21 de julio de 2013

Entre homosexuales, alcaldes y santas

En el mar, la vida es más sabrosa


Pablo Jair Ortega - pablojairortegadiaz@gmail.com.- Xalapa se colocó en el contexto internacional por la detención injusta y poco profesional de la Procuraduría General de la República en contra de la maestra xalapeña Ángel de María Soto Zárate, a quien le achacaron traficar 10 paquetes de cocaína desde Sudamérica, a donde había intentado ir para ver al Papa Francisco.

Nos queda claro que la maestra es sumamente devota a la religión católica. Su formación religiosa es reflejada hasta en su nombre. Fueron precisamente sus compañeros de iglesia quienes se organizaron y movilizaron de tal manera, que la liberación de la maestra se dio casi de inmediato. La poderosa intervención de la iglesia católica, si es que hubo, fue muy sutil.

Ángel de María se consideró así misma como una persona buena, como la madre Teresa de Calcuta. Sin comentarios.

La realidad es que la señorita no era narcotraficante y las acusaciones severas por parte de la autoridad (y un perezoso agente del Ministerio Público Federal investigador) quedarán como las marcas más palpables de la deplorable justicia mexicana en el nuevo sexenio. Toda una santa que, dicen, exageró en prenderse incienso.

En contraparte, en Xalapa tenemos a una mujer que es alcaldesa, la primera del municipio, y de quien se esperaba una labor histórica. Se llama Elizabeth Morales García y sencillamente ha tenido una de las peores gestiones que se hayan recordado. Su última gracia es haber destrozado el intocable Parque Juárez para poner lo que ella considera su legado: una víbora quesque prehispánica.

Ya se ha hablado hasta el cansancio de que la señora Morales es homosexual. Es de todos conocido que su condición gay es “oculta” a todos, pero sabida por ídem. Que desde la campaña le aconsejaron que dejara de vestir pantalón y ocupara falda para que pareciera mujer; la maquillaron, peinaron, la convirtieron en algo que no es, pero había que ocultar las apariencias.

Su orientación sexual (respetable como el de cualquiera) es el mayor de sus pecados en una sociedad conservadora y para una clase política también invadida por homosexuales, pero que se esconde tras los trajes y corbatas.

Su trabajo filantrópico en radio y televisión quedó en segundo plano, y así lo permitió cuando nos dimos cuenta que esa Elizabeth que apoyaba al pobre, al desvalido, eran meras banales aspiraciones políticas.

Hoy su labor y carrera están destrozadas: quiso brillar, pero su gestión ha sido de escándalos de cama, noviazgos con colaboradoras y error, tras error, tras error y seguir errando como si quisiese imponer un récord inalcanzable. Calles destrozadas, obras que hace y rehace, vialidades cerradas, posesión de bienes, sitios turísticos en deplorables condiciones y un largo etcétera. Elizabeth Morales sólo ha destacado por hacer, literalmente, todo con las patas, sin medir las consecuencias de sus decisiones y evitar ser cauta en lo que a política de tejido fino se refiere en una ciudad culta y grillera.

Su homosexualidad, curiosamente, pudo haber sido algo que la pusiera en un pedestal del ámbito internacional como el caso de Ángel de María, pero le ganó el alcalde de Fresnillo, Zacatecas, Benjamín Medrano, a quien se considera el primer edil abiertamente gay admitido, en el país.

Los medios nacionales dieron atención a la nota del alcalde homosexual y no es para menos: la sociedad mexicana en general sigue siendo altamente conservadora; el tema gay está prácticamente calificado como tabú en algunas casas; son pocos los hogares donde se admite la cultura homosexual como parte de la vida diaria. Los muxes son ejemplo de lo anterior: “los hombres que se visten de mujer” que abundan en la zona del Istmo de Tehuantepec; o los matrimonios gay legalmente válidos en el Distrito Federal y que hasta son atestiguados por el jefe de Gobierno.

Xalapa no está exenta de lo anterior, y aunque pesa más ese estigma de sociedad mocha, se han visto desfiles del orgullo gay por las calles de la capital veracruzana, así como parejas que abiertamente se besan por las calles o simplemente se toman de la mano. Si algo tiene Xalapa, que no tienen muchos lugares “mochos” en el país, es que es muy tolerante. Es un lugar donde se vive y dejan vivir.

Y es que así mismo la autoridad hace de la vista gorda de la gran prostitución que hay en calles como Ruiz Cortines, con casas de cita de focos rojos en sus fachadas. En abierto y a la vista de todos.

Elizabeth Morales García pudo haber sido la primera alcaldesa abiertamente gay; admitir su preferencia por las féminas como parte de esa apertura que se está viviendo actualmente. Siendo mujer, siendo homosexual admitida y siendo alcalde, Xalapa se hubiese puesto en el contexto mundial que hasta la hubiera liberado de sus escándalos y demonios personales.

A Elizabeth Morales no le alcanzó la visión para lo que podría haber sido poner a Xalapa en el contexto nacional e internacional. Hubiese trascendido en la historia política de Veracruz no sólo como la primera alcaldesa de la capital, sino como alguien que podía haber abiertamente apoyado al sector gay, a la legalización de sus derechos, a invitarlos en abierto a visitar Xalapa (en Puebla, muy discretamente, lanzó una campaña dirigida a ese público con el lema “Ven a Xalapa y vive tus fantasías”).

Elizabeth Morales podría haber trascendido como Ángel de María y como Benjamín Medrano, aprovechando su situación actual personal y como alcaldesa. Xalapa hubiese salido del closet y hasta hubiese sido el parteaguas para entrar a otra fase histórica.

Pero Elizabeth no entiende de eso: sólo de escándalos arrebatados y pésimas obras millonarias.

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