Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Regresemos unos meses atrás: en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, uno de los mayores importantes foros de intelectuales, académicos y apasionados de la lectura, se presentó el precandidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, a presentar un libro que, se sabría después, ni siquiera escribió.
Pero lo peor no fue su presentación como falso autor interesado en los temas políticos del país, sino que minutos después fue entrevistado por la prensa especializada que cubría tan importante evento y puso en aprietos al candidato priísta al preguntarle cuáles eran los tres libros que lo habían marcado en su vida.
De ahí, la burla generalizada al saber que Peña Nieto no supo contestar cuáles eran esos tres libros y perdió el control de la entrevista, quedando desnudo como una persona alejada de lo intelectual, quizás refinado para hablar, pero no necesariamente inteligente al menos para los estándares de la Feria Internacional del Libro, que por cierto también es espacio ganado por los simpatizantes de la izquierda, pues ahí a Rius se le recibe como al Papa en Guanajuato.
Si bien la burla hacia Peña Nieto no se replicó en los medios “nacionales”, tuvo su eco mayormente en las redes sociales, en un país que se está colocando como uno de los que tiene más acceso a Internet en Latinoamérica y sigue creciendo.
Posteriormente fue el escándalo de la “prole”, cuando el novio de Paulina, la hija mayor de Peña Nieto, hizo un comentario ofensivo en Twitter dirigido a “la prole” y los “pendejos envidiosos” que a Paulina se le hizo gracioso reenviar a sus contactos. De ahí que la palabra “prole” (que se refiere más a la descendencia familiar) ahora se escucha como ofensiva, porque así el ignorante novio la usó en el contexto de que somos una bola de proletariados; y si nosotros somos los buenos proletarios, por ende, ellos son los villanos amos el país.
Tal escándalo fue a unos días de empezar la campaña de Enrique Peña Nieto, por lo que entre priístas se decía que no le afectaría para nada. Que incluso fue algo así para ayudar a desfogar y que se fuera olvidando lo de la Feria Internacional del Libro. Peña no tendría casi de qué preocuparse.
Pero al comenzar las campañas las cosas se complicaron para los priístas. Se dice que puedes tener a un aspirante a cargo popular oculto, alejado de los reflectores para evitar que se le dañe o se le toque, pero en algún momento tendrá que salir a la palestra y es donde tiene que enfrentarse al verdadero sentir. En el caso de Peña Nieto, es obvio que los asesores han buscado por todos los medios tener controlados los eventos, tener todo bien armonioso para que lo único que se escuche sean loas y vivas al candidato.
El problema es que como candidato a la Presidencia de la República no sólo iba a hacer campaña en el Estado de México, ni iba a ser siempre arropado por los tradicionales sectores subyugados por amenazas de los líderes de que si no van a apoyar al candidato, les podría afectar en su trabajo y forma de vida.
El problema para los priístas es que también hay población (como la Feria del Libro en Guadalajara) a la cual tendrán que darle la cara y enfrentar. Que les sería imposible controlar e impedir las obvias limitaciones de Enrique Peña Nieto.
MONTERREY, EL INICIO DE LA DEBACLE
El Tec de Monterrey organizó un foro estudiantil al cual acudirían los candidatos. Si bien el famoso tecnológico no es que se diga un semillero de izquierda, la inconformidad creció en esa comunidad estudiantil desde que miembros del Ejército mataron a dos alumnos y el presidente panista Felipe Calderón los tachó de delincuentes, sin saber que les habían sembrado armas.
Todo esto en el contexto de un estado gobernado por el priísta Rodrigo Medina, a quien le ha estallado la violencia en la cara y en lugar de enfrentarla ha preferido huir del estado y vivir en los Estados Unidos. Para los habitantes de Nuevo León, la pútrida cereza del trágico pastel fue cuando 49 personas murieron a manos de integrantes del crimen organizado cuando les incendiaron el casino donde estaban.
El periodista Víctor Trujillo, en su papel de Brozo, recordó hace unos días que Monterrey era la joya de la corona empresarial y era porque todos los empresarios habían huido del peligroso Distrito Federal lleno de delincuentes para irse a la capital de Nuevo León. Con el paso del tiempo, está resultando que muchos empresarios están regresando al Distrito Federal porque Monterrey se ha convertido en una de las plazas donde se disputa la guerra entre cárteles del narcotráfico. El poderoso empresario Alfonso Romo, de esos del Monterrey caótico de la actualidad, fue de los primeros que dijo que apoyaría a Andrés Manuel López Obrador.
