Pablo Jair Ortega
Papantla, Ver. Ya sea por costumbre, ya sea porque es necesario crear la ilusión de un nuevo ciclo metafísico o porque somos seres humanos con similitudes a la batería de un automóvil, pero este 21 de marzo la tradición inicia desde muy temprano: hay que ir a recargarse de energía allá entre las piedras, entre una vegetación que --dicen-- está cundida de culebras.
Este día se sabía que estaría con más visitantes, no por ser el natalicio del Tata Benito, sino porque se supone que es la fecha cuando entra la primavera, aunque oficialmente ésta llegó el viernes por ahí de las 4 y media de la tarde. Un poquito antes de lo acostumbrado.
Ahí ve usted a un montón de gente vestida de blanco, caminando en la zona arqueológica, instalándose bajo los árboles y tumbándose en el pasto. Algunos durmieron, otros aprovecharon para tomarse las populares “selfies” y todos usaron a la gran Pirámide de Los Nichos para la foto principal del recuerdo.
Allí también de camino a la zona, cientos de puestos para la vendimia del Tajín alternativo: familias que viajan de varios estados para la venta de artesanías, plantas medicinales, pulque espeso, hacer limpias o vender bebidas refrescantes. Familias que ven al Tajín no como centro de recarga de energía, sino como una fuente de ingresos que al menos en este fin de semana genera más ganancias que otros días.
Los que de plano están jodidos en ese aspecto son los habitantes de la comunidad San Antonio, que se encuentra justo detrás de la zona arqueológica, y quienes usan los antiguos caminos totonacos, entre los edificios de piedra, para arribar a sus hogares; a ellos, los descendientes de los adoradores del Dios Trueno, los ponen en un corralito aislado en la parte trasera para vender naranjas y frituras lejos de la plebe. No les alcanzó para poner un negocio autorizado por el ayuntamiento; o quizás es que el INAH es tan exagerado que prefiere mantenerlos aislados... de su propio terruño.
Entonces tocan pitos anunciando la petición formal de salida porque ya son las 5 de la tarde y la zona arqueológica ya va a cerrar. Adiós y se fregó el que no se recargó de energía.
Llegada a la oficina de prensa, que este año puede decirse (tal vez porque hay menos periodistas, divos y anexas) que el internet ¡POR FIN FUNCIONA!... Que luego de 16 años, ya se puede conectar uno y navegar tranquilamente para checar el Feis o trabajar. Gustazo de ver a la Chispa y al Oso, porque sé lo que se siente viajar de extremo a extremo en este chorizo veracruzano. Por eso uno mejor vive en Xalapa.
Otra vez el show fue el de las mentadas pulseritas que hay que conseguir para acceder al área VIP que se supone está habilitado para la prensa, pero resultó curioso ver a tanto escuincle que ni cara de periodista tenía; jóvenes que resultaron ser hijos de funcionarios y ex funcionarios como el diputado Alfredo Gándara, que gozó de privilegios como cuando fue titular de Comunicación Social.
El chiste es que a muchos invitados especiales le dieron pulseras de “Prensa”, justo en la Cumbre Tajín donde se supone que habiendo menos periodistas cubriendo los conciertos, habría más accesos para reporteros presentes. Tan cotizados están los accesos de este tipo, que en la zona arqueológica hasta de a mil 500 pesos ofrecían para ir a ver a Los Aterciopelados.
Uno pensaría que los colombianos sólo fueron parte de una época noventera y de finales del milenio pasado, pero la verdad que sus fans llegaron hasta de otros países como Venezuela. Dicen que eran hijas de Nicolás Maduro, por aquello de que no cualquiera sale de la República Bolivariana y Chavista.
Y es que este autor cuya juventud se forjó en esa música de las últimas décadas del siglo pasado, piensa que realmente lo único atractivo del cartel artístico de hoy son precisamente la banda liderada por Andrea Echeverri, pero la muchachada (perdone usted, tengo alma de viejito) dice que “nel”. Que las cartas fuertes de esta noche son unos vatos que parecen salidos de la película Frozen llamados “Empire of the Sun” y un dúo de hip-hop llamado “Macklemore & Ryan Lewis”. Me siento tan ruco, pero exijo más grupos conocidos.
Se llegó un poquito tarde al concierto de Los Aterciopelados, pero lo suficiente para escuchar el “Bolero Falaz” y “Florecita Rockera”. Dicen unos presentes que también se presentó un mensaje alusivo al caso Ayotzinapa, tal como lo hicieron en el festival Vive Latino, pero con eso de que sólo permiten a los fotógrafos trabajar durante las tres primeras canciones, a varios se les fue la foto. También acaso la protesta fue más bien “light”, sin querer hacer mucho ruido del asunto, porque en la conferencia de prensa, ante decenas de medios, no tocaron el tema.
Este tercer día de Tajín estuvo a reventar e insistimos: no parece un Tajín desangelado, abandonado. Una mujer sumamente inteligente habla también de que la situación económica no está para darse el lujo de venir al festival a tirar dinero o pagar mil pesos diario por persona con derecho a hacer ollitas de barro o canastas de mimbre.
A esto también plantea una cuestión: ¿quién revisará todas estas cuentas de ganancia en la Cumbre Tajín? Porque parece muy inequitativo que el fruto de 16 años hayan sido unas aulas para que los niños papantecos aprenda a preservar sus tradiciones.
Han pasado 16 años desde la primera Cumbre Tajín, y un trío de reporteros despistados recorrían el bulevar principal de Poza Rica a medianoche tratando de ubicar el hotel. Ahí vimos el “Xanath”, el que sirvió para hospedar a invitados especiales y fungió como sala de prensa en esa primera Cumbre, en la época donde no había redes sociales, los celulares eran para los pudientes y las cámaras digitales estaban en pañales.
Hoy del “Xanath” sólo queda el edificio en penumbras, abandonado. Cómo ha pasado el tiempo y uno se va haciendo viejito… ¿Cómo que Aterciopelados no es el plato fuerte de la noche? Carajo.
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