Migrantes sobre el ferrocarril
Ahí en la sede de la Cruz Roja, los inmigrantes fueron atendidos y en un descuido del personal de guardia, los tres abordaron una ambulancia y se la robaron. Como el cuartel de la Policía Intermunicipal está prácticamente a la vuelta, se desató una persecución inmediata con patrullas. Los ladrones, en su loca carrera, chocaron la ambulancia y fueron de inmediato detenidos.
En Veracruz, sin duda alguna, históricamente los migrantes han sido objetos de extorsiones, golpes y muerte. A todas luces se veía el paso de estas personas de manera ilegal, siendo transportados en diversos vehículos o incluso a pie. Luego se conocería que el medio de transporte más usual ha sido el ferrocarril que viene desde Chiapas y los lleva hasta el Estado de México. De ahí, hasta la frontera.
Era común que en diversas rutas en Veracruz se viera el paso de los inmigrantes con la complicidad de policías y oficiales de Migración. Eran parte del escenario natural que pasaran por terreno veracruzano en su búsqueda del sueño americano. Se nos hizo tan común, que con el paso del tiempo, los Estados Unidos un día prefirieron cerrar su frontera.
Ahora el paso hacia Estados Unidos se ha ido dificultando; hay más vigilancia, la policía fronteriza es más estricta y no ha dudado en usar sus armas de fuego, aunque haya señalamientos de usarlas para disparar de este lado de la frontera.
Aunado al sellado de la frontera estadounidense, los ataques del 11 de septiembre detonaron una paranoia que obligó al gobierno a comenzar redadas y medidas para expulsar a los migrantes que existían en ese país. La zona de Coatepec es testigo de decenas de repatriados que fueron devueltos por operativos para su captura. Algunos ni tuvieron tiempo de tomar sus pocas pertenencias y literalmente regresaron con lo que tenían puesto.
A los inmigrantes no mexicanos les fue tantito peor: ni modo de pasar otra vez el calvario de regresar a esos países donde la situación es peor que la de México.
En recientes años, los inmigrantes decidieron quedarse en México. Algunos a trabajar de manera honesta, otros lograron hacer hasta familia, como ocurre en algunas colonias de la periferia de Minatitlán. Algunas comunidades como La Breña, son famosas por tener una gran cantidad de población de origen inmigrante.
Los que inmediatamente se hicieron famosos fue la Mara Salvatrucha, pandilla de centroamericanos que operan en la frontera sur y se dedican --entre otras lindezas-- a asaltar a los otros migrantes.
El factor que cambió todo fue el narcotráfico, pues la delincuencia organizada ya no sólo se dedicó al trasiego de drogas, sino que también comenzó una época de pesadilla para los migrantes; por cientos fueron ubicados en casas de seguridad, se les pedía dinero y se les extorsionaba a sus familias. Los grupos de derechos humanos, como el encabezado por el sacerdote Alejandro Solalinde, comenzaron sus valientes denuncias acerca de que los migrantes estaban siendo secuestrados y algunos habían sido asesinados por con cumplir con la “cuota”.
Ejemplo claro fue la brutal matanza de 72 de estos en San Fernando, Tamaulipas.
El gobierno de Felipe Calderón decidió entonces descriminalizar el paso de los indocumentados por el país. Comenzó la protección de los mismos y las marchas en protesta por las agresiones en su contra. Comenzó entonces una cacería encabezada para acabar con el secuestro y agresiones a migrantes. En ese sentido, la violencia disminuyó para los migrantes.
Estamos en un México que vive entre dos historias: la de los mexicanos que hemos vapuleado los derechos humanos y que han asesinado a migrantes, y los migrantes que se han quedado en el país a residir, ahora sin ser criminalizados de facto.
Sin caer en la xenofobia, la realidad nos está alcanzando y los inmigrantes en un futuro podrían ser un problema para México. Si bien han sido las víctimas y merecerían todas las facilidades para llegar a su destino, en contraparte ya tenemos una frontera gringa sellada y a miles que a diario cruzan por la frontera sur por territorio mexicano.
Estados Unidos, en otro futuro no muy lejano, podrá desentenderse del problema migrante blindando su frontera y endureciendo las medidas para evitar que más y más inmigrantes lleguen a suelo americano. Aquí en México nos convertiremos en la última línea de defensa y seguimos teniendo a una frontera sur totalmente abierta al paso de contrabando e inmigración sin control.
Las políticas en ese sentido ya deberían de irse preocupando por al menos poner atención en la frontera sur, dejar ese sueño ideológico de que México está con los brazos abiertos a todos aquellos desesperados por tener una vida mejor en Estados Unidos y no lo logran. Si bien no es la mayoría de inmigrantes delincuentes los que cruzan el país, ya sería tiempo de meter orden porque ya algunos se quedan en el país.
No está de más la opinión de un joven y reconocido periodista sureño, Alfredo Santiago Hernández, en comentarios sobre los hechos de este lunes en Coatzacoalcos: “¿Y las respectivas embajadas también darán la cara para pedir castigo por estos sujetos? ¿El gobierno de Honduras o El Salvador pagará las reparaciones?... Estoy de acuerdo, los centroamericanos son humanos, merecen respeto, pero en este mundo globalizado donde nos regimos por leyes y fronteras, estas personas están cruzando ilegalmente el país y se dicen extorsionados o agredidos por policías mexicanos o incluso por sus propios compatriotas que trabajan para el crimen organizado... ¿LA SOLUCION? Levantar la frontera en el sur de México... que los gringos den la lana, les convendría... una frontera fuerte que además evitaría el ingreso de drogas, de fayuca china, combatiría la trata de blancas, el trasiego de armas, una frontera que permita frenar el flujo de ilegales en México... ¡Al final, se les estaría salvando la vida! El que quiera entrar, que tramite la visa o el permiso mexicano; que lo que pagan a los polleros, lo paguen legalmente al país para poder ingresar y cruzar México”.
Así de simple parece ser la solución. Sólo faltaría voluntad. A nadie se le debe perseguir para alcanzar sus sueños, pero no a costa de la informalidad para cumplir las leyes o hacerse de la vista gorda que aquí no pasa nada. Ya es hora de que los países centroamericanos también actúen no sólo para la bonita foto oficial. Estamos a tiempo de regularizar lo que ya parece que nos está alcanzando.
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