20 de septiembre de 2009

El Palacio de los Excesos... y sus veracruzanos


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Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.-
Parece mentira pero de veras que Veracruz y sus veracruzanos estamos en todo, en lo bueno y lo malo: jefes de la delincuencia organizada detenidos recientemente son jarochos: uno de Álamo (el que tiró las granadas contra la policía estatal de Jalisco), y otro de Acoyuca (que más bien debería ser Acayucan, acusado de cometer 87 crímenes en Chihuahua); el escolta de Mouriño que falleció en el accidente aéreo, originario de Teocelo; el "secuestrador" de aviones y fanático cristiano vivió en Coatzacoalcos.

Y precisamente la revista digital Reporte Índigo, en su edición número 147, nos da a conocer con el título "EL PALACIO DE LOS EXCESOS" una historia que muestra cómo los políticos veracruzanos están todo.

Habla de la residencia "Soledad Orozco - La Herradura", mejor conocida como "Ávila Camacho", una de las mansiones poco conocidas por la población que tiene a su disposición la Presidencia de la República, y que según la revista regiomontana es catalogada como la de mayor lujo, incluso más que la propia residencia oficial de Los Pinos, donde vive el Presidente.

El excelente reportaje firmado por Anabel Hernández, informa que desde hace 20 años la mansión es manejada con discreción y opacidad. Se ubica en la calle Bosque de la Antequera, número 60, fraccionamiento La Herradura, en la ciudad de México.

Se trata de un palacete, según narra Reporte Índigo, que perteneció al ex presidente Manuel Ávila Camacho, quien originalmente la construyó como un rancho particular en un terreno de 5 hectáreas y donde vivió hasta que falleció en 1955 (incluso los restos del último mandatario militar de este país estuvieron enterrados en la lujosa capilla cuyo altar está bañado en oro, antes de pasarse al Panteón Francés); luego entonces, su viuda Soledad Orozco de Ávila Camacho, el 2 de agosto de 1989 entregó como donación al gobierno federal la casa bajo algunas condiciones que no han sido cumplidas.

Aquí es donde los veracruzanos comienzan a aparecer: quien fungió como representante del gobierno federal entonces presidido por Carlos Salinas de Gortari, ante el notario número 73 Francisco Javier Mondragón Aragón para la oficialización de la donación hecha por Doña Soledad, fue el entonces secretario de Desarrollo Urbano, Patricio Chirinos Calero, posteriormente gobernador de Veracruz.

Entre los testigos que firmaron las escrituras destacan también el ex presidente Ernesto Zedillo, entonces secretario de Educación, así como el también ex gobernador Miguel Alemán Velasco, entonces embajador de México en Asuntos Especiales, y quien seguramente fue una de las piezas claves para la donación de la mansión dadas sus amistades de primer nivel con el poder surgido de las filas de la Revolución Mexicana.

Todo lo anterior no tiene nada de malo ni de tenebroso, pero en los subsecuentes años, cuando el Partido Acción Nacional llega al poder con Vicente Fox, el uso de la residencia "Ávila Camacho" ha transparentado la real manera en que los gobiernos "del cambio" imitan o perfeccionan los excesos del priato.

Más triste ahora, porque el discurso de Felipe Calderón y pandilla, es en el sentido de que estamos tan escasos de dinero, que se llama a una hipócrita austeridad republicana.

Y no dejamos los veracruzanos de tener dignos representantes en el asunto de la mansión, pues el actual administrador es Abel Ignacio Cuevas Melo, originario de Coatepec, y uno de los hombres más cercanos al entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, otro de los constantes usuario de la residencia "Soledad Orozco" para sus fiestas personales. (No habremos de olvidar que la revista Proceso había dado cuenta de cómo el joven funcionario era asiduo a antros o discos de lujo o realizar cenas privadas con chef español incluido).

Abel Ignacio Cuevas Melo fue dos veces diputado federal plurinominal y delegado de la SEDESOL en Veracruz; alejado de los conflictos de los grupos locales, es llamado en la actual administración para fungir primero como coordinador de Eventos Especiales de la Presidencia por lo que pide licencia a su segunda curul, y posteriormente es nombrado por Mouriño como oficial mayor cuando el español-campechano fue titular de Gobernación.

En un principio, subraya Reporte Índigo que dicha mansión estaba destinada para servir como sitio de hospedaje para dignatarios extranjeros, según los deseos de Doña Soledad, como muestra de la hospitalidad mexicana hacia el exterior, pero el reportaje indica que el último mandatario en utilizarla fue Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, en 2007. A excepción de ese huésped, los deseos de Doña Soledad han quedado en el olvido, pues la casa se ha ocupado para la élite social mexicana y sobre todo para fiestas y eventos privados de la cúpula del gobierno federal panista (tampoco habríamos que olvidar los sexenios priístas de Salinas de Gortari y Zedillo, donde menos aún se sabía de este palacio presidencial).

Desde fiestas de larga duración con sus infaltables excesos de alcohol, así como eventos esotéricos de Marthita Sahagún, y hasta una cena privada con los empresarios más ricos de este país (aunque mi tío Carlos Slim se dio el lujo de rechazar las invitaciones) para recaudar fondos y construir el Centro Fox en Guanajuato, han sido algunos de los eventos para los cuales la residencia se ha utilizado como salón de fiestas privado.

Los gastos, confirma Índigo, en cuanto al consumo de la luz son exorbitantes, cuando se supone que la casa sólo debería ser utilizada para visitantes extranjeros: hasta 84 mil pesos han pagado en los recibos de Luz y Fuerza del Centro, similar a lo que paga una industria.

En pocas palabras, a lo mejor en terminos más patrioticos, una casa que pertenece al patrimonio de México, a los mexicanos, que además pagan para sostener dicho palacio, es utilizada para la satisfacción personal de la clase política. Ni siquiera para turismo se usa dicha residencia, confirmando lo obstuso de Calderón al haber desaparecido la dependencia.

Y es que no logra uno entender cómo existen estas propiedades del gobierno mexicano --o de gobierno estales, como la isla de Lobos, en la laguna de Tamiahua-- las cuales se usan de manera discrecional para la clase política y "élite" social. Estamos seguros que si conociéramos estos exclusivos lugares, podría impulsarse algo de turismo como sucedió en el Castillo de Chapultepec cuando Lázaro Cárdenas mejor lo abrió al pueblo y creó Los Pinos, en rechazo a la fastuosidad tipo imperial del presidente.

Tenemos como ejemplo a los estadounidenses, que le sacan provecho a todo y promueven más efectivamente tours a la Casa Blanca, incluso con más restricciones, pues al presidente Obama no le espantan con el petate del muerto como eso de que el presidente Calderón es el hombre más perseguido a lo mejor hasta del mundo, con eso de que salvó a la humanidad.

El meollo que señala Reporte Índigo es que esa casa cuesta a los mexicanos una fortuna no especificada porque la Presidencia de la República se ha negado hasta el cansancio en dar a conocer en detalle los gastos, qué partida la sostiene, quiénes son los invitados, quiénes la usan a discreción sin informar a nadie y cuánto cuesta al presupuesto ante el discurso de la mentada austeridad y combate a la pobreza.

Y para darle más sazón al asunto, un veracruzano llamado Abel Cuevas Melo es encargado de este gran secreto que cuesta millones al erario.

Para más detalles y fotografías de EL PALACIO DE LOS EXCESOS, le recomendamos visitar http://www.reportebrainmedia.com. Ojalá no haga mucho coraje.

ACTUALIZACIÓN:
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