López Obrador en esos momentos traía un discurso muy soso, opacado, gris. Difundía el mensaje de la “república amorosa” como el de un viejo hippie cuyas neuronas habrían quedado dañadas por tanta hierba. Gente de izquierda criticaba que ese no era el discurso que esperaban de su líder, pues era el momento para retomar la fuerza y la dureza del 2006 ante la inconformidad generalizada de la población, cansada de los crímenes, la impunidad y la inseguridad. López Obrador no entendió esto desde un principio y podríamos asegurar que sus números estarían más altos, hasta rebasando al supuesto puntero, si desde un inicio su propuesta en lugar de amorosa, fuera agresiva, sin necesidad de llegar a ser violento.
Volviendo al Tec de Monterrey, Peña Nieto fue invitado al foro, pero finalmente declinó asistir. Se sabría después que no acudió porque había pedido un determinado número de lugares para sus simpatizantes que echarían porras y un teleprompter, como el que uso para tomar protesta como candidato.
Las exigencias del candidato, en calidad de divo, volvieron a resucitar las debilidades y limitaciones de Peña Nieto que fueron expuestas en la Feria Internacional del Libro.
EL DEBATE
Para entonces pasaron días de campañas aburridas. Lo que inyectó un fuerte interés fue el debate presidencial donde la modelo Julia Orayen se hizo famosa como la edecán exuberante que tuvo sus segundos de fama.
En resumen, se dice que el ganador fue Gabriel Quadri, el candidato de Nueva Alianza, pero solamente para mantener el registro del partido que lo postula, pues está lejos de ganar la elección.
En términos de los candidatos fuertes, Josefina Vázquez Mota (PAN) y Andrés Manuel López Obrador (PRD) quedaron como los competitivos, mientras que Peña Nieto quedó disminuido a ser una persona que no tenía tiempo para terminar sus ideas. Pocos, casi nadie, le dio el triunfo a Peña en el debate.
RENACE EL INTERÉS
Creo que desde el debate la pasión se ha desbordado. Ante las limitaciones de las campañas en los medios tradicionales de comunicación, las redes sociales se convirtieron en el tablado perfecto para ventilar lo que está prohibido de acuerdo a las reglas del juego electoral.
A esa tribuna llegaron entonces los priístas y panistas un poco tarde. Twitter y Facebook ya estaban siendo utilizados desde años atrás para denunciar las atrocidades de una violencia inédita surgida al calor de la guerra entre cárteles del narcotráfico y de la impunidad de los grupos regionales de poder político. En Monterrey se inició lo que se conoce como el tópico #Mtyfollow que es usado todavía para alertar a los regios de situaciones de riesgo.
En Veracruz nació el #verfollow, que también se usa para lo mismo, con su paso natural de psicosis ante hechos violentos que comenzaron a difundirse de manera irresponsable, pero que fue necesario para madurar la manera de usar el Twitter como medio de información inmediato ante eventualidades y riesgos de violencia.
Y fue en Veracruz donde se les ocurrió usar la ley contra usuarios de Twitter, tacharlos de terroristas y encerrarlos en el penal de Pacho Viejo, lo que endureció los mensajes de los jarochos. La crítica creció y desde entonces el estigma de intolerancia contra los satanizados tuiteros se quedó.
Si bien las cosas se enfriaron con el paso del tiempo y podemos decir que hay una real libertad de expresión en la red social, Twitter, al menos en Veracruz, es una de las herramientas más poderosas de información que ya estaba en manos de la inconformidad, ante la cerrazón de los medios tradicionales.
EL PAJARITO TEMERARIO
La apuesta a los medios de comunicación tradicionales ha causado mella en estas campañas, especialmente para el tricolor. Si bien está limitado el presupuesto para prensa escrita, radio y televisión, a los candidatos (y políticos veracruzanos en general) no les da por jugársela con el Internet.
Los cerebros del “Nuevo PRI” aplican las mismas técnicas arcaicas, incluidas las de difusión de actividades y el acarreo virtual (como quedó demostrado en un video donde se reúne un equipo para favorecer a Enrique Peña Nieto en Twitter). Su insistencia en los medios masivos de siempre, han dejado abierta la puerta a la inconformidad en un espacio que ya ha derrocado dictaduras en territorio árabe.
Si bien no se puede comparar a los políticos con los dictadores de medio oriente, la violencia que se vive en Veracruz y en muchas partes del país, es equiparable a la de esas regiones. Basta decir que México es el país más peligroso para los periodistas, sólo detrás de Irak.
LA IBERO Y CÓRDOBA
Peña Nieto tuvo su viernes negro en la Universidad Iberoamericana, a la cual primero toreó diciendo que sí iba, luego que no, luego que sí. Finalmente fue… y le fue mal.
