10 de febrero de 2014

La venganza que nunca debió existir contra Gregorio


Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Al momento de redactar esta columna, se cumplen 5 días de la desaparición de Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de la fuente policiaca de los diarios Notisur y El Liberal del Sur. Fue sacado de su casa con toda la impunidad en la que se cobijan los cobardes. Han pasado 5 días y hasta hoy no aparece ni hay señas de su persona.

La indignación crece, la tristeza se apodera, la expectación se agudiza. “Goyo” (como es conocido ya en estos días en todo el mundo gracias a las redes sociales) debe aparecer: vivo se lo llevaron, vivo lo queremos. Exigimos, demandamos, que Goyo regrese con vida, sano y salvo, íntegro con su familia.

Como ya es sabido, Gregorio fue secuestrado por un comando en las puertas de su casa el pasado miércoles 5 de febrero, alrededor de las 7 de la mañana, poco después de haber dejado a sus hijos en la escuela. Tiene una familia grande de 5 hijos y algunos nietos, de los cuales --al menos de la mayor parte-- es sostén económico.

Son de escasos recursos, muy humildes, con una casa que apenas Gregorio, con mucho esfuerzo, está construyendo poco a poco: su vivienda es una mezcla entre obra negra con retazos de láminas y lonas ubicada allá por el rumbo de Villa Allende, congregación ubicada al otro lado del río Coatzacoalcos.

También es conocido --no de ahorita-- por ser refugio de delincuentes, paso de indocumentados y hasta de brujos. Desde Villa Allende, parte una carretera poco conocida que bordea toda la playa y llega hasta la congregación Tonalá (perteneciente al municipio de Agua Dulce), que es limítrofe con el estado de Tabasco en el río del mismo nombre. Ahí, hace unos años, hicimos un recorrido periodístico del paso los indocumentados que cruzaban en balsa el río y algunos tomaban camino a través de toda la costa hasta llegar a Villa Allende, mucho antes de que se popularizara el tren conocido como “La Bestia”.

Toda esa zona de los ejidos que conectan desde Villa Allende hasta Tonalá, es un terreno fácil para escapar y de escasa vigilancia. Es precisamente en esa zona donde este domingo se suscitó el rumor de que había una fosa con dos cuerpos, pero nunca se encontró nada, a pesar de que al lugar se trasladaron autoridades y reporteros. Según reportes extraoficiales, una llamada anónima habría alertado de dicha fosa y aseguraba que ahí estaban los restos de Gregorio y de un taxista secuestrado en Agua Dulce. Nada de esto fue real.

Otras llamadas perversas fueron hacia la esposa de Gregorio, Carmela Hernández, para atormentarle y decirle que el cuerpo del ejido Guillermo Prieto era el de “Goyo”.

Lo que es real, dicen fuentes policiacas de la zona, es que por esta ruta debieron llevarse a Gregorio, pues cruzar el río hacia la cabecera municipal o de plano tomar la carretera hubiese sido descabellado. No por nada, la señora Carmela dice que él todavía se encuentra en la zona de Villa Allende.

NO ES LA DELINCUENCIA ORGANIZADA

No hay que ser genio para que, conociendo ese camino entre Villa Allende y Tonalá, se pueda secuestrar a una persona y llevársela con toda impunidad en un territorio sin ley, como también podemos desprender que la delincuencia organizada no está involucrada en el evento.

El 14 de diciembre de 2013, un grupo de sicarios secuestró al reportero Hernán Villarreal Cruz, del diario Presencia de Las Choapas. Lo tuvieron retenido por unas horas y el mensaje (palabras más, palabras menos) fue: “No te matamos por lo que representas y porque nos afectaría a nosotros, pero ya bájale de huevos”; la mafia mexicana sabe lo que significa desaparecer un reportero y el caos que se crearía en Veracruz al atraer los reflectores internacionales y todo los cuerpos armados en la zona: es malo para el negocio.

De aquí podemos deducir que quienes se llevaron a Gregorio son delincuencia suelta, “pelusa”, “halconcitos” o gente que se dedica a la mala vida sin necesariamente pertenecer a la delincuencia organizada. Malandrines amigos de la dueña de la cantina “El Palmar” que se habrían llevado a Gregorio para darle un escarmiento por exhibirla en los periódicos.

