22 de octubre de 2009

Los congruentes y los ausentes

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Ya sea por ideología, por mera línea o control de su cacique en turno, o incluso nomás por fastidiar, los únicos partidos que fueron congruentes en la Cámara de Diputados en la aprobación del presupuesto 2010 fueron el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática. Cada uno por su lado, cada uno con su visión.

Con los panistas era obvio que apoyarían con todo la propuesta del presidente Calderón y la defenderían como gatos boca arriba. Que si bien la opinión pública, los líderes empresariales, los analistas, académicos trataron de convencer a los simpatizantes de la reforma que era una verdadera infamia aumentar los impuestos, que no se valía una propuesta recaudatoria contra los sectores ya de por si más afectados, los panistas nunca soltaron el dedo del renglón, y con triquiñuelas o argumentos, pero siempre mantuvieron su postura y fueron congruentes.

El PRD, PT y demás círculos de izquierda de igual manera fueron apegados con la postura asumida desde un inicio, ya sea porque les cae gordo Calderón o porque lo llaman "espurio", o quizás simple y sencillamente nada les gusta y están en contra de todo; o también porque --y consta porque me tuve que chutar casi toda la sesión en la madrugada-- argumentaron razones simples y lógicas, bien cimentadas. Incluso hasta Beatriz Paredes, lider nacional del PRI, aplaudió un punto interesante sobre legislar en la materia de alimentos chatarras, a propuesta del perredista Guadalupe Acosta Naranjo.

Ambos partidos fueron los únicos que dentro de sus trincheras asumieron la responsabilidad de enfrentar o apoyar el presupuesto del 2010 --finalmente aprobado-- y fueron los únicos que se disputaron el micrófono para discutir.

Los que optaron por nadar de muertito y hacerse los occisos fueron los priístas. Sólo reaccionaron cuando el diputado perredista Jesús Zambrano les espetó que no cumplieran con sus promesas de no apoyar la propuesta y de actuar con tibieza ante un asunto delicado como la aprobación de más impuestos.

En el caso de los diputados jarochos, el que parecía que iba sacar la casta por Veracruz iba a ser Salvador Manzur, pero a última hora se echó para atrás y canceló su participación en la discusión del Impuesto al Depósito en Efectivo.

Por donde se le vea, si bien el PRI en la Cámara de Diputados marcó la pauta de la agenda por su número de diputados y ante los escenarios de fuerzas políticas de izquierda desprestigiadas y un PAN con Calderón muy débil, el tricolor quedó atrapado en medio de sus contradicciones y su principal dilema: "o voto en contra porque le conviene a mis representados o voto a favor porque así le conviene al partido, a mi gobernador, a mi líder".

Luego entonces, y aunque hubo una discusión el día 19 entre los priístas donde se destaca que los veracruzanos estuvieron en contra del plan fiscal presentado por el Ejecutivo Federal, la realidad es que en la verdadera votación, la que vale, sólo uno destacó porque fue congruente con sus ideas y con la campaña que lo llevó a ser diputado federal por Xalapa. Ricardo Ahued Bardahuil, pese a lo institucional y fina educación política, no se dejó llevar por el fanatismo fidelista y votó en el sentido de la mayoría de los mexicanos: en contra.

Y es que para muchos priístas la opción de las últimas semanas de conflicto y jaloneos por la aprobación del paquete fiscal, fue la de precisamente mantenerse quietos, dejar que el PAN y el PRD se desgarraran las vestiduras y sacaran la sangre de los chipotes, porque en el fondo el PRI quedaría como el menos afectados de una guerra intestina y partidista. Que así anularían de plano al Partido Acción Nacional como bandera en el poder y dejarían que la izquierda se sumiera más en el lodo. De ahí, según ellos, derechito a Los Pinos.

La opción, según viejos lobos de mar priístas, no era mala, como tampoco hubiese sido que los tricolores hubiesen abandonado la Cámara de Diputados para dejar que los blanquiazules se mataran solos y no se aprobara ningún presupuesto nuevo para el próximo año. Sí, era una irresponsabilidad, pero políticamente al PRI le hubiese convenido quedar como un "héroe" que nunca aprobó una reforma fiscal tan perjudicante para el país.

Pero no, los priístas se pasaron de nadar de muertitos y se apestaron, porque al final de cuentas terminaron en medio de decidir si votar a favor o en contra.

Peor aún porque nos venimos enterando en los diarios y el sacrosanto internet que nos acaban de aumentar, que no sólo en Veracruz sino en varios estados de la república los priístas anduvieron paseándose y hablando pestes, casi mentando madres, sobre el plan de reforma fiscal de Calderón. Que así como en Veracruz hicieron una "gira de trabajo" encabezada por Javier Duarte de Ochoa, los priístas de otros estados prometían y prometían que el PRI no iba a aprobar más impuestos.

Nuevamente se pregunta: ¿y ahora con qué cara? ¿Pos no que ya eran cuates del pueblo? Mal, porque ahí en el sitio de internet de la Cámara de Diputados está la realidad de cómo votaron, y dista mucho de lo que los diputados federales veracruzanos estuvieron divulgando como guacamayas coloradas: no sólo aprobaron a favor, sino que el "lider" de la bancada veracruzana Javier Duarte y el diputado Salvador Manzur se ausentaron justo en el momento que habían prometido defender.

Viles y simples desertores. Viles y simples mentirosos. Una vil y simple puñalada trapera a Veracruz.

Ya queremos verlos otra vez paseando en el estado.

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