores son partidos oficialistas, aliados del Poder Ejecutivo.
De ahí son 9 diputados del PAN, de los cuales 6 son plurinominales; más uno de Movimiento Ciudadano, dos del Partido de la Revolución Democrática y uno del Partido del Trabajo. Estos, se supone, son los opositores, pero la mayoría no representan distrito alguno por votación directa.
Pero si entra la propuesta de disminución de los plurinominales, estaríamos hablando que los más afectados serían precisamente los pocos espacios de oposición que siguen en la lucha de ser la otra parte de la balanza y no ser la borregada que dice “sí” a todo. Con la propuesta del PRI desaparecerían precisamente los Noroñas, los Ricardo Monreal y todos esos personajes que por su actitud parecieran perjudiciales a México, pero son la contraparte del presidencialismo mexicano.
La nueva Reforma Política, en forma y fondo, borraría del panorama a cualquier expresión de rebeldía, o al menos la minimizaría y volveríamos a los tiempos de la hegemonía priista que en sus inicios desmanteló Reyes Heroles.
La propuesta vuelve a ser populista y lleva un fondo perversamente tecnócrata y neoliberal. Si bien no hubo oposición a la venta de la Petroquímica Pajaritos en Coatzacoalcos a la transnacional Mexichem, imagine usted lo que se hará cuando no haya espacios oficiales que estén en contra de las políticas oficiales de gobierno o señalando los agravios de éstas.
La desaparición de plurinominales afecta directamente a esos partidos que no alcanzan elección directa, por lo tanto estamos hablando de la anulación de voces contrarias y prácticamente de censura al mismo estilo del viejo PRI.
En el caso de Veracruz, es más que sabido que los partidos de oposición están totalmente infiltrados, cooptados y desarmados, por lo que se vislumbra que el PRI gane las próximas elecciones federales de calle y no precisamente por saber hacer política: todo es por el dinero, las amenazas, las plazas que se “calientan” con actos delictivos, pero sobre todo por las carretonadas de billetes con los que están acostumbrados a operar.
Es importante que los espacios plurinominales no se pierdan, porque ahí pueden llegar verdaderos opositores políticos y críticos del sistema, necesarios para la sana democracia. En conclusión: hay que darles lugares a las minorías ignoradas.
En realidad, en el fondo, la desaparición de los diputados plurinominales no tiene sustento si el argumento barato es el ahorro que supuestamente tendremos los mexicanos. Si en realidad el PRI está tan preocupado por ahorrar, quizás lo que sería más fácil sería reformar la ley para que partidos tengan como financiamiento sus cuotas de simpatizantes --no corporativos-- y no las prerrogativas que salen del erario público; o que ya exista una transparencia plena y control de los gastos de los diputados federales y senadores que viven como reyes y todavía tenemos que pagarles los lujos en servicios como vuelos de primera, restaurantes de primer nivel, uso de teléfonos celulares y todos los etcéteras que puedan ser cargados al presupuesto.
Si bien en esos tiempos de Reyes Heroles había una guerra interna y era necesario otorgar espacios para que la oposición dejara las armas y dejara de radicalizarse, creemos que en los tiempos actuales de semi-paz no hay necesidad alguna de quitar esos espacios.
Por el contrario, creemos que el talento del PRI pueda ser precisamente su habilidad para convencer y hacer la política que, por ejemplo, Calderón no hacía; o quizás todo sea una falsa ilusión de los verdaderos lobos de mar priistas que optan mejor por los ambientes controlados, sin contrincantes, con Congresos a modo… De por sí.
A esto súmese la indolencia de millones de mexicanos. Si bien pocos se interesan por el caso de un secuestro de una niña en Coatzacoalcos, así mismo no hemos demostrado querer realmente cambiar nuestra situación y seguimos votando por la comodidad, por sostener a esos parásitos a cambio de un despensa o tarjeta Soriana o porque el presidente está muy guapo y sale en la tele.
Se insiste: en lugar de reducir plurinominales, tal vez deberíamos voltear a regular los excesos en todos los niveles de gobierno en el gasto público y el financiamiento a partidos políticos.
Ahí es donde realmente está el ahorro y no --otra vez-- contradiciendo la historia del priismo nacional.
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