Mondragón proviene de las filas de funcionarios del Distrito Federal que durante los gobiernos perredistas mejoraron --por lo menos en imagen-- la inseguridad que imperaba en la capital del país. El ejemplo más destacado de lo anterior fue la limpieza que Marcelo Ebrard, como jefe de Gobierno del DF, hizo de vendedores ambulantes en el Centro Histórico.
El trabajo de Mondragón y Kalb le valió que fuese designado por el presidente priísta Enrique Peña Nieto como titular de la entonces Secretaría de Seguridad Pública, con miras a convertirse en Comisión Nacional de Seguridad y la creación de la Gendarmería Nacional.
Su trabajo destacó cuando quedó como responsable de los operativos de la Policía Federal en el cual desalojaron a los maestros del Zócalo capitalino y de la Autopista del Sol. Recientemente su labor se vio en Michoacán, donde si bien el Ejército y la Marina es la encargada directamente de combatir a la delincuencia organizada en esa región, la Policía Federal a cargo de Mondragón sustituyó la seguridad municipal en 27 demarcaciones del Estado. Lo mismo pasó en Guerrero.
La salida, es pues, un foco de atención en el gobierno de Peña Nieto, pues el área de seguridad desde un principio en la presente administración, ha estado invadida por personajes del estado de Hidalgo que han sido miembros de una misma pandilla: Osorio Chong, en Gobernación; Murillo Karam, en la Procuraduría General de la República; Ímaz Gispert, en el CISEN. Sólo Mondragón era el personaje “externo” al grupo cercano a Peña Nieto.
En el caso de Michoacán, si bien el comisionado federal Alfredo Castillo no es del grupo de los hidalguenses, sí es un hombre cercano al presidente desde sus tiempos como gobernador del Estado de México.
Mondragón, al no ser parte del grupo de los hidalguenses que controlan el rubro de seguridad en el gobierno, daba un equilibrio al manejo de dicha área. Con su renuncia, los que parecen empoderarse son los amigos del gobernante, los que controlan el gobierno en las áreas delicadas. Se entiende que cualquier mandatario buscaría rodearse de la gente de su mayor confianza; de sus amigos cercanos; de los vecinos de su barrio. Lo que aquí nos preguntamos es ¿realmente es necesario rodearse de tanta camaradería en momentos de crisis?
Y es que dejar todo el asunto de seguridad entre puros cuates, propicia escenarios de verdadero descontrol y prepotencia.
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