Zacatito para el Vicente
Como mexicanos incrédulos del estado, no falta el iluso que diga que se trata de un montaje: un triste bigotón cualquiera con cara de un regordete Pedro Infante. Que no es el galán que todas las lobukis del narco esperaban, sino un tipo disfrazado para que nos encajen otro aumento al kilo de limón o a la gasolina Magna.
Los mexicanos desconfían del gobierno, porque si bien la captura de “El Chapo” es un golpazo al crimen organizado, la otra nos indica que apenas es el primer gran capo detenido por el gobierno de Enrique Peña Nieto, a quien se le escapó otro gran narcotraficante llamado Rafael Caro Quintero, también de Sinaloa.
Alguna vez el periodista Raymundo Rivapalacio, en el extinto programa “El Cristal Con Que Se Mira”, dirigido por Víctor Trujillo, hacía un apunte interesante: históricamente --palabras más, palabras menos-- en cada sexenio hay un cártel beneficiado y otro perseguido.
A lo anterior podemos añadir que ante la ausencia del presidencialismo priísta por 12 años, los grupos delincuenciales se entendieron directamente con los gobernadores de las entidades, y no es para menos que cualquier mandatario estatal, de cualquier partido, estén siendo involucrados con el narcotráfico por la probable protección oficial que les brindaron. Es decir, hasta las rutas del narco se partidizaron y politizaron.
De igual manera, siempre existió la versión de que “El Chapo” fue el narco favorito de los panistas. Que la presunta protección e intención de hacer crecer un negocio millonario para el cártel de Sinaloa, beneficiado por los sexenios de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, fue ocupando recursos del gobierno como las fuerzas castrenses y sólo así se entendería que el Cártel de Sinaloa comenzara a tener presencia en plazas como Veracruz.
Parece mentira, pero qué casualidad que Fox anda pidiendo la legalización de la marihuana justo en los momentos en que el Cártel de Sinaloa (el no beneficiado por la administración del priísta Peña Nieto) ha estado siendo perseguido desde hace unos meses atrás deteniendo a sus principales colaboradores, que fanfarroneaban de su poder en redes sociales, tomándole fotos a sus lujos, excentricidades y naqueces.
Y es que en Sinaloa hay toda una narcocultura palpable sobre el poder que tiene el narcotráfico. En redes sociales hablan de “El Patrón” como una leyenda casi divina del “Chapo”; para algunos sinaloenses es un orgullo que su estado sea la referencia obligada en la historia de la mafia mexicana, la violencia, el cuerno de chivo, los plantíos de droga y el estilo de vida ostentoso por las ganancias ilícitas.
No por nada, existe dentro de la narcocultura el famoso “Movimiento Alterado”, una corriente sonora donde se concentra la eufonía grupera, encargada de enaltecer las hazañas de los capos de la droga disfrazada de música popular inofensiva.
Ya siendo más serios, el tema de la captura del “Chapo” encaja perfectamente en el de la pretendida legalización que se le quiere hacer a la marihuana en México, imitando a los países que son primera potencia, como si tuviéramos la educación de Holanda o los estados de Washington y Colorado en EEUU.
Siendo perspicaces como esos mexicanos que piensan que la captura del sinaloense es una cortina de humo para algo más escabroso, tampoco nos podemos tragar el cuento de que repentinamente un ex presidente como Vicente Fox le entre al tema de la legalización de la mota porque le parece sabio o bondadoso. Que detrás de todo eso --no dude usted-- ya haya toda una industria lista para vender marihuana legal y de paso entrarle a la millonada que deja la exportación.
Vaya, si en Ámsterdam se vende mota mexicana ilegal y es popular, qué no podemos esperar de los industriales de la mota que tendrán lista la mercancía para su venta al mayoreo.
También, en aras del sospechosismo, no dude usted que el Distrito Federal (donde se concentra la mayor cantidad de población del país, y, por ende, una gran cantidad de adictos potenciales) sea el laboratorio de un proyecto más grande y para que el día de mañana, en lugar de depender del petróleo, tengamos una paraestatal digna para producción de mota en grandes cantidades: que de los barriles, pasaremos a las pacas; que en lugar de los tipos Istmo, Maya u Olmeca, pasemos a la Sinaloense, Oaxaqueña o Veracruzana.
Y no, no satanizamos a la mota, al final de cuentas está comprobado que mata más gente el alcohol y el cigarro; quizás el futuro de México realmente está en la legalización de la marihuana y Peña Nieto está encaminando el progreso del país en una industria verdaderamente lucrativa y que reactivará hasta el campo.
Y si no me creen, pregúntenle al Cochiloco.
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