Ahí es donde se encontró a la inconformidad de frente, la protesta, el sentir de quienes no están de acuerdo con su propuesta para ser presidente de la república y tampoco de la manera en que quiere tener los escenarios controlados: en lugar de escuchar las porras que alimentan cualquier ego político, se topó con que los estudiantes le echaron en cara el caso Atenco (el cual se había abstenido de contestar, pero le entró lo valiente a lo último y se fue de boca diciendo que estaba cuasi orgulloso de cómo se procedió); Peña Nieto tuvo que salir huyendo por los recovecos del campus y procedió a reaccionar de manera peor en las horas siguientes.
Inmediatamente los priístas de todos los niveles trataron de descalificar a los manifestantes llamándolos “porros”, “perredistas”, “lopezobradoristas”, “radicales”, “intolerantes”, sin darse cuenta de que precisamente con su reacción se estaban reviviendo sus tiempos cuando al PRI-Gobierno le gustaba la censura, los “Calladitos se ven más bonitos” y “Orden y nos amanecemos”: la pura intolerancia de la que se supone ya se desprendieron como el “Nuevo PRI”.
En Veracruz llegó la intolerancia hasta el caso Córdoba, cuando a un mitin del candidato priísta Enrique Peña Nieto llegó un grupo de manifestantes de izquierda, simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, que de manera pacífica se presentaron al evento y de inmediato fueron agredidos por un grupo de choque priísta que se identificó posteriormente como huestes comandadas por un porro profesional llamado Juan de Dios Sánchez Abreu, quien en ese momento tenía el cargo de director de Política Regional, el que se supone que está para negociar, no para causar desmanes.
Posterior al hecho, la ocultación de los hechos en los medios masivos de comunicación radicalizaron la protesta y con justa razón: se trató de esconder y minimizar una agresión grave contra un grupo minoritario que estaba en su justo derecho de estar en la calle para protestar. Si fue una provocación, pues fue peor para los priístas, quienes volvieron a demostrar poca inteligencia para no reaccionar brutalmente ante un “embate” de la izquierda.
No contentos con la madriza que le acomodaron a los jóvenes que se identificaron como estudiantes en Córdoba, a los simpatizantes priístas se les fue la boca diciendo en redes sociales que se trataba de “porros”, “perredistas”, “lopezobradoristas”, “radicales”, “intolerantes”, volviendo a caer en el mismo error del caso Ibero.
Fue en tanto en Twitter como en Facebook donde más se dio a conocer el lamentable caso de Córdoba y la protesta virtual hizo que Sánchez Abreu fuera destituido del cargo. Fue por la misma vía donde se trató de descalificar a los agredidos, pero con resultados contraproducentes para el PRI, porque es el único lugar donde se demuestra la real inconformidad, la frustración, la impotencia y la desesperanza. Era imposible que trataran de justificar la violencia originada por los priístas en Córdoba, pero los priístas se aventuraron.
Entre los denostadores se identifican a usuarios que son empleados de gobierno, quienes carecen de la credibilidad para expresar y calificar a los jóvenes golpeados de Córdoba. Estos son los mismos que descalificaron la marcha contra Peña Nieto que se hizo este sábado en diversos puntos del país, con los mismos resultados: a los priístas les vale eso de la tolerancia y la libre expresión. Peor aún: no tienen la suficiente inteligencia para dejar pasar los “embates” y se convierten en seres más dogmáticos que un radical izquierdista.
En aras de la descalificación, se hizo más grande el movimiento contra Peña Nieto y fue el mismo candidato quien descalificó a los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, quienes respondieron de manera inteligente: a través de las redes sociales y demostrando una gran capacidad de organización.
LAS PRÁCTICAS DE SIEMPRE
El PRI, con el caso de la Ibero y de Córdoba, quedó como el de las prácticas de siempre en tiempos que se suponen son del “Nuevo PRI”. El candidato tricolor se convirtió en el oficialista y los mismos priístas no se dieron cuenta que con sus prácticas descalificadoras e intimidatorias, volvieron a mostrar su rostro más recordado.
Elena Poniatowska, la gran escritora princesa, comentó en recientes días que esta era una generación de jóvenes como la del 68. Pensé que era exagerado llamarlos así, pero ante 30 años de situaciones económicas deprimentes, una violencia que va escalando niveles impensables y miles de inconformes, estamos ante un escenario donde los gobiernos y los políticos no pueden defender lo indefendible. Estamos como en 1968, nomás que sin Ché Guevara.
Y la izquierda, entiéndase López Obrador, ha sabido cambiar el rumbo de su discurso amoroso por el de recoger todas las inconformidades que son millones en este país. Algo que el PRI y el PAN, como causantes directos, no podrán hacer hasta que cambien su rumbo y manera de aceptar una realidad que daña a muchos mexicanos.
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