Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Infernal hasta el tuétano el maldito calor. Estar con “clima” no es garantía para refrescarse. En este lugar dicen que solamente se vive loco o pedo. El frente frío que acaba de entrar, si acaso nubló el paisaje y dejó que se sintiera el “norte” por la tarde del miércoles.
Para la mañana siguiente, los destellos de sol ya calientan un huevo… “Psssssst” suena el aromatizante de la sala de la casa donde se pasó la adolescencia y es un hedor como si al calor le quisieras poner el perfume más barato y corriente que pueda haber en la naturaleza.
Hay que pasar por la abuela, la matriarca, que si bien no es istmeña ni usa enagua ni oro de teca, es a donde se acude para preguntar, para saber. Su memoria ya refleja lo blanco de sus canas, pero su acervo está intocable.
Hay que pasar por la nueva madre que me ha dado un sobrino. Ahí está en la cama el cachetón como diciendo “¡Qué pinche calor!”. No lo dice, pero seguramente lo piensa.. Y todavía lo que le falta por vivir.
La propia es la que conduce celosamente su carrito y ni para decirle que por ser Día de las Madres, uno conduciría amablemente y sin nada acambio, porque su nave nadie la toca. Es comprensible, a nadie le gusta que le muevan su asiento.
Mariscos, Xa’Papá. Comer en La Barra de Alvarado es uno de los pasos obligados en las visitas constantes a Minatitlán, entre otros para muchos quienes vivimos exiliados de esta tierra tan “macondona”.
Huele a huevo con chorizo, pero no, es empanada, asegún. Algo así a pocos metros de una calle Lerdo que por momentos es la pura soledad. “Córrale, abuelita, que ahí vienen los carros”… Y la viejita, con todo y bastón, le acelera el asunto a sabiendas de que en estos tiempos no respetan ni a su madre.
“Sentaos, hijos míos”, debe haber dicho Chuchito antes de la comilona que selló su destino. Hacemos lo mismo no sin antes juntar dos mesas naranjas estrambóticas, disparejas. El chiste es sentarse.
“Traiga agua, urgentemente, dos jarras de limonada mineral”… Y no es que sea uno mamila o que el clima xalapeño ya hizo estragos a los genes sureños, pero es que salir de la templada capital veracruzana para pasar la Cuenca (la zona más calurosa del estado, y si no le creen a este chismoso, pregúntele a los de Tierra Blanca) y llegar al sur de Veracruz, es como el cuento de la ranita que está nadando en una olla que poco a poco se calienta en la lumbre y… Pos ya saben el funesto final.
Empezar con Arroz a la Tumbada que, dicho sea de paso, no se compara con el que está en la tierra cuyo nombre del restaurante le rinde honor: Alvarado. Pegado a la zona de pescaderías, donde los oxidados barcos descansan sobre el Papaloapan, en un rinconcito está “La Viuda”. Si a usted le gustan los lugares fufurufos, con clima y “Nos reservamos derecho de admisión”, mejor sígale derecho a Boca o a Veracruz, antes de que se gane una mandada a la gaver.
Hoy maternalmente hay mojarra frita al mojo de ajo, minilla, empanadas de ídem y jaibas también al mojo, para rechuparse la mugre los dedos, que quedan embarrados de mantequilla. Ni para qué contarle del atracón, si basta decir que cuando uno come, desconoce, y cuando desconoce: “No hablo, estoy comiendo”.
Chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp, chomp… Que no hablo, coño, estoy comiendo. Sáltese al otro párrafo mientras termino.
Amenizan la comida los narcocorridos. Debe ser que en este pueblo, en este país, escuchar las hazañas de los señores, es una manera de resignarse ante logros más concretos de la mafia que de los del trinche gobierno. En fin, cada quien sus gustos… “Ahora Espinoza Paz y La Arrolladora, pues sí, estúpido, tienes que ser más tolerante y nadie le gustaría comer mariscos oyendo Paul McCartney o Scorpions”.
Buuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrp… Perdón, se oye mal, pero descansa el autor. “Una coca y una nieve de mamey para el desempance, por favor”. La mesera, morena coqueta de ojos negros con pintura azul, sonríe. Debe ser mi seductora figura de James Bond región 4… ¡Ah chinga, no, es el pedazo de jaiba que tengo atorado entre los dientes!
Modestia aparte, pero esto del “aigre” acondicionado es imprescindible. Es necesario comer fresco, casi frío, y sobre todo cuando a uno le han prohibido la cerveza; y es que, como se mencionó al principio, estar loco o pedo es el estado habitual de muchos de los que viven en Minatitlán. Si no por nada existen más cantinas, depósitos y Oxxo que en cualquier otro lugar, donde por cierto, de beber Corona, se pasó a la Superior.
Como habrá estado de cálido este 10 de Mayo tan maternal, que un señor de esos de compañías petroleras, con uniforme y toda la cosa, se paraba a cada rato a cerrar la puerta que los meseros dejaban abierta. “Se sale el aire”… Sí, carajo, entiendan que no puedo refrescarme con cebada en estos linderos del magma.
El atracón culmina y hay que pagar la cuenta… ¡Ejem, ejem!... Bueno, Diosito proveerá pronto.
Nos enteramos en el sur que Julia Orayén, la edecán del debate presidencial, estará en Jáltipan el sábado. Lástima que tal vez ya ande de regreso en Xalapa, que si no le preguntaba sus impresiones del debate con una caguama en mano; ahí sí que chin-chin la recomendación médica y ¡Méngase, mamirriqui del rubor helado, vámonos a tu escote del diablo!.
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