Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Ya está comprobado que las encuestas son fácilmente manipulables. Que bastaría con llevar a tomar, ver chicas encueradas, al propietario de la casa encuestadora para elevar los números y consentir al interesado. Es parte de.
Es cierto que también dan un indicativo de cómo van los números en ciertos lugares y en su mayor parte le atinan a los resultados de elecciones, aunque es cuestionable cuando dan números muy altos favoreciendo a un personaje cuando en la realidad no es así.
Es por eso que uno se pregunta en dónde hacen las encuestas que salen muy favorables para Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI, que si bien tiene a su favor una gran estructura, también debemos decir que ésta ya se cansa de ser manipulada al antojo de sus “líderes”.
Pongámoslo así: no creemos que las encuestas que le hacen al candidato del PRI se hagan el Distrito Federal, lugar donde comúnmente se hacen las encuestas (en realidad los famosos muestreos que hacen las encuestadoras no son de amplia cobertura nacional). Es lógico y obvio que ese bastión está totalmente controlado por la izquierda, entiéndase PRD, desde los tiempos de Cuauhtemoc Cárdenas como el primer jefe de Gobierno del Distrito Federal electo.
Desde esos tiempos, el PRD tomó control de una de las ciudades más caóticas del mundo y la transformó, ganándose el derecho de ganar consecutivamente la máxima autoridad del Distrito Federal.
Ahora, si las encuestas de Peña no se aplican en la Ciudad de México, pensamos entonces que debe ser un bastión como el Estado de México, donde tiene todo el control político.
El Estado de México, después de la capital del país, es la entidad con más electores en la república. Se habla de un padrón de millones que Peña Nieto seguramente tiene asegurado fácilmente como gran botín político. Aquí es donde seguramente la mayor parte de las encuestas se hacen y salen favorecedoras para el priísta. Eso no sería ningún secreto.
Pero la misma secretaria del PRI, en recientes días, aceptó que la ventaja en otros estados de la que tanto presumen los tricolores es sensiblemente diferente a lo que aparece como un triunfo avasallante.
Al menos en Veracruz se augura que el PRI puede tener la mayor parte de las diputaciones y no porque tenga a los mejores candidatos, sino porque los panistas jarochos están totalmente divididos, inmersos en pleitos internos por, principalmente, la llegada de los Yunes al PAN, con toda la bendición del presidente de la república para adueñarse del partido, lo que tiene a los tradicionales enfrentados.
En el caso de la izquierda, se debe decir que son pocos los candidatos que destacan como representantes del Movimiento Progresista que encabeza López Obrador, e incluso han tenido errores como el de quitarle la candidatura a personajes como Juana María Toriz, en Córdoba (que era una excelente candidata para dar golpe ante un débil candidato priísta y una fuerte aspirante panista) o en Papantla, donde prefirieron meter a un locutor antilopezobradorista y quitar a un líder regional, por recomendaciones de Dante Delgado.
El caso de la izquierda en Veracruz es que tampoco tienen los recursos económicos para igualar a sus correligionarios priístas y le están apostando al efecto al fenómeno político llamado López Obrador. Esto podría ayudar a algunos distritos, como el caso de Xalapa, donde se está viendo un apoyo fuerte a la izquierda y al tabasqueño ante la poca simpatía de un candidato priísta llamado Reynaldo Escobar, quien gasta las millonadas pero nomás no cuaja, tanto que hasta los mismos candidatos priístas ni se le acercan, no lo invitan a los mítines y lo consideran como el apestadito.
Veracruz es un caso especial porque es la tercera entidad con mayor votación. Aquí se supone que el priísmo es fuerte, disciplinado y tiene sus fichas unidas.
Pero fue la revista Proceso la que detalló que Veracruz no está siendo en realidad un gran bastión en la carrera por la Presidencia y puede deberse a diversas causas, pero seguramente ha sido la deplorable situación económica y la inseguridad que priva en varias regiones del estado, los principales factores de números no tan favorecedores para Peña Nieto.
Luego entonces, Veracruz también fue un bastión izquierdista para López Obrador en el 2006. Aquí Roberto Madrazo, el entonces candidato del PRI (y de quien también mantienen distancia los priístas Peñistas), desapareció del panorama político y el estado se pintó de amarillo. Sólo por López Obrador, no por sus candidatos a diputados federales, aunque se debe de apuntar que en ese entonces logró el triunfo para el Senado el ex gobernador Dante Delgado, siendo la primera vez que el PRI perdiera esa curul, a la que no llegó ni como segundo lugar.
En ese entonces, el candidato era Pepe Yunes, como lo es ahora. Se augura que la fórmula Pepe-Héctor sea la triunfadora, pues los panistas están enfrentados y el PRD poco luce, si no es por el carisma de Margarita Guillaumín, porque de Enrique Romero Aquino se acuerdan puras cosas malas los propios perredistas.
En Veracruz sin duda las encuestas deben de estar preocupando a los priístas. Es cierto: el PRI tiene controlada la mayor parte de la estructura y aquí será el gran triunfador en las elecciones a diputados y senadores, pero dudamos que estén tan seguros en el caso del presidente de la república. Basta salir a la calle y preguntar por quién va a votar la gente, o ver las manifestaciones de apoyo a López Obrador que se han movilizado especialmente en redes sociales, a diferencia de los arcaicos mítines de acarreados o eventos multitudinarios controlados como el de los petroleros.
En Veracruz la encuesta presidencial está muy cerrada, eso lo podemos asegurar.
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