No sería extraño lo anterior, pues en Coatzacoalcos, desde que tenemos conocimiento, las cantinas son padroteadas por delincuentes de poca monta y son quienes se encargan de dar “protección especial” cuando se trata de mujeres propietarias de bares. Esto, puede confirmarse en el famoso Barrio Alegre, la zona de tolerancia donde todos los trasnochados, alguna vez, llegamos a pistear. Los parroquianos que daban problemas (hasta antes de la aparición de la delincuencia organizada para tomar control de dichos bares) eran golpeados con saña por gente que simplemente a eso se dedicaba como modus vivendi.

EL ROCE CON LA DUEÑA DE “EL PALMAR”

Según datos investigados por fuentes en Coatzacoalcos, Gregorio es “levantado” porque, según palabras de la señora Carmela Hernández, en el diario se refirieron al bar “El Palmar” como una “cantinucha de mala muerte”, lo que originó el enojo de la propietaria del lugar, especialmente porque ya tenían un conflicto previo que involucra al hijo de dicha señora y una hija mayor de “Goyo”, quienes habrían sostenido una relación sentimental que terminó en una abrupta ruptura; tanto, que la dueña de “El Palmar” agredió físicamente a la hija de Gregorio e hizo que el reportero interviniera para que no pasara a mayores.

El pleito personal mantuvo tensa la situación, especialmente porque la cantina “El Palmar” se encuentra cerca de la humilde vivienda familiar. De ahí pasamos a la dueña de la cantina, identificada como Teresa de Jesús Hernández Cruz, por las publicaciones de Gregorio exhibiendo dicha “cantinucha” que derramaron el vaso y causaron la desaparición del periodista sureño.

Según fuentes extraoficiales, a Teresa de Jesús Hernández Cruz la habrían ya liberado después de que fue interrogada, ya que no tienen pruebas contundentes en su contra a excepción de la confrontación verbal con Gregorio derivada de las agresiones a su hija.

De hecho la familia de “Goyo”, desde el momento de su desaparición, fue sacada del área de Villa Allende por protección y llevada a un hotel; es por eso que el alcalde Joaquín Caballero y hasta el gobernador Javier Duarte, les sugirieron rentarles una vivienda segura mientras el trance finaliza; incluso, se les ofreció terminar la casa que Gregorio estaba construyendo con tanto esfuerzo. Nunca les ofrecieron una casa nueva. Esta fue, de hecho, una idea tomada de las múltiples peticiones hechas con verdadera preocupación por parte de los periodistas de Coatzacoalcos que exigen su regreso y que se reunieron con altos funcionarios del Gobierno de Veracruz el pasado 6 de febrero.

Este lunes, una de las hijas de Gregorio, astuta y con toda su angustia, logró salirse de la seguridad del hotel y marchó con los periodistas para luego expresar en un megáfono que estaba harta de que los tuvieran encerrados. Su desesperación no es para menos: su padre no aparece.

CASA POR CASA

La señora Carmela Hernández dio una entrevista este lunes 10 de febrero al reconocido periodista Ciro Gómez Leyva, donde suplicó a la ciudadanía que si alguien tenía información de su esposo, por favor que avise porque están desesperados: “nos sentimos desprotegidos, o sea, es el mismo temor, temor de que algo malo le haya pasado”.

Ahí reconoció que están recibiendo todo el apoyo la Comisión para la Defensa de los Periodistas, pero cuestionó la búsqueda que se hace de su marido: “yo siento que no, no sé si no se está revisando bien, yo he pedido que se revise todos los lugares que sean cercanos a Allende y quiero que se revise, o sea yo he pedido que se revise casa por casa, mis vecinos también quieren que se revise casa por casa, porque ellos también tienen el temor de que a él lo tienen ahí y de que son gente conocida, entonces pues nosotros pedimos, exigimos la familia, de que se sigan buscando y encuentren vivo”.

Reiteró: “son personas que nos conocen, que son personas que lo tienen en Allende, en Allende todos nos conocemos, entonces ¿Cómo saberlo? Créame, créame que si yo lo supiera ya me hubiera ido a buscarlo, pero no sé, es una incertidumbre, es una angustia que tenemos nosotros de no saber nada de mi esposo. No sé por qué se lo llevan, no sé, no sabemos ¿me entiende? Lo que queremos es el apoyo y se está buscando, es lo que nos han dicho, se sigue investigando, pero hasta ahorita todavía no hay resultados”.

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