Ese que se dice "luchador social" ahora
Grupos que quizás en un inicio tenían una causa justa, pero que a la par de las negociaciones, al paso de las dádivas y privilegios que fueron obteniendo, hoy son verdaderos mercenarios dedicados a la búsqueda de espacios de poder o simplemente para ponerse a servicio a los intereses del sistema.
Antonio Luna es uno de los que encabeza lo anterior. Encabeza el Frente Cardenista y de la nada se ha convertido en el nuevo cacique de las movilizaciones sociales. Ha superado en manifestaciones a los 400 Pueblos (aunque no en folklorismo nudista) y ha sido quien más veces ha cerrado la capital Xalapa por intereses meramente personales.
Encabeza el Frente Cardenista, lo que fue un viejo partido desgastado de la izquierda, y hoy revivido por los intereses del poder.
A Antonio Luna no sólo lo hicieron engrandecer: de ser un representante social de gente sin vivienda en Córdoba (especialmente gente que llegó a vivir ahí sin ser del estado, como sucede con Antorcha Campesina), de pasar por un proceso de divorcio donde perdió su "influencia" porque ahora su exesposa se quedó con sus "seguidores" en "La Ciudad de los 30 Caballeros", fue traído a Xalapa para hacerle el caldo gordo a la cúpula política veracruzana. De ser nada, ahora resulta que es un importante líder.
Ahí se le veía en diversas dependencias de Gobierno del Estado, especialmente Finanzas, haciendo "trámites" haciendo alarde de sus influencias.
No sólo ha servido de parapeto a los intereses del estado para aparentar con sus nefastas marchas y bloqueos que hay tolerancia a la libertad de manifestación. También se ha prestado a la creación de un partido que sólo sirvió --a medias-- para crear un partido que sirviese a la división del voto opositor.
Pero como las ambiciones no tienen cabida en un liderazgo honesto, inmediatamente Antonio Luna se quiso comer todo el pastel que había en la mesa. Al final estaba saliendo con que se creyó realmente que su partido era una verdadera opción de voto, recibió dinero a manos llenas, estructura y hasta aventó candidatos en algunos municipios. Como sus intereses ya se tornaban personales, se creó eso que llaman AVE, que al final dejó embarcados a varios de sus candidatos porque dejó de darles dinero.
Antonio Luna ahora tiene llena la ciudad de Xalapa con su imagen como ese nefasto culto a la personalidad que le conocimos a alguien. Como se sigue saliendo del redil, resulta que ya le andan quitando la curul prometida en la Legislatura próxima y ha convocado a sus simpatizantes a que salgan a las calles quesque para protestar por fraude electoral.
Pero esa es la clase de alimañas que el mismo estado alimentó, formó, creó de la nada y ahora resulta que forman parte de la clase política. Crecieron y se han convertido en íconos de la impunidad, del chantaje, la corrupción. Todo bajo la protección del mismo poder, autor de estos "líderes". César del Ángel y sus 400 Pueblos es uno de ellos y Xalapa se tiene que aguantar --cuando así conviene-- los teatros de interés político.
Toño Luna es otro de esos monstruitos, no creados por el periodismo, sino por el mismo poder.
"Es un pendejo", lo clasifica el licenciado César Vázquez Chagoya, mientras discutíamos por teléfono un tema editorial para el portal que nos da de comer: "Acuérdate que hace como un año hubo una contingencia donde empezó a temblar, no había señales de celulares, ni Nextel, la gente quería sacar a sus hijos de las escuelas y este pendejo bloqueando el centro histórico (de Xalapa) pese a la emergencia".
Y sí, coincido, es uno muy engrandecido.
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