Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- “Se van todos para Pánuco” fue la instrucción que llegó desde Xalapa. “Prepárense porque tendrán pocos días para arreglar sus asuntos personales y estar allá”.
--¿Dónde es Pánuco, tú?
--Sepa la madre, creo que es por Poza Rica.
Los policías sintieron como balde agua fría la noticia de que tendrían que dejar Coatzacoalcos en los próximos días para irse en caravana (como las añoradas columnas volantes de tiempos poquito menos violentos que estos y gran poder). Se llevan ropa, fotos de la familia, torta de huevo, bote de agua, y la ESE-ESE-PE les pondrá patrullas, armas y dinero extra por el favor de irse a cuidar a donde nadie quiere ir.
Los camiones los pone a veces la Sección 11 del sindicato petrolero, nomás como favor, y son sin clima y algunos sin baño, para que sepan lo que les atora en 12 horas de camino. Al cabo son bien machitos.
Las que protestaban en su fuero interno eran las mujeres: “Claro, éstos nomás se bajan y mean, ¿nosotras qué?”.
Pero la orden estaba dada y reiterada: se van para Pánuco, al norte del estado, colindante con Tamaulipas.
Para los policías, sean federales, sean locales, es conocida como “la plaza de castigo”. Los mandan a donde saben que los enfrentamientos son rumores; donde los rumores existen porque nadie sabe y nadie quiere saber y nadie supo. Sólo ocurrió, y hasta eso quién sabe. Son silencios a voces, secretos guardados en ataúdes de fosa comunes y en las paredes que, con termitas de acero, quedaron hoyos Art Nouveau.
Y a veces ni siquiera es lo que se supone que no existe en ese lugar: es la comida, que dicen es difícil de conseguir sabrosa en la región; es la hospitalidad, donde no hay acceso a cuartos cómodos para descansar; dicen también que la gente es cerrada, desconfiada: no es para menos con tanto que se supone que no pasa allí, en el extremo norte de lo que es otro Veracruz muy distinto al jacarandoso, decimero y desmadroso.
Metido en historias de caciquismos sin igual, incomunicado, Pánuco es obligación más que gusto para quienes van a cuidar y a arriesgar el pescuezo.
En el cuartel, las horas consecuentes fueron de caras preocupadas: “Pero acaba de nacer mi hijo”, “¿Pero quién va a cuidar a mi familia?” “Pero mis papás ya están grandes”… “¿Y yo por qué?”...
Ah, nel, ese fue Fox.
Se arreglaron los pendientes: los seguros de vida que fueron entregados a los familiares en caso de que algo ocurriera. En esos días, los hijos fueron más cariñosos con los padres; los padres más condescendientes con los hijos; los primos más atentos con los tíos; los hermanos se abrazaban como nunca; los matrimonios fueron los amorosos que Jaime Sabines establece con palabra de ley.
Llegó el día. Tienen que estar el domingo a las 6 de la tarde en las instalaciones de la Policía Intermunicipal. Llegan las familias a despedir a los policías como si fuesen soldados que se van como Mambrú se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena! Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá….
Unos orgullosos, otros tristes. Se van. Inician las tensas horas en un viaje muy pesado.
“Estuvo re feo el viaje”, dirían después.
N’MBRE… ERA EL DÍA DEL POLI
“Ya estoy en Coatza. Ya no nos llevaron a Pánuco” decía el mensaje de texto de un joven policía. Varias familias quedaron sorprendidas del por qué se habían cambiado los planes luego de la catarsis familiar del domingo.
“Estamos bien. Nos llevaron al evento del Día del Policía y sinceramente... no queremos que nos vuelvan a celebrar nada jajaja”, sentenciaba otro bromeando.
Cuentan que llegaron a las 6.30 de la mañana a su destino final. Los que ya habían ido a la tierra donde Hernán Cortés fundó el segundo ayuntamiento en América Continental, despuecito de la Vera Cruz, se encontraron confundidos porque no se parecía en nada al Pánuco que ya habían visto antes.
Llegaron a Papantla, a la zona del parque temático Takilhsukut, al cual ya han ido policías estatales del sur a cuidar la Cumbre Tajín. Ahí se concentró a la tropa, entre policías del estado, intermunicipales, la metropolitana, y municipales de la región.
“Nos tuvieron 2 horas, te lo juro (y nunca juro nada) que fueron dos horas parados en pleno sol del parque temático esperando a que llegara el gobernador, para que después empezara la ceremonia entre los mandos nada más, porque todos los demás estábamos parados en el sol escuchando desde afuera”.
Acostumbrados a aguantar este tipo de eventos, finalmente les sirvieron la sal y el pan con harto sol (para que no se quejen de que los alimentos no estaban bien cocidos). Refresco caliente porque los hielos los llevaron una hora después. Pequeños detallitos que pasaron inadvertidos.
Terminando de comer mucha gente se levantó de las mesas buscando sombra en los alrededores, pero llegó la orden de que se regresaran a las mesas.
--Jefe, es qué ‘ta perro el sol.
--Tú regrésate, que me van a putear a mí.
CHALE, ¿QUIÉN SE LLEVÓ LOS REGALOS?
Como el guateque era para los gendarmes, no podían faltar los regalos, que fueron insuficientes para los miles de policías de todo el estado. Ni siquiera acabaron de rifarlos todos, y se quedaron con la duda de quién se llevó los restantes.
Cuando estaban nombrando al policía del año y todos los demás premiados por diferentes cosas, los sureños empezaron a decir “¿Y Juanito?” (el comandante Juan Moreno, ejecutado en la unidad habitacional El Naranjito, de Cosoleacaque) “¿Por qué no nombran a los elementos caídos en el deber?”...
“Mínimo hubieran invitado a sus familias para un homenaje o algo… Qué triste, en verdad… ¡Ah chingá, trajeron bailarinas!”
LAS CHICAS EXTREMO
Salieron las bailarinas y toda la bola olvidó el mal rato.
Las Chicas Extremo amenizaron con canciones como… como… ¿Ah chingá? ¿Qué cantan? ¿Qué cantaron, tú? Bueno…
Salió al escenario la Nacha Plus, conocida desde los tiempos de Brozo en TvAzteca y por ser “masita” de la hija de San Temo. Salió “La Prima” (de quien sabe quién, pero estaba igual de buenísima) y la Isabel Madow, aquella secretaria muda famosa del trinche payasito pelos verdes de la tele que siempre tiene edecanes de lujo y se le envidia harto.
Apareció hasta la Paola Durante, famosa por el asesinato de Paco Stanley, quien dicen que hasta le bailó al secretario Bermúdez (la Paola, no Paco).
Y pues para que querían más los polis, si con el calor y las morras esas, casi se desmayan.
Apareció un rehabilitado comediante El Costeño, aquel que cuelga siempre una langosta y una lagartija como símbolo de su origen ribereño. Viniendo de Guerrero, se aventó la puntada de decir que allá su tierra natal, como en ciertas partes de Veracruz, ya se parece el Polo Norte…
Porque todos los días amanecen menos 2, menos 3… menos cinco
Eso sí, hasta el hambre se les quitó y se atascaron de tanta carne danzante.
Y es que de estar desde las 6 de la mañana en Papantla, hasta mediodía que los formaron ya para irse, lo mejor fue pensar que era un día para festejarlos a ellos. Claro, no se compara con tener que ir a Pánuco a cuidar lejos de la familia, pero el deber es el deber y los polis veracruzanos, cuando se ponen las pilas, pocas veces se rajan.
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