El nietecito golpeador y el ojo de cotorra que le puso a la novia
El regreso del tricolor con Peña Nieto supone una lectura donde la gente no se atrevió a arriesgarse con la izquierda mexicana y prefirió al diablo conocido que por conocer. No votó por la continuidad del proyecto panista a sabiendas de que la violencia se estaba incrementando de manera inconmensurable en el país. Hoy hasta el estado natal del expresidente Calderón tiene que ser metido en orden por el sangriento desastre que dejó.
Con esa confianza y hasta miedo, la población hizo un voto mayoritario a favor de Peña Nieto, esperando que los vicios del PRI realmente hallan desaparecido, pero hoy vemos con tristeza que si bien hay la mejor de las intenciones para al menos aparentar que no son los mismos de siempre, la realidad los contradice.
Ejemplo claro son los hijos de funcionarios que se han visto involucrados en recientes escándalos, por la prepotencia con la que se sienten amparados para sobajar o delinquir.
La que comenzó todo este relajito de los nuevos juniors y ladys priístas fue la hija del presidente de México, de nombre Paulina Peña Pretelini, quien desde el Twitter hacía comentarios como ser “la nueva princesa de México”, o retuitear mensajes a “la prole pendeja”.
En medio de la toma de protesta de su papi, llena de garrotazos y aprovechando los sombrerazos, a la nueva Presidencia de la República se le ocurrió mandar un boletín diciendo que la señorita Peña no tenía Twitter. Sin duda, desde ahí deben haberle jalado los orejas a la niña y decirle que si seguía metiendo en broncas a su papi, la iban a mandar a la embajada a Siria.
Pero los asuntos de la prepotencia no pararon ahí: también conocimos a la famosa #LadyProfeco, misma que por el berrinche de que no le dieron la mesa que quería en conocido restaurante de la Ciudad de México, lo mandó clausurar con chalanes serviles de su papi, hoy despedido como titular de la Procuraduría Federal del Consumidor por andarle consintiendo caprichitos a la chamaca.
Este teatro de niña mimada le costó el puesto a su papá, aunque hay quienes dicen que la remoción fue en realidad para desviar la atención de la condonación de 3 mil millones de pesos a Televisa en impuestos.
Ahora le tocó el turno al procurador general de la república, Jesús Murillo Karam, pues resulta que su nieto Gerardo Saade Murillo, en un arranque de estupidez, fue a casa de su novia Alexia Imaz, se saltó la barda como cualquier delincuente y arremetió a golpes contra la señorita, que por cierto es hija del director del CISEN (la CIA región 4) y causa extrañeza si la vivienda no tendrá al menos una escolta para protección, pues el cargo de su papi no es cualquier puesto callejero.
Luego de la reverenda madriza que le puso a la señorita Imaz, el junior expresó en comunicado que disculpaba, que tenía problemas emocionales y que asumiría las consecuencias. Si fuera cualquier hijo de vecino, el tipo ya estaría en el bote, exhibido ante la prensa policiaca, estarían los grupos de derechos femeninos denunciando, en la tele ya sería el villano de la semana.
Por cierto que a este escándalo se suma la del químico Andrés Granier, cuyos hijos también en su momento presumieron de la ostentación y los lujos excesivos a costa del erario. No se duda que éste sea el villano favorito que sea exhibido en la semana, junto con su prole (quizás hasta detenido) para ir difuminando el real problema: el nieto del procurador entró a una casa a golpear a una mujer.
Es claro que el procurador quizás no tenga la culpa de la educación de su nieto, pero su figura levanta suspicacias en la manera en que maneje la justicia en un caso familiar, por ejemplo ¿con qué cara puede asumir una investigación seria por feminicidios en el país si su nietecito salta bardas, hace allanamiento de morada y golpea a una mujer sin miramientos? ¿Cómo puede atender el procurador con seriedad las muertas de Juárez o los feminicidios que van en aumento en el Estado de México?
A estos trinches juniors priístas definitivamente los consintieron demasiado y nunca les pegaron de chiquitos. Por eso sus formas tan pedantes y absurda manera de entender el poder. Los pirruris del PRI e hijos de políticos en general, deben entender siquiera las formas básicas que deben adoptar ante la responsabilidad de sus padres y abuelos. Sus actos son del dominio público y son los que menos merecen el halo de impunidad.
Si bien Paulinita es una chamaquita menor de edad consentida y sólo se la pasó alardeando por redes sociales, los casos de la #LadyProfeco y el nieto de Murillo Karam no deben ser tomados a la ligera, pues se trata de abuso de autoridad, invasión a propiedad privada y golpes a una mujer, que es lo más deleznable.
Los juniors y ladys del PRI demuestran que sólo estuvieron esperando estos momentos para volver a actuar como en los viejos tiempos, sólo que se les olvida que hay redes sociales, una sociedad más informada y, sobre todo, no sean bueyes: hay celulares con cámara.
Sólo falta que se confirme que el nietecito es el reflejo del actuar del nuevo gobierno. ¿Será que Gerardo Saade aprendió de su abuelito a burlarse de las mujeres? ¿Pasamos de “el peligro que representa el maquillaje para mujeres en los hombres” a “me meto a una casa ajena para golpear a mi novia”?
Si es así, entonces, mujeres, ¡aguas porque vienen tiempos bien Zaratustras con el látigo!
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