29 de octubre de 2009

Juana, la puntita y las olimpiadas del 68


Nomás la puntita, por un año

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- La insistencia se tornaba fastidiosa.

--¡No, siñor, ya le dije qui no!-- grita Juana agitando con fuerzas los brazos sobre la cadera.
--Ora, Juana, déjate, pa' que sepas lo que es hacerlo con un diputado-- le susurra al oido Perpetuo, mientras la tiene tomada por la cintura.

Juana Patria proviene de una familia humilde. Tampoco se puede decir que en la extrema pobreza, pero sí de una clase casi cercana a ella. Todos los días tiene que viajar en autobús desde su congregación para llegar a la ciudad. Se levanta a las 4:00 de la mañana, sale del pueblo a las 5, y viaja dos horas para estar a las 7 en la casa de la patrona Doña Yuyis.

En esta ocasión, doña Yuyis, harta de cómo la sociedad casi lincha a su marido por la televisión, radio y periódicos por andar aprobando impuestos, decidió que lo mejor era hacer las maletas y viajar con rumbo conocido a Europa, allá donde el pasado lava los pecados de la socialité.

Luego entonces su marido, Perpetuo, digno representante de la clase política mexicana, se queda en casa a dizque hacer su trabajo como legislador; es temporada ordinaria de sesiones y además tiene que andar haciendo campaña con el candidato del gobernador, aunque todavía ni son tiempos de elecciones, pero ya hay que cooperar con la causa, hacer mítines y en abierto andar hablando bien del destapado.

Para que nadie se cuenta, porque piensan los políticos que la gente es tarada, disfrazan la campaña a la gubernatura como gira de trabajo. En esa "gira de trabajo" Perpetuo y su pandilla andan por todo el estado diciendo que no aprobarán más impuestos, que además los de los otros partidos sólo dicen mentiras, hablan pestes del pueblo, y que hasta les apestan las patas y la boca.

Luego entonces, y con la ausencia de la Yuyis Jiménez, a la empleada doméstica Juana Patria no le queda de otra más que quedarse a cuidar al señor por su increíble salario de 900 pesos semanales, de los cuales el 30% se va al carajo en puro pasaje, porque ya le aumentaron. Tendrá una habitación de los huéspedes para que durante un año sirva a los deseos del patrón. A todos los deseos.

Don Perpetuo llegó una mañana muy ebrio. Apestaba a whisky. Tuvo una sesión en la Cámara de Diputados que fue maratónica: había que discutir la Ley de Ingresos y las reformas fiscales propuestas por ese enano cara de fascista.

A final de cuentas, y pese a lo prometido en las "giras-campaña", Perpetuo aprobó el aumento de impuestos. Por un momento se olvidó de lo dicho en tantos discursos, en tanta demagogia derramada como buen boquiflojo. De 15 pasó finalmente a 16% el IVA. "Casi nada, nomás la puntita" decía su compañero de bancada Don Roque a carcajadas, mientras hacía la seña sexual que lo perpetuaría.

De ahí se fueron a celebrar. Fue una jornada intensa que tuvieron que mandar a un diputado veracruzano a comprar las garnachas --los malosos decían que se ausentó-- porque ya los chalanes estaban descansando. Cenaron ahi en la Cámara y de ahí se fueron a echarse unos tragos para pasar el amargo: mañana les tocaría una lluvia de mentadas, reclamos ciudadanos, y tenían que seguir con la postura tradicionalmente cínica de la clase política mexicana.

Las más ingenuas legisladoras dirán con voz de ñoñas "¡Ay, pero si no va a haber consecuencias!".

Llegando a las 8 de la mañana, su chofer lo dejó en el portón y se fue a descansar. Entró como pudo en la casa, ebrio entre poder y Blue Label, y como todos los borrachos sabemos --sí, no nos hagamos solos-- a esas horas el líbido es como un felino al acecho. Somos los animales más simples, en nuestro estado más salvaje y primitivo. Puro instinto.

Juana Patria ya estaba despierta. Hizo el desayuno y lo dejó en bandeja de plata sobre esa mesota en el comedor. Al ver que el patrón no estaba, supuso entonces que volvería a llegar como a eso de las 12 del día, como era ahora su costumbre ante la ausencia de la "siñora".

Pero intempestivamente se abrió la puerta, y ahí estaba Perpetuo parado --y parada-- con cara de caliente. La miraba con ojos lujuriosos. Juana se levantó de la cama con violencia, dejando ver sus musculosas piernas en el ajetreo de las sábanas. El diputado se le abalanzó suspirando como poeta, pero más como un maldito borracho.

--Hola, Juana, ¿como estás? Hoy te ves muy chula, ingao...
--Gracias, siñor, pero ya estese quieto y suélteme las chichis.
--Oh, Juana, tu tranquila; tu sabes que yo te quiero mucho, y que estando conmigo no te va a pasar nada. Yo te prometo que no te va a faltar nada. Yo te prometo que vas a tener mucha lana y te prometo que vas a conocer muchos lugares bonitos. Te prometo también que tu familia ya no vivirá en la pobreza, a tu hermano lo voy a hacer alcalde de San Teagarro de las Trancas, a tu tío tesorero, a tu papá secretario y a tu otro hermano lo hago regidor.
--¡Ay, siñor, pero pura promesa! ¡La otra vez me pidió que le agarrara ahí y me iba a dar un aumento y ya pasaron cuatro meses y nada!
--Mira, mija, tu tranquila, ingao... Tu nomás afloja.

Y ahí siguió el retrato de gestiones y convencimiento para desahogar el asunto... "Nomás la puntita, Juana, por un año"

--No siñor, 'tese sosiego, ya se parece a Don Secundino que en el 68 aprobó el impuesto a la tinencia de los carros quesque por las olimpiadas, y mire 'asté: tamos en el 2009 y todavía seguimos pagando por olimpiadas.
--Oh, Juana, Juana, pero esta vez, si me dejas que sea la puntita por un año, te juro que nomás va a ser por un año, y nomás la puntita... Ora, déjate, mi Juana.

Y ahí seguían las negociaciones. Al menos ahí las dejé, porque como "guachoma" del patrón, tuve que asegurarme de dejarlo en casa. Hice como que me fui, pero vine a ver si no se quedaba dormido en la banqueta o guacareando el jardín. Claro, aparte de chofer, me gusta mucho ser vouyerista.

--¿Será que la convenció? Ah pinche Juana apretada...

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