17 de mayo de 2013

Pobre Pancho Colorado

Pancho Colorado: de ser el más querido, al más desconocido

Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- 
Dicen que era bonachón. Buen anfitrión y de esas personas que, como en la vida ha triunfado, gustaba de ayudar, apoyar y convivir con todos.

Antes era un ciudadano común, pero a los 23 años la suerte le comenzó a sonreír cuando se convirtió en próspero empresario con contratos millonarios de PEMEX. De ahí muchos han hecho el dinero de su vida, y no sólo porque sean buenos, sino porque al interior de la paraestatal es enorme la corrupción imperante.

Y así Pancho Colorado fue hombre de muchos amigos. Todos lo buscaban, querían ser sus amigos. Cuántos políticos no pasaron por su mesa, por su rancho, para disfrutar de las carnes asadas, los mariscos gourmet, la carne de monte, los licores finos, las chelas heladas y todos los excesos imaginables de acuerdo a las perversiones de cada quien.

¿Cuántos políticos de todos los colores no estuvieron compartiendo el pan y la sal y disfrutaron de su riqueza? ¿Cuántos no le habrán dicho “eres un gran amigo”? ¿Cuántos no lo abrazaron y saludaron efusivamente? ¿Cuántos no le dijeron en alguna borrachera “te quiero mucho, cabrón”?

¿Quién de toda esa plebe carroñera no disfrutó sus caballos? ¿Quién no habrá pensado en una orgía de esas que el dinero puede organizar? ¿Quién no estuvo en su rancho viviendo la vida loca? ¿Quién de todos esos falsos amigos no estuvo ahí para preguntarle cómo estaba, aunque sencillamente no les importaba?

Pobre Pancho Colorado… De la buena vida que se daba y compartía con sus amigos y con quienes se acercaban a él.

¿Cuántos de esos amigos no le pidieron dinero para campañas? ¿Cuántos de esos amigos no le pidieron prestado su avión? ¿A cuántos no le prestó su rancho para borracheras? ¿A cuántos no ayudó para irse a vacaciones a destinos donde sólo los sultanes y la realeza europea gastan sin miramientos?

Pancho Colorado tenía el millón de amigos que nunca tuvo Roberto Carlos. Todos lo buscaban, le hablaban, lo consecuentaban; decían que lo admiraban, lo estimaban, casi casi le amaban y era el hombre consentido del norte de Veracruz entre tanto apapacho.

De repente surge que lo acusa Estados Unidos de estar vinculado al narcotráfico y resulta que todos esos amigos se hicieron ojo de hormiga.

Hoy resulta que nadie lo conoce, que nadie estuvo en sus propiedades, nadie se subió a su avión privado, nadie convivió con él y dicen que nomás lo conocen por las noticias que han circulado en PROCESO y REFORMA.

“Pinche bola de hipócritas”… debe estar pensando el pobre Pancho Colorado.

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