Caseta de Acayucan (Foto: DIARIO DEL SUR)
Acayucan, en su historia moderna siempre ha tenido este problema. No es nuevo y se supone que con la autopista, vigilada por la Policía Federal, habría menos posibilidad de asaltos y delincuencia, siendo un tramo altamente controlado; pero hoy vemos con tristeza que el retén militar ubicado en la caseta de Sayula ha desaparecido. Sólo quedan vestigios como campamentos abandonados y costales de arena que se están pudriendo.
Lo anterior es preocupante si tenemos en cuenta que Acayucan siempre ha sido una región brava, vinculada al pistolerismo de antaño, gustosa de eventos como carreras de caballos y pelea de gallos, donde no precisamente se juntan angelitos y querubines a retozar.
Acayucan también es una zona estratégica: el presidente Miguel Alemán (oriundo de esta región) la convirtió en un paso obligado para el sur y es por eso que es llamada así: “La Llave del Sureste”. Desde aquí se conecta a Oaxaca, se conecta hacia Los Tuxtlas y hacia la zona de Sotavento.
No son pocas las rutas que salen desde Coatzacoalcos o Minatitlán y pasan obligadamente por Acayucan, ya sea por la vía libre o por autopista. Es parada forzosa para las corridas en general, pues aquí recogen pasaje en muchas ocasiones y esto es aprovechado por delincuentes que saben que saben de la cantidad de rutas que van o vienen. Incluso, ante la demanda, el ADO crea corridas extras para poder dar servicios a los pasajeros.
Interestatalmente, Acayucan es paso obligado para quienes van hacia el istmo de Oaxaca, para los que van a Puebla desde el sur; por aquí pasan quienes van a Tabasco, hacia la Península de Yucatán, etc.
“La Llave del Sureste” precisamente acaba de pasar por una crisis grave de seguridad: la ola de extorsiones, ejecuciones y secuestros, vinculados todos al crimen organizado, se disparó a niveles récord apenas iniciado el sexenio de Javier Duarte. Cuentan que incluso si te robaban con lujo de violencia tu vehículo, al rato lo podías ver siendo conducido por los maleantes con toda la impunidad del mundo.
La entrada de la Marina y las medidas del Estado para auxiliar a la población de la zona calmó un poco las cosas; por eso extraña la salida del Ejército del retén en Sayula, ya que las fuerzas federales, en este región en particular, deberían estar presentes y siempre reforzadas, porque aquí es paso obligado de migrantes, de contrabando, paso de armas, abigeato y una pléyade de lindezas que generar ganancias ilícitas.
¿Cómo el Mando Único --que se hace cargo de la seguridad en Acayucan-- se puede hacer responsable de una zona tan históricamente violenta en desventaja tan grande? Porque no sólo podemos decir que aquí les encanta eso de usar pistola, o que sea tierra de hombres donde todavía resuelven los asuntos a balazos, sino que también la misma clase política gusta de convivir con personajes de tal naturaleza.
En sí, el asunto es más complejo de lo que parece, pero ante tal circunstancia, sólo queda de una: aplicar la ley.
También súmese que la cantidad de elementos del Mando Único Naval en realidad son mínimos en la región sur de Veracruz. En Coatzacoalcos, donde ya anunciaron que llegarán 180 nuevos elementos policiacos recién graduados para reforzar la zona (como si Puerto México fuese el único que está padeciendo la delincuencia), los reporteros policiacos dan cuenta de que los patrullajes de los marinos son mínimos, tienen problemas con unidades, falta de gasolina, etc., factores que sencillamente tienen en desventaja a las fuerzas del orden contra los delincuentes.
Ahora imagínese cómo estará Acayucan, que no es el Coatzacoalcos que todos protegen.
Acayucan también debe ser reforzada y no sólo con medidas del gobierno estatal: la presencia de las fuerzas armadas federales debe ser permanente y con instalaciones dignas para cuidar una región tan particularmente difícil. Por cierto, aquí es caldo de cultivo para el refugio de delincuentes que bien pueden huir de Michoacán en eso que llaman “efecto cucaracha”
Se reitera: la zona no sólo es paso de pasajeros, sino también de múltiples negocios ilícitos que deben ser combatidos, y sólo las fuerzas federales (hablando de Marina y Ejército) tienen la capacidad de respuesta y fuego para combatir a una delincuencia que ahora azota en la autopista quizás más transitada de Veracruz.
Los asaltos en la carretera, creo, los podemos atribuir a la delincuencia común que sólo aprovecha la incidencia para amenazar la vida de inocentes por unos cuantos pesos. Igual y hasta sean los mismos que hace años les daba por poner “retenes” sin ser autoridad oficial.
¿O vamos a esperar hasta que haya muertos? Porque ya habido muchos en la historia de Acayucan como para hacerse de la vista gorda